— ¿Que les sucedió? — Cuestionó Janine desconcertada, al vernos completamente empapados y sucios, sin mencionar la destrozada bolsa que aún sostenía en mis manos.
Tanto Brandon como yo pasamos saliva disimuladamente y nos miramos mutuamente un par de segundos para luego posar nuestros ojos en Janine, que aún seguía allí, frente a nosotros y en espera de una respuesta.
— Ya sabes lo torpe que ella es... — Me señaló Brandon al ver que no podía articular palabra alguna — Resbaló, me burlé, discutimos, me empujó, la empujé, me golpeó con lo que antes eran tortas dulces y arreglamos el problemilla, fin de la historia, ahora me largo — Ambas lo miramos incrédulas por la breve explicación, para luego verlo salir como si nada en dirección a las escaleras.
Reí mentalmente al ver que detrás de su cabeza llevaba una pequeña rama y en su espalda se extendía una manta de tierra mezclada con nieve.
De seguro, debo estar igual.
— Tú — Me apuntó Janine — A ducharte ¡Ahora!
Asentí sin rechistar y como si de una liebre se tratase, corrí en dirección al baño. Al llegar divisé a Brandon salir de su cuarto con un juego de toallones en sus manos, ni siquiera lo pensé cuando tomé carrera para encerrarme en el cuarto de baño.
— ¡Ey! ¡Era mi turno! — Golpeó la puerta.
Lo ignoré y solté un suspiro al ver debajo de lavatorio, unas batas, bien dobladas y perfumadas. Todos teníamos nuestros pares de toallas, pero Janine decía que por si las moscas, era mejor dejar un juego allí.
Bendita seas Janine.
Mis manos se hallaban heladas, por lo que no demoré mucho en introducirme bajo la caliente lluvia. Mis músculos entraron en estado de relajación y me mente comenzó a viajar, hacia lo sucedido cuarenta minutos atrás.
La preocupación, miedo y ¿Por qué no? Tristeza me invadieron.
No era correcto lo sucedido, aun así una parte muy profunda dentro de mí, me decía que mandara todo a volar y lo intentara, que no todo era tan malo como parecía.
¿Desde cuándo mi vida se había tornado tan... interesante?
Salí del baño envuelta y me aseguré de que no hubiera moros en la costa, al percatarme de la soledad del pasillo, en puntillas de pie, me encaminé hacia mi habitación. Oí a Janine llamar a la familia — mientras elegía mi ropa interior — para que bajásemos a desayunar. Decidí lastimosamente saltarme el desayuno, con los dos alfajores de chocolate que cargaba en mi bolso del colegio, bastaba.
Necesito distraerme, pensé al estar ya vestida. Tomé uno de los tantos libros posados en orden alfabético de mi repisa y luego de acomodarme de un solo salto en mi cama, me dispuse a leerlo.
Golpeé mi rostro contra las hojas del libro, al percatarme que iba por la segunda hoja y no entendía absolutamente nada de lo leído anteriormente. Las escenas de lo que sucedió, no me daban tregua.
Solo tranquilízate, respira y obedece tus propias palabras.
Evítame y yo te evitaré, había dicho.
¿Cómo lo haré?
Negué frustrada ¿Cómo voy a hacer para evitarlo?, de pronto oi la puerta ser golpeada.
— ¿Anel, bajas a desayunar — Oí la voz de John detrás de la puerta.
— Eh... no, gracias. No tengo apetito.
— Cariño, el desayuno es la parte más importante del día, no puedes saltearlo.
Mojé mis labios — Tranquilo, prometo que apenas mi estómago exija alimento, no se lo negaré.
Suspiró derrotado — De acuerdo, solo no pases mucho tiempo sin comer.
— Captado.
Dudas.
Eso era lo que estaba reinando en mi mente.
Las malditas dudas.
Insegura de lo que haría, tomé mi celular y marqué el número de la única persona — acorde a mi edad — que podría facilitarme una respuesta que me aclarara.
— ¿Hola? ¿Melanie? — Hablé al sentir que mi llamada era contestada.
— ¡Ey, hola! ¿Cómo te encuentras? — Hice una mueca — ¿Lo ves? Te dije que era necesario que ambas nos pasáramos los números celulares — Rió — Gracias. — Dijo con voz de diosa.
Negué con una sonrisa — Lo acepto, tenías razón ¿Satisfecha?
— Claro, Oye... — Liberó una carcajada — ¡Sasha, detente!
Fruncí el ceño —¿Sasha?
Se oía el ruido de un chapoteo en el agua por lo que me extrañé aún más.
— ¡Oh! — Liberó otra carcajada — Es mi perra, estoy bañándola. Mamá me obligó a hacerlo, ya sabes como son, salió a hacer sus necesidades y volvió mojada. Así que para evitar que pesque una enfermedad, aquí estoy.
Reí imaginándola — Oye, Melanie, necesito preguntarte algo importante.
— Está bien, solo dame un segundo... ¡Mamá, he terminado con Sasha, ven a buscarla! — Exclamó, sonreí levemente — Listo, ahora sí, pregunta.
Me sonrojé — Sé que tal vez te parezca tonto, pero ¿Alguna vez te has enamorado?
Hubo un silencio en la línea — Supongo, no estoy segura si se trataba de esa palabra lo que yo sentía, pero imagino que sí — Suspiró — ¿A qué viene esa pregunta?
— Es solo que estoy algo confundida, quiero decir, una conocida me preguntó lo mismo y no supe que contestar — Mentí descaradamente, pero no podía revelarlo y menos a Melanie por dos razones. Uno, me vería raro y dos, no la conozco lo suficiente —Mi punto recae en una pregunta en especifica ¿Que se siente...—Tragué saliva—estar enamorado?
La oí inhalar profundamente — No soy una experta en este tema, pero te diré lo que mamá suele decirme— Contestó luego de una pausa— Según mi madre, es una energía, la cual te atrae hacia esa persona especial. Son un cúmulo de sensaciones que salen a flote repentinamente, sorprendiéndote. Es algo como permanecer en una nube, sentir que siempre estás por los aires debido y solo a esa persona, no te interesa más nada, a menos que sea verlo feliz. Amar a alguien es anteponer su felicidad a la tuya y jamás causarle daño, no intencionalmente claro.
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Editado: 02.06.2023