Al llegar a casa, nos encontramos con Janine, quién en ese exacto momento dejaba el bolso de su trabajo en el sofá del living. Liza, Brandon y yo entramos mientras yo mantenía una charla con Liza, donde le explicaba el inconveniente que había tenido al querer descargar su película, tal sonido provocó que Janine volteara y nos sonriera.
— Ey ¿Cómo les ha ido? —Preguntó sentándose en el sofá y haciendo una mueca al retirar su tacón.
Me senté en el sillón continuó al de Janine —Al menos yo, no tengo nada que reportar —Janine abandonó su análisis en mi persona y la posó en Liza.
— ¿Y tú solecito? — Esta sonrió abiertamente.
— ¡A mí me ha ido de lujo! — Rió — Saqué un excelente en un examen de francés ¡Soy un genio!
Janine se puso de pie y corrió a tomar en brazos a liza — ¡Esa es mi bebé! — Comenzó a llenar su rostro de besos — Cómo regalo te haré una súper torta de chocolate — Los ojos de Liza resplandecieron de felicidad.
— ¿¡En serio!? — Janine asintió — ¡Sí!
— ¿Y a ti? — observó a Brandon.
Este se encogió de hombros — Fui la calificación más alta en el examen de cálculo — Le restó importancia y yo me ahogué con mi propia saliva — Nada interesante que comentar.
¿¡Qué!?
Janine lo observó sorprendida, aun así, sonrió como la mona lisa y se lanzó hacia su hijo quién comenzó a quejarse por los apretones que su madre ejercía en sus mejillas.
— ¿A qué se debe tanto cariño? — Cuestionó John, quien entraba sonriendo y aflojando su corbata. Se acercó a Liza y besó su cien, luego a Janine en los labios y por último a Brandon y a mí.
— Sucede que tenemos un par de genios como hijos — Comentó Janine — Y los estoy besando porque estoy orgullosa.
John los observó con ternura y por un momento me sentí excluida, como si de una intrusa en esa familia se tratase. Realmente Janine y John inculcaban a sus hijos los valores que hoy en día faltaban, eran unos grandes padres y tanto Liza como Brandon debían sentirse orgullosos de sus progenitores.
Yo lo estaba y no era hija de sangre.
— Me alegro de que hayan obtenido buenas calificaciones — Sonrió — ¿Qué tal si vemos una película de acción?
Liza hizo una mueca — Acción no — Se quejó — Veamos la cenicienta — Esta vez fue el turno de los hombres de la casa fruncir el ceño.
— No lo creo — Negó Brandon — Si quieren, ve tú — Señaló a Liza con el mentón — Y tú — Fue mi turno — A ver las películas cursis que tanto les gusta y dejen que nosotros veamos una verdadera película.
Liza y yo lo fulminamos con la mirada.
— No peleen — Nos regañó Janine — Iré a preparar las palomitas.
(...)
Luego de que Janine preparara las palomitas se acomodó junto a John, mientras que Liza y yo nos hallábamos en la cocina, separando en pequeños recipientes los pororós. Una vez ya separados nos encaminamos hacia el living.
— Aquí tienen — Dije estirando mi brazo para entregar el reciente a Janine, quien me sonrió y lo tomó.
Me volteé hacia Brandon quién estaba recostado sobre el sofá derecho, con sus ojos clavados en la película.
— Pajarito — Susurré — ¿Quieres...? — Moví el recipiente de un lado hacia el otro.
— Si no los has contagiado con bacterias— Hizo una mueca — Entonces sí.
Gruñí —Lo tomas o lo dejas, no hay opción.
Rodó sus ojos —Bien —Estiró su brazo de mala gana recibiéndolo, acto seguido caminé hasta el sofá y tomé asiento percatándome de la profunda mirada que Liza me dirigía.
— ¿Qué? — Cuestioné desviando la mirada hacia el televisor, quien mostraba una escena donde una mujer hablaba de un tema serio con el personaje principal de la película.
— ¿Pajarito?
Tragué saliva nerviosa mientras clavaba mis ojos en los de ella —Es una manera de frustrarlo.
— Claro — Sonrió — Si tú dices.
La incomodidad no le permitía a mi cerebro concentrarse en la trama de la película, por lo que solo me puse de pie y me dirigí a mí habitación. Por suerte nadie me detuvo y solo me encerré en la tranquilidad de mi habitación y acompañada de un buen libro.
Mi lectura fue interrumpida al sentir que golpeaban la puerta. Liberé un suspiro
cargado de frustración y me levanté de un brinco.
— No quería molestarte — Liza se sonrojó — ¿Puedes prestarme un libro?
Fruncí el ceño —¿Terminaste el principito? — Asintió —Vaya, eso fue rápido —Tomé un libro de mi repisa —¿Qué te parece este?
Le entregué un libro denominado Temblor.
— Si, me gusta — Lo tomó — Gracias — Asentí. Liza me regaló una sonrisa y luego la vi encerrarse en su habitación. Nuevamente cerré la puerta y al volver a dirigirme hacia mi cama, pero a medio camino volvió a sonar la puerta, provocando que rodara los ojos.
— ¿Qué olvidaste ahor...? — Abrí mis ojos sorprendidos — Pajarito.
Suspiró cansado —Hola.
Fruncí el ceño —¿Hola? ¿Qué se te ofrece?
Sonrió —Necesito un favor —Fruncí el ceño —No lo explicaré porque tardaré más, que si lo hago ahora.
— ¿De qué estás hablando pajarito? ¿Acaso has consumido algún tipo de droga?
Negó en medio de un gruñido — Mejor paso a la acción — Sujetó las solapas de mi camisa y me atrajo hacia él, plantando un duradero beso. A pesar de que mi cerebro me recriminaba donde nos encontrábamos llevando a cabo tal acción, me permití esta vez no escucharlo.
— ¿A que ha venido eso?
Se encogió de hombros — Aunque me cueste negarlo — Frunció el ceño — Eres adictiva chica.
Dibujé una burlona sonrisa —Vaya, pajarito. Es lo más romántico que me has dicho.
Bufó molesto —No era mi intención ser romántico.
— Pero lo fuiste — Mojé mis labios — ¿Eso era todo? — Apretó sus labios — ¿Venir a mi habitación-cuando se suponía que disfrutabas de esa buena película-llamar a mi habitación y solo besarme para luego decir que soy aditiva?
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Editado: 02.06.2023