Icefire

Capítulo 2: Démeter.

Mi mente repite sus palabras una y otra vez siendo incapaz de creerlo. No, simplemente no puedo creerlo.

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-Si, es lindo pero lo que tiene de guapo lo tiene de imbécil.

-No deberías hablar así de él, se supone que es importante para ti. - intervengo por alguien que no conocía.

Ella se queda en silencio viendo la puesta del sol a través de la ventana.

-Eh... Si.

Contesta dudosa pero no le doy importancia.

-¿Y cómo se llama ese dios del Olimpo? - la emoción en mi voz es palpable.

Ella duda en decirme, luego una sonrisa se extiende en sus labios y se gira a mirarme.

-Hanns Hoffmann.

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-¿Hanns Hoffmann?

Pregunto cautelosa, rogando al cielo que diga que no.

Él no dice nada, solo asiente.

Jamás me dijiste que la palabra "lindo" no le llegaba ni a los talones.

Siento como mi cuerpo se enciende por la rabia y sin darme cuenta me levanto rápidamente y le pego una cachetada seca. Él no dice ni hace nada, es como si advirtiera mi acción.

-¡Eres un imbécil descarado!

Grito mirándolo con odio mientras deseo que un rayo caiga en estos momentos y lo parta en dos.

-Eres un desgraciado. - lo insulto cerca de su cara - ¡¿Dónde están mis zapatos?!, ¡me quiero ir de aquí!

Comienzo a buscarlos como loca por todo el lugar. No soporto estar un minuto más aquí. Ese ser me da asco.

-Lamento decepcionarte, Deméter, pero de aquí no saldrás jamás.

Dice tranquilo, sin mostrar ningún tipo de molestia, dolor, empatía y ninguna puta emoción. Su rostro está sereno, como si le valiera todo.

Mientras yo si estoy es que lo mato. Si tan solo pudiera hacerlo y no llevar una sola consecuencia, ese tipo estaría 40 metros bajo tierra. Y eso que estoy obviando el que me haya llamado 'diosa' a su manera. Me ha llamado como la hermosa diosa de la agricultura, Deméter, la diosa rubia. Me sorprende que sepa de éstas cosas un insecto como él.

Me río sin ninguna gracia mientras me acerco lentamente hacia él.

-Yo saldré de aquí, cuesteme lo que me cueste.

Por fortuna encuentro mis zapatos y me los pongo. Me dirijo hacia la puerta y mi intento de huida se ve detenido al sentir sus asquerosas manos puestas en mí.

-¡Suéltame!

Grito de nuevo. Él no lo hace, así que no me queda de otra que arañar sus brazos.

-No me vuelvas a tocar.

Advierte tomando mi mandíbula fuertemente. Lo que todavía no entiendo es que a pesar de que sé que mi acción le molestó, no lo demuestra. Sigue con su cara de me vale madre todo.

-Entonces no vuelvas a ponerme un dedo encima nunca en tu vida.

Me safo de su agarre con fuerza y él solo me mira con esos ojos neutros.

Abro la puerta de la habitación y ésta vez no hace nada, pero antes de salir me giro a decirle una cosa más.

-No entiendo porqué lo hiciste, pero te aseguro que me vengaré por ello y no descansaré hasta que pagues - me acerco un poco más - y jamás volveré aquí porque no soy tuya, ni de tu propiedad.

Doy la vuelta de nuevo y antes de poder cerrar la puerta su voz me detiene.

-Eres mía desde incluso antes de nacer, Deméter.

No le presto atención a sus idioteces y salgo del lugar.

Me pierdo algunas veces porque es una mansión demasiado grande, pero mi mente no da para detallarla. En mi mente tengo solo una cosa:

Matar a Hanns Hoffmann.

Ese ser miserable que sin motivo alguno hizo lo que hizo no merece más que morir, y yo le prometí a ella que la vengaría y eso haré.

Por fin diviso el pasillo que da hacia la salida y he de admitir que ésta oscuridad me parece demasiado aterradora. Ésto parece la mansión de algún vampiro o ser sobrenatural. Es como la mansión de los Blossom. Inspira miedo puro.

Ya dispuesta a salir, me consigo al mismo sujeto que me trajo aquí. La rabia aumenta y sigue su nivel cuando intenta detenerme.

-Tengo órdenes de no dejarla sal... - lo interrumpo dándole un rodillazo en donde no le llega el sol.

-Asegúrate con quién te metes para la próxima.

Amenazo y salgo del lugar.

Hace cinco años no tenía ésta vida. Hace cinco años vivíamos bien y en una familia feliz. Y si no fuera por ese inepto y ser despreciable que vive en esa mansión creyéndose el dueño del bendito mundo, no estaríamos aquí.

Yo no sentiría ese odio descomunal que no siento hacia nadie más, solo hacia él. Mi hermana hace rato estaría curada. No tendríamos deudas en todo lugar. Hubiese estudiado mi carrera sin tanto esfuerzo. Mamá y papá estarían felices. Y... Ella seguiría aquí.

Las lágrimas ruedan de mis ojos y las limpio mientras camino por las oscuras calles de la ciudad. No sé ni siquiera hacia donde voy.

Reviso que no haya nadie a los alrededores y saco mi teléfono para ver la hora.

Veo mensajes de Friedrich, de Ada y de algunas personas en otras redes sociales más. Se me hace raro no ver mensajes ni llamadas de mis padres, pero no le tomo importancia.

Lo único que me importa ahora es armar un plan que me ayude a destruirlo.

Llego a casa y lo primero que veo es a papá sentado en el sillón de la sala abrazando a mamá la cual llora desconsoladamente.

¿Mamá llorando?

Lo primero que mi mente imagina es que le ha pasado algo a Elske y corro apresuradamente a su habitación.

Ella tiene que estar bien. Yo conseguiré el dinero pronto y la voy a ayudar. Ella tiene que estar bien.

Mi corazón vuelve a estabilizarse cuando veo que respira y está tal como la dejé.

-Anelisse - habla mi madre entrando a la habitación- estás aquí. - dice como si no pudiera creerlo.

Mi papá viene detrás de ella y su cara de felicidad es mucho mayor que la de mamá. Es como si aparte de felicidad, sintiera alivio.

-Anny.

Mi padre me abraza fuertemente mientras llora un poco.

-¿Por qué no estaría aquí?

Cuestiono confundida ya que ellos no saben donde estaba y no creo que piensen que había huido de casa para siempre.




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