-Por fin hemos llegado, hogar dulce hogar. – Hable para mí misma.
-Fue un día largo, pero me la pase genial contigo. – Me sonrió.
-Genial. – Respondí sarcásticamente mientras caminaba hacia el gran ventanal para cerrar las cortinas.
-Anda a dejar tus cosas para cenar Darisa. – Encendió el televisor.
¿Piensa que ya somos amigos solo por ir juntos al centro comercial?
-Pediré comida gracias. – Después de terminar cerré la puerta de mi habitación.
Coloque las cosas que había comprado en lugar donde las quería. Pedí mi comida y salí de mi cuarto en dirección a la cocina para tomar un plato y un vaso. Vi a Andrew observando el microondas. Se veía lindo haciendo eso como si tuviera cinco años. Sacudí mi cabeza para eliminar ese pensamiento, es lindo, pero no es el punto en este momento.
- ¿Qué haces? – Pregunte.
-Viendo como gira mi sopa instantánea. – Apoyo su cabeza en sus manos.
- ¿Esa es tu cena? … Eso no es saludable para ti. – Negué con la cabeza.
-Pero sabe tan bien, sé que no es saludable, pero una no hace mal. – El microondas hizo un ruido avisando que el alimento estaba listo.
Llevé mi plato y mi vaso a la mesa, me senté a mirar mi celular en lo que mi comida llegaba. Andrew se sentó después, lo mire por unos segundos mientras él comía. Tiene una cara cuadrada, una frente lisa, unos ojos verdes, una nariz fina, su boca es redonda, un cuello elegante, dientes alineados, labios voluptuosos, mejillas duras, cejas delgadas, orejas redondas, su piel es pálida, su cabello es totalmente negro, lacio y brillante.
No caigas Risa, no caigas.
El sonido del timbre me saco de mis extraños pensamientos. Aunque no puedo negar que es bastante atractivo, pero debo evitar eso, no quiero enamorarme de él. No podría. Abrí la puerta y el repartidor me entrego mi comida.
Además, tengo que enfocarme en mi trabajo, eso es lo único que me debe importar ahora. Después podré pensar en el amor.
- ¿Puedo decirte algo Darisa? – Levante la mirada y lo vi jugando con su comida.
-Si. – Conteste desinteresada.
-He notado que puedes cambiar la expresión de tu cara en tan solo segundos y no solo eso, si no, tu tono de voz. A veces me intimidas mucho. – Me miro.
-Es algo natural en mí y no puedo evitarlo. – Conteste.