“A la muerte se le toma de frente y con valor, después se le invita una copa-“
—Edgar Allan Poe
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Las luces led parpadeaban proyectando muchos colores sobre la atestada pista de la discoteca, la música resonaba por todo el lugar en un volumen excesivo pero excitante. La mayoría de las personas bailaban esparcidas sobre la gigantesca pista del lugar; mientras que algunos sudorosos cuerpos trataban de bailar, otros hacían pero… algo obsceno. Algunos; como yo, exigentes de un lugar exclusivo donde podemos bailar, tomar… y… otras cosillas, y dónde nadie más se da cuenta: el área VIP.
En la discoteca dónde parte de mis amigos y yo nos encontrábamos es una de las únicas que hay en el pequeño pueblo donde habito. Solo hay dos; una de ella es exclusiva y la otra… no tanto. Nosotros nos encontrábamos casualmente en la exclusiva; el dueño de ésta discoteca por cuestiones de la vida es conocido de mis padres.
El señor ofreció el área VIP de su discoteca para celebrar mi cumpleaños número 20.
¿muy amable el don, no?
Así que no mostramos ninguna negativa ante aquella propuesta, pero es que ¡Hey! ¿Cuándo se presentaría algo así de nuevo?, Exacto probablemente nunca, así que simplemente acepte y mis padres se mostraron felices ante el acontecimiento, supongo que para no tener que gastar dinero en mí.
Par de tacaños.
Le doy un largo trago a mi Budweiser inmediatamente el preciado líquido amarillento pasa por medio de mis pupilas gustativas y mi cuerpo recibe un estremecimiento de aceptación, dejo la cerveza en la mesa al darme cuenta que se terminó; hago un puchero pensando en lo lejos que está la maldita barra. Suspiro, dejando la pereza y me levanto pero al hacerlo me mareo de una manera tan estúpida que terminó burlándome de mi misma.
¿Por qué carajos todo mundo tiene doble cara?
Me río por el pensamiento, e imaginándome a mi mejor amiga con doble cara o a mi novio. Me muerdo el labio inferior tratando de retener la carcajada que amenaza con salir, pero… fallo en el intento: me vuelvo a reír pero esta vez con muchas ganas.
Doy un paso y luego dos, tres luego me enredo con alguna estúpida basura que se mete en mi camino y termino yéndome de boca al piso. Me vuelvo a reír pero esta vez de mi desgracia, intento levanto pero al hacerlo fallo volviéndome a caer… ya qué… si me quedo aquí acostada ¿Nadie me ve, verdad?
Así que me acomodo en el suelo que misteriosamente lo encuentro cómodo cierro mis ojos y…
—¡Katnisse! —escucho una voz llamándome.
¿Será que Satanás viene por mi alma pecadora luego de haberme copiado en el examen matemáticas y luego de haberle provocado una diarrea al profesor por quitarme el examen?
Abro mis ojos de golpe y me levanto de un salto, una chica al verme se sobresalta ¿Es una chica o un chico?, En fin no me importa. Camino a paso rápido —o eso creo— apartando a varias personas que se meten en mi camino.
—No quiero morir, Satanás —ruego a la nada, en medio de balbuceos inentendibles— te juro que si no te llevas mi alma el domingo voy a misa y confieso mis pecados…
Llego a la salida extrañamente y sin dudarlo voy en medio de tambaleos hacia ella: hay que bajar un pequeño…. Frunzo mi ceño.
¿Desde cuando los escalones son unos enormes precipicios?
Utilizando matemáticas mentales inútilmente, para sacar cuentas y medir cuánto…. Naaah
Apoyo mi mano izquierda en la fría y pálida pared al mismo tiempo que casí… casí… pongo el pie en el maldito precipicio, de la nada me vuelvo a marear y cuando pienso que caeré al piso de nuevo una persona me sostiene por la cintura evitándolo. Suelto una risilla al sentir la pesada respiración de aquella persona en la nuca, erizando los vellos de aquel lugar.
—¿A dónde crees que vas, eh? —pregunta en mi oído, reconozco inmediatamente aquella voz: mi novio. — Pequeña traviesa.
Escucho su risa, quiero responderle, enserio quiero, pero al parecer mis labios y mi boca se pusieron de acuerdo para no permitirme hacerlo, sé que digo algo pero nose que.
—¿Se encuentra bien? — escucho una segunda persona, su tono de voz lleva un halo de preocupación. Ni idea quien sea, pero me siento demasiado cómoda contra el pecho de mi novio como para que me importe.
—Sí —le responde el mencionado luego de un suspiro— está demasiado ebria, así que la llevaré a mi casa.
No escucho respuesta alguna, sé que me está llevando a algún lado, a su auto supongo.
Abro mis ojos, parpadeo tratando de enfocarlo pero mi cabeza da vueltas y la tarea se me dificulta de sobremanera. —¿Shane?
—Dime —me responde él luego de soltar una leve risita.
—¿Qquee esss lo que te caausa risssa? — mi voz sale un poco dificultosa, mi lengua se siente pesada.
—Nada, amor. —vuelve a reír— mira, ya estamos en el auto. Tu duerme que ya vamos para mi casa -pausa- ¿Está bien?
—Está bien. —Afirmo, cierro mis ojos y el sueño llega a mi llevándome a la inconsciencia inmediata.
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—Joder —me quejé sosteniéndome la cabeza luego de recibir una punzada en ella, suelto un gemido de exasperación al recibir la luz de la claridad del sol en que se ve reflejada a través de mis párpados. Entreabrí uno de mis ojos aún manteniendo el otro cerrado, visualicé mi ropa regada en el suelo, al ver aquello, de golpe abrí ambos ojos y me toque mi cuerpo tremendamente asustada.