09 de agosto del 2018
Lucy llegó a la universidad corriendo ya que para ella llegar tarde se había vuelto casi una costumbre, subió corriendo las escaleras tratando de omitir el cansancio, pero cuando estaba por llegar al tercer piso ya estaba agotada.
– ¡Vamos, Lucy solo faltan dos pisos más! ¡Qué estado físico tan malo tengo!
Se dijo a sí misma sin importar si los demás estudiantes la miraban como si estuviera loca. Tomó una honda bocanada de aire y continúo subiendo. Al llegar vio que el salón en el que tenía clase aún estaba cerrado y sus compañeros estaban en frente de este, algunos estaban solos mirando su celular mientras que otros estaban en compañía hablando. Lucy miró en varias direcciones y en el fondo vio a un chico alto, con un buzo café claro cuello tortuga e inmediatamente supo que era Stephen. Cuando estaba a pocos metros de llegar a donde se encontraba él, vio que una chica de estatura baja, con cabello negro ondulado y con un vestido negro estaba muy cerca de Stephen. Lucy se había dado de cuenta que aquella chica trataba de acercarse a él cuando no estaba ella, sin embargo ella nunca intervenía si los veía hablando. Lucy trató de acercarse cada vez más sin que ninguno de los dos la notara y cuando estuvo más cerca se dedicó a escuchar la conversación.
– ¿Qué te parece si no entramos a clase y vamos a tomar un café? ¡Yo invito! – La chica puso una mano sobre un brazo de él.
– ¿Qué me parece? – Stephen miró la mano de la chica y luego la miro a ella fijamente. – Una pésima idea.
– ¡¿Por qué?! – La chica alzó un poco la voz. – Lo siento. No veo nada de malo en salir a tomar un café los dos.
– Tu no le ves nada de malo, pero yo sí. – Stephen se alejó un poco y la chica quito la mano del brazo de él. – Te preguntaras porque. – La voz de Stephen sonaba calmada, pero fría. – Es simple, no pienso faltar a clase por irme contigo.
– ¿Entonces…te parece si salimos el fin de semana? – La chica le sonrió cálidamente y Stephen le sonrió fríamente.
– No. Mira no te lo tomes a mal, pero no quiero salir contigo.
Lucy quedo sorprendida por la frialdad con la que le hablo Stephen a aquella chica. Por lo general él no solía ser así, él era mucho más amigable y agradable. Lucy noto que los dos quedaron en completo silencio y cuando le dio la impresión de que la chica iba a volver a hablar salió corriendo hacia Stephen y lo empujó suavemente por la espalda, luego se paró enfrente de los dos y entrelazo el brazo de ella con el de Stephen.
– Hola Stephen. – Lucy miró a la chica y le sonrió. – Hola.
– Hola. – La chica trato de sonreírle a Lucy.
– Lo siento, pero necesito hablar con Stephen.
Lucy jalo suavemente a Stephen y comenzaron a alejarse de la chica, pero ella se detuvo cuando sintió que la tomaron del brazo, al girarse vio que la chica estaba muy enojada.
– ¡Oye! ¡Antes de que llegaras estaba hablando con Stephen por si no te diste de cuenta!
– De verdad lo siento, pero necesito hablar urgentemente con él.
Lucy sacudió suavemente el brazo y la chica la soltó. Los dos continuaron caminando en silencio hasta llegar a una parte del campus en donde se podía apreciar la ciudad.
– ¿Que me tenías que decir?
– Nada importante, solo intervine antes de que la situación se tornara más incómoda. – Lucy se acercó hacia una parte donde había pasto artificial y se sentó, Stephen se sentó a su lado.
– Gracias por intervenir.
– Stephen… – Lucy miró hacia el cielo y pudo apreciar que habían múltiples estrellas. – Creo que fuiste muy duro con ella.
– Lo sé, pero ya me canse que ella no comprenda que no me interesa. No es la primera vez que me habla y me mira de forma coqueta.
– Te entiendo. – Lucy soltó una risa corta. – Pensé que no te habías dado de cuenta.
– Como no darme de cuenta si cuando estoy en las mismas clases que ella me siento observado, cuando miro hacia ella me guiña el ojo y me envía besos. Es muy molesta.
– Ups, eso si no lo sabía.
Lucy se quitó la maleta y buscó en ella, luego sacó una chocolatina y se la pasó a Stephen.
– Es para ti.
– ¿Estamos celebrando algo?
– Nada en específico, solo quiero regalártela. Además a ti te encanta el chocolate. –Lucy le sonrió.
– Si, es cierto, gracias.
– ¿Trabajas el Sábado?
– No ¿Luego?
– Quiero invitarte a un almuerzo por mi cumpleaños. – Lucy miró a Stephen y vio que estaba un poco sorprendido. – Pienso invitar a Sofía y a Yesid.
– ¿Solo vamos a estar los cuatro?
– No, también va a estar mi hermana y mis padres que vienen por mi cumpleaños.