Ice

Capítulo 34

— Muy bien, Blake. Ya estás cómo nueva.— Informo el doctor sonriente.

Moví delicadamente mi muñeca de un lado a otro, se sentía muy bien estar sin ese molesto yeso. Sonreí, al fin podría participar en los partidos de básquet y no estaría como estúpida en la banca. Me bajé de la camilla de un salto, y cómo cualquier adolescente que acaba de recuperarse de una lesión en su muñeca, hice lo más lógico posible. Ir a entrenar.

Llegué un poco antes que el resto para tener la cancha sola. Me paré desde el área de tiro libre y lancé, para mí suerte logré que entrará. Dí cinco pasos hacía atrás, uno, dos, tres botes del balón y lo lancé, también entró.

Para hacerlo más interesante decidí intentar un tiro desde media cancha, nunca logré conseguirlo, pero tal vez por obra de magia lo lograría. Lancé, el balón comenzó a rodar por el aro pero cayó hacía un lado. Maldeci, alguien lanzó otro balón y logró que entrara, miré detrás de mí y me encontré a Michelle sonriendo de oreja a oreja. Claro, ella siempre había sido buena para encestar a larga distancia. Me alegraba que se le hubiera pasado su enojo aunque eso costó un par de hamburguesas.

— No seas farsante. — Gruñi, caminé hasta llegar a los balones, le pasé el suyo a Michelle y volví a donde estaba.

Volví a reintentar el lanzamiento pero seguía fracasando, Michelle volvió a lanzar y cómo siempre encestó.

— ¡Hey tú!— Gritaron detrás de nosotras y vimos al entrenador parado en la entrada del gimnasio. Michelle se señaló aún confundida. — Si tú, ven que quiero hablar contigo.

— ¿Crees qué se haya enterado de la pelea con el estúpido vómito de arcoiris de Carlos?.— Susurró Michelle para que no la escuchará, me encogí de hombros.— Como sea.— Empezó a dar pequeños pasos hacía atrás y luego se giró y comenzó a correr. — ¡No me atrapará con vida!.— Gritó mientras salía del gimnasio.

Observé cómo el entrenador comenzó a correr detrás de ella, ¿Qué le sucede?. Decidí ignorar aquella situación y seguí con mi intento de encestar, dos, tres , cuatro lanzamientos y aún nada. Soy un asco para lanzar a distancia.

— Deberías entrenar más.— Hablaron en mi oído haciendo que me asusté, por inercia levanté mi brazo y aún sin ver lo golpeé con el dorso de mi mano. Giré para ver a la persona que me había asustado. Black se sostenía la nariz.— ¿Por qué me golpeaste?.— Pregunto mientras hacía gestos extraños para mover su nariz.

— Se supone que estaba sola y cuando te escuché me asusté. ¿Te duele mucho?.— Me acerqué a él para revisar su nariz.

— Me gusta que te preocupes por mí, eso significa que te importo aunque sea un poco y eso me basta. — Dí un paso hacía atrás, me sentí incómoda ante sus palabras. — ¿No puedes encestar desde media cancha?.— Pregunto dejando atrás por completo  el tema de su nariz.

Suspiré pesadamente al recordar mis fracasos.— Créeme que es algo imposible, solo conozco una persona que puede lograrlo.

— Dos.— Me corrigió.

—¿De qué hablas?.— Pregunté confundí.

— Yo también puedo.— Empecé a reír tanto a tal punto de parecer maniática. — No te rías, te lo digo enserio. Te tengo una propuesta.— Dejó de reír y retomó mi postura.

—¿Cuál?.— Preguntó curiosa.

— Si logró encestar me darás algo a cambio.

— ¿Qué quieres?, ¿ Un beso ?.— Reí y él negó de inmediato, eso en parte me decepcionó.

— Eso puedo conseguirlo por mis propios méritos y tú lo sabes muy bien.— Sonríe.— Quiero que tengas una cita conmigo.

Mi corazón se aceleró y no entendía muy bien el porque o tal vez pero quería admitirlo.— Pensé que ya habíamos tenido. — Dije sonando obvia.

— Creo que no, normalmente te llevó a la fuerza conmigo, eso se asemeja más a un secuestro. ¿Entonces acepta?.— Me extiende su mano. Lo pienso un par de minutos, De todo modos no podrá encestar, ¿cierto?, Estreche su mano.— Tengo tres intentos,¿De acuerdo?.—Asenti.

Black fue por el balón que yo había lanzado hace unos segundos y luego se paró a mi lado. Lanzó el balón y no entró, no pude evitarlo y comencé a reír. Ignoró mi risa y continuó, aún tenía dos intentos, lanzó el segundo y tampoco entró. — Creo que debes motivarme más, qué tal si extendemos más el premio, es decir, una cita y por solo una vez haces lo que te pida.— Su voz reflejaba un poco de travesura.

— Oh, claro que no. No te daré mi cuerpo.— Hablé rápidamente.

Él empezó a reír.— Cariño, no necesito hacer una apuesta contigo para obtener tu cuerpo,  tú me lo darás por tu propia voluntad  y créeme, estaré esperando ese día.— Su sonrisa se ensanchó, sentí como mi sangre subía a mis mejillas.— Solo harás una cosa, no es nada malo. ¿Aceptas?.— Lo pensé por unos segundos, ha fallado dos veces y es casi imposible que este lo logré. Asentí  y él sonrió, volvió a clavar su mirada en el aro y lanzó el balón, entró.

Había entrado, ahora tendría una cita con él y tendría que hacer lo que me pidiera. — Te lo dije, solo necesitaba más motivación.

— ¡Hiciste trampa!.— Exclamé molesta.— Fingiste que no sabías encestar para que accediera a tu propuesta.— Me crucé de brazos molesta.

— Claro que no, desde un principio te dije que sabía encestar a esta distancia.— Fruncí mi ceño aún más.

— Fallaste los dos primeros a propósito.— Mi voz demuestra solo enojo.

— Tal vez.— Dice de manera desinteresada.— Me gusta cuando te enojas, incluso con el ceño fruncido me pareces hermosa.— Se acercó hasta quedar a escasos centímetros de mí, tomó mi rostro entre sus manos.

Nuestras miradas se conectaron, estaba pérdida en el azul cielo de sus ojos, sin duda ese momento me pareció el color más bonito que había visto. Empezó a acercarse lentamente a mis labios, cerré los ojos  y luego sentí el leve roce de sus labios contra los míos, cuando pensé que los iba unir, fuimos interrumpidos por varios chicos y chicas del equipo de básquet, nos separamos de golpe y fingimos como si nada estuviera pasando, cuando yo sentía que estaba pasando todo.




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