<<Y la mañana me abrió con brazos abiertos, el sol radiante me iluminaba y me abría el paso aún día nuevo>>
Y es en ese preciso momento en donde los pajaritos empiezan a cantar y me levanto de un salto de la cama sin ojeras y con el cabello más suave que de Rapunzel.
No.
Eso es de cuentos de Disney, historias de amor, entre otras.
No mi vida. Simples palabras.
Sería bonito despertar así, pero son las cinco de la mañana y soy un manojo de nervios. Me he tomado una jarra de café bien cargado y ni siquiera he dormido por terminar el libro.
La verdad es simple y sencilla.
No tengo ni la más remota idea de porqué se me ha ocurrido terminarla ahora. Si tenía todo un mes para hacerlo.
"La inspiración esta cuando está y cuando no, no". Citado por mi amiga, hermana, realmente prima, y persona-de-huergas cuando la llame a las dos de la madrugada solo para sentirme menos sola, coherentemente me colgó a los minutos de decirlo y dijo algo como:
—Sí vuelves a hacer tal lisura. Voy y rompo la laptop, el computador, y cualquier cosa electrónica que encuentre al lado, no, mejor tu celular. Así no me llames más a tal hora de la madrugada y me dejas dormir en paz.—fue prácticamente lo que entendí. Sin más, la verdad no le entendí mucho. Balbuceaba al hablar. —Sabes que yo no funciono a estas horas sin alcohol o un buen polvo. —se tranquilizó un poco—Deje café en el termo, esta encima de mi escritorio.
Ni siquiera me dio tiempo a contestar.
Aún si valió la pena. Todo está terminado y listo para ser entregado a la editorial Strong.
Sí, Strong. A una de las mejores editoriales mundialmente hablando. Su éxito fue sorprendente, y aún más sorprendente es el bueno ojo que tienen.
Me tire a la cama y apague el despertador de un manotazo. Como mal hábito me enrede con las sábanas y no pude moverme, trate de desenredarme pero tenía sueño, me acomode mejor y me dormí olvidándome del molesto sentimiento de no poder moverme unas horas.
Hasta que sentí que empezaban a zarandear.
Como la molesta que es, empezó a balancearme de un lado a otro hasta que me caí de la cama con las sábanas enredadas aún a mi cuerpo.
Parezco un gusano.
Recuerdo una vez cuando tenía trece y me doble la mano gracias a la sábanas. Había apoyado todo mi cuerpo en mi mano y la doble cuando rodé por la cama. Tuvieron que ponerme venda y dolía al moverla. Triste para mi recuerdo, me doble el derecho —sí, tristemente— ya que soy surda y tuve que ir al colegio sin excusas. Claro que no faltó hacer confundir a mis padres diciendo "soy diestra no voy a poder escribir. Voy a perder el tiempo y no creo que ustedes quieran eso ¿verdad?".
Como a diestra y siniestra.
Por fin, decidida a levantarme del suelo, olvidé el pequeño detalle y volví a caer de bruces y desgraciadamente me tuve que apoyar de los codos.
¡Como duele!
—Auch. Eso debió doler—Entre escandalosas risa dice—¿Estas bien?
—No. —Me ayuda a levantarme y me siento al borde de la cama—. Me he golpeado los codos.
Se encoge de hombros.
—Tú comenzaste. A quién se le ocurre llamar a las dos de la mañana.—se tira a mí cama, boca arriba— A mi todavía.
—Oye ¿Tú no deberías estar trabajando?
—Mi jefe hoy me dio el día libre. Dijo algo sobre una reunión familiar… La verdad no me importa. Dejé de oír cuando dijo día libre.
—Mmm...—la mire con los ojos entrecerrados—. No te habrán despedido o tú te habrás echado ¿no?—me vuelvo a tirar en la cama con ella y pongo los brazos sobre la cabeza.
Mi querida prima tenía tendencia a durar poco en sus trabajos. Hasta donde sé los más que ha durado es un año y eso… Sorprendente le resulta fácil conseguirse uno nuevo, haciendo como si nada.
Al contrario de mí, que me despidieron y aún no encuentro trabajo. Y no creo que la empresa, de mi anterior trabajo diga algo bueno sobre mi. No salí en buenos términos y no pienso regresar a pedir mi carta de recomendación. No quiero volver a verle la cara a Liam.
Maldito imbécil.
—Nah—hizo un movimiento de mano—. Me gusta lo que hago. Lo cual es menos de lo que hacía antes.
—Mas te vale. Dos despedidas manteniendo una casa no sería nada bueno.—Suspire frustrada.
Es una dicha que hallamos pagado los dos meses que siguientes del dúplex.
Había buscado trabajo todos los días, pero no tener carta de recomendación no ha ayudado mucho. Y la vez que me preguntaron sobre mi antiguo trabajo fue aún peor que no tener la dichosa carta.
—Tienes razón. Ahora que me acuerdo hay un trabajo … —frunce el ceño y mira al techo como recordando.
—¿Cuál?—trato de sonar tranquila.
—Era…
—¿Era?—se toma su tiempo para contestar.
—Ya no me acuerdo.—se encoge de hombros.
—No me jo…— antes de que termine decide continuar.
—Es para traductora.—asintió para darse la razón— Es por eso que pensé en ti, y como estudiaste traducción y, aparte es en la misma empresa así podríamos estar juntas. Bueno, no juntas juntas. Tú me entiendes. Te acuerdas siempre quisimos trabajar juntas. —habla demasiado rápido para mi bien.
—Genial. Cuándo tengo que hacer la entrevista.
—Tendría que hablar con mi jefe. Y él con el CEO.—hace una mueca—¿No tendrás problemas, verdad?
Sé que lo pregunta por que se preocupa por mi, aún con eso me molesto. No va a pasar lo mismo.
—No—mi voz sale molesta. Me aclaro la garganta con disimulo—. No en todos los lugares va a pasar lo mismo.
—Sabes que yo solo me preocupo por ti.
—Lo sé. —mi voz suena más calmada. Pero lo que dijo a continuación me dejó intranquila.
—Y… he oído que es un patán, grosero, malhumorado. Su anterior secretaria renunció y se fue llorando.—me miró preocupada —. Creo que no quiere secretaria.
—¿Cómo sabes eso?
—Una compañera los oyó a él y su padre, el ex CEO. Después de que la anterior secretaria renunciara.