La pequeña tropa de soldados que regresaba a Azuchi con nosotros comenzó a murmurar con inquietud.
Soldado 1- ¡Lord Ieyasu! ¡Tenemos que volver y ayudarles!
Soldado 2- Si no lo hacemos, Lord Nobunaga y Lord Mitsunari serán...
Ieyasu- Silencio.
La voz de Ieyasu era increíblemente calmada, pero era lo suficientemente fuerte para que todos la escucharan y dejaron de hablar inmediatamente.
(¿Qué hará Ieyasu? No me gustan las opciones aquí.)
Ieyasu- No daremos la vuelta. Debemos apresurarnos a Azuchi y reunir al resto de nuestro ejército para llevarlo al frente. Somos muy pocos, no seríamos de ninguna ayuda a Nobunaga de esta manera. Si realmente quieren ayudarlos, deben ser fuertes.
Soldados- Sí, señor...
Al darse cuenta de que Ieyasu tenía razón, los soldados inclinaron sus cabezas en señal de resignación.
(Tiene razón. Si no conseguimos refuerzos de Azuchi, no hay esperanza.)
Ieyasu- No tenemos mucho tiempo. ¡Muévanse!
Soldados- ¡Si, señor!
Con determinación en sus rostros, los soldados volvieron a montar sus caballos. La pequeña tropa se puso en marcha a través de las llanuras una vez más a una velocidad aún mayor que antes. Sólo habíamos cabalgado unos minutos más antes de que escuchara un ruido.
(¿Qué es ese golpeteo?)
El suelo detrás de nosotros retumbó, y un sentimiento inquietante me sacudió hasta la médula. Ieyasu también se puso tenso. Su frente se arrugó mientras exploraba la línea del horizonte detrás de nosotros. Entrecerré los ojos en la distancia justo cuando apareció una gran tropa de hombres vestidos de negro.
MC- ¡Ieyasu!
Ieyasu- ¿Están...?
El mensajero que corría a nuestro lado gritó con una voz de pánico.
Mensajero- Esas ropas... ¡Son los hombres de Kennyo!
(¿Qué están haciendo aquí?)
Ieyasu- Kennyo vio lo que estábamos haciendo y envió a algunos de sus hombres a perseguirnos.
MC- ¿Están tratando de evitar que recibamos refuerzos de Azuchi?
Ieyasu- Sí. Planean matarnos a todos antes de que podamos llegar allí.
(¡No me gusta como suena eso!)
Sentí como si me hubieran tirado un cubo de agua helada. La tropa que se acercaba a nosotros tenía que tener al menos 100 soldados, probablemente más.
(Sólo tenemos unos 20 hombres aquí... ¡nunca podremos luchar contra ellos!)
Ieyasu- ¡Síganme! Cambiaremos el curso.
El caballo que Ieyasu y yo montamos se dirigió al frente para liderar al resto de los hombres. Giramos hacia el este y avanzamos aún más rápido.
MC- Ieyasu, ¿a dónde te diriges?
Ieyasu- No tendremos ninguna oportunidad si nos atacan por la retaguardia. Así que vamos a evitarlos. Tenemos que asegurarnos de que al menos una persona sobreviva para llevar un mensaje a Azuchi.
(¿Sólo uno? Suena como si no tuviera grandes esperanzas en nuestras posibilidades.)
Las palabras de Ieyasu se asentaron en mi corazón.
Ieyasu- Un fuerte abandonado se encuentra adelante. Buscaremos refugio allí.
MC- ¿Está abandonado?
Ieyasu- Era un castillo-fortaleza usado en la guerra, pero una vez que toda esta tierra se convirtió en parte del dominio de Nobunaga ya no fue necesaria. Si recuerdo correctamente, es bastante viejo y un poco pequeño. Pero ahora mismo no tenemos otras opciones.
El tono de Ieyasu era tan tranquilo y realista como plano, pero su expresión era inusualmente tensa.
(Si Ieyasu está realmente preocupado, entonces estamos en verdaderos problemas. Probablemente nos destruyan.)
Prácticamente podía sentir los dedos helados de la muerte arrastrándose sobre mí, dejándome cubierta de piel de gallina. Justo entonces, escuché el sonido de algo zumbando en el aire detrás de nosotros.
(¡Nos están disparando!)
Ieyasu desenvainó su espada en un abrir y cerrar de ojos, y desvió la flecha con un buen golpe cronometrado. Entonces, el cielo se llenó de una lluvia de flechas.
Soldado 1- ¡Urgh!
Ieyasu- ¡No se detengan! ¡Corran!
Soldados- ¡S-sí, señor!
Ieyasu- MC, mantén tu cabeza abajo.
MC- ¡Entendido!
Ieyasu se encorvó en la silla, manteniendo sus brazos alrededor de mí mientras conducía el caballo. Finalmente, vimos un viejo muro del castillo que se asomaba por delante.
(¡Ya casi llegamos!)
Ieyasu- ¡Entren! ¡Rápido!
Ieyasu se detuvo frente a la puerta y esperó a que sus soldados entraran. Una vez que todos los demás estuvieron dentro, nosotros también corrimos y cerramos la pesada y reforzada puerta.
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(Llegamos hasta aquí pero, ¿qué hacemos ahora?)
Habían pasado varias horas desde que nos habíamos retirado al viejo castillo, y me acurruqué en la pequeña torre de vigilancia en lo alto. Desde mi posición, podía ver el ejército que nos tenía completamente rodeados.
Ieyasu- MC...
(¡Ieyasu! Espero que tenga buenas noticias...)
Ieyasu entró con una grave expresión en su rostro.
Ieyasu- Esta es la situación. Dividí a nuestros hombres para vigilar los muros del castillo. Encontramos un almacén de rifles en la vieja armería y disparamos unos cuantos tiros de advertencia, así que no creo que ataquen de inmediato. Este lugar está destartalado, pero sus muros son sólidos. Puede sobrevivir a un asedio por un tiempo.
MC- Bien, ya veo...