Iuola se había despertado muy temprano en la mañana.
Su invernadero ya estaba casi listo y este le proporcionaba la paz y tranquilidad que tanto buscaba con anhelo. Ella llevaba un hermoso vestido de mañana de color lila, de mangas largas y escote recto; la falda no tenía volantes y el corpiño llevaba botones blancos; se había hecho una trenza y un pequeño lazo del mismo color del vestido adornada la parte inferior de su trenza.
Ella abrió uno de sus cajones que tiene bajo llave y allí se encontraba el primer diario de Nerissa, el cual lo había terminado de leer y que finalizó con la frustración de ésta al saber que su marido le había sido infiel y no podía descargar su ira en un muerto. El segundo diario que Iuola asociaba más con un cuaderno de dibujos, este último lo había convertido en su tesoro más preciado y para finalizar, el pequeño diario de Georgiana.
Iuola suspiró y guardó los dos de Nerissa. La cobertura del diario de su madre biológica estaba muy desgastada y una cinta de tela de color rojo lo mantenía cerrado; ella lo abrió y frunció el ceño al ver el contenido de este. Estaba en un idioma que desconocía, pero alegues se notaba que eran resultados de una investigación.
-―Muy bonito ¿Ahora cómo sabré que dice aquí?
-―Me dijeron que podía encontrarte aquí
Iuola miró hacia dónde provenía la voz y sonrió con los ojos. Era camelia, ella tenía un vestido de color blanco hueso y escote de corazón; sus guantes eran cortos y de encaje; la falda era pomposa y tenía un tocado en la cabeza. Lucía muy bella con aquel atuendo.
Iuola se puso de pie, pero no le dijo nada.
-―¿Te molestaría mucho si en secreto te llamo "prima"? -―le preguntó
Ambas se acercaron rápidamente y se dieron un abrazo fuerte. A Camelia se le llenaron los ojos de lágrimas.
-―Mi Iuola, mi pequeña Iuola, no tienes ni idea cuantas veces quise decirte toda la verdad
Ella no pudo evitar ponerse a llorar.
-―Sé que no es fácil aceptar algo tan difícil, pero me alegro mucho de que ya lo sepas-―continuó su prima-―porque de cierta forma podré acercarme más a ti
Ambas se separaron y se limpiaron las lágrimas con sus pañuelos.
―Siéntate―la invitó Iuola mientras acercaba la silla enfrente de la de Camelia.
―No viajé antes porque Cameron tuvo problemas en el trabajo y Robert le pidió que se pusiera al frente
―No te preocupes
―¿Cómo estás? ¿Cómo te está tratando el duque de Leithold? Que, por cierto, no lo he visto
―Sus mañanas comienzan al medio día―le informó con hastío―al principio fue difícil, pero ahora me siento contenta
―¿Contenta con él?
―Sí, creo que me gusta
Camelia alzó las cejas―No te lo puedo creer, sí que eres rápida.
Ella le torció los ojos―Cállate
―Primero Ethan Shaw: que no lo podías olvidar, que eras incapaz de vivir sin él; luego Sir Aaron con todo el embrollo de su hermana te propuso matrimonio y lloraste como la viuda de un ahorcado porque tuviste que rechazarlo y ahora Leithold. Iuola estoy dudando de tu buen juicio
―Nunca he pensado que tenga un buen juicio en particular
―Con tan solo dieciocho años ya has vivido más de dos idilios
Ella se encogió de hombros―El de Altaír no cuenta puesto que estoy ligada a él hasta que la muerte nos separe
Su prima suspiró―Cuéntame ¿Qué te gusta de él? Hasta donde se es despistado y tonto
Iuola se echó a reír―Ya hablaremos de eso después―ésta tomó el pequeño diario y se lo dio―¿Sabes qué idioma es?
Ella lo tomó y abrió los ojos―¿De dónde lo sacaste?
―Historia larga de contar, tenemos que ponernos al día
―Sin duda. Esto es romaní y perteneció a mi tía Georgiana... tu madre.
Ella aún no se acostumbraba a este hecho, pero no quería ofender a Camelia.
―¿Qué dice?
―Pues...―empezó a decir ella―básicamente son anotaciones de ingredientes para hacer medicina ¿Quieres que te los pase a inglés?
―Por favor
Ella asintió―Perfecto. Vine especialmente a hacerte una invitación
―¿A dónde?
―Al campamento de nuestros hermanos gitanos
Ella la miró sin decirle nada y Camelia continuó.
―Supe que abrieron el campamento aquí en Cambridge, yo de todos modos iba a ir, pero quiero que me acompañes y conozcas de donde vienen tus raíces.
Iuola seguía sin poder articular una palabra. Tenía que reconocer que eso ya no le quitaba el sueño, pero no era algo que quería saber a profundidad. Ni siquiera se había acercado a Georgia preguntarle con sobre su madre biológica.
―Pero si no quieres está bien, saldremos en una hora
Ella suspiró―No le veo nada de malo en ir, suena bien ¿Si nos dejan entrar?
―Por supuesto
―Bueno
Camelia se puso de pie―Me iré a refrescar y a cambiarme de ropa
Esta también se puso de pie―Te acompaño a la casa