Los preparativos para el baile sorpresa por el cumpleaños de Horacio estaban casi completamente hechos.
—Ya hemos invitado a sus padres y obviamente a tu familia, Nieves —susurró Esther mirando hacia todas partes como si alguien pudiese encontrarla.
Se encontraban en la biblioteca de la mansión. Nieves estaba sumergida en un libro de romance del que se había encaprichado. Uno de los personajes masculinos le recordaba a Luis y eso le hacia sentir algo de nostalgia. Se preguntó por un momento como estarían él y su familia ahora que llevaba tanto tiempo sin verlos.
—¡Nieves! —casi gritó Esther para llamar la atención.
Ella alzó la vista.
—¿Sí?
—Es aburrido cuando Horacio no está, cierto.
Nieves se alzó de hombros y volvió la vista al libro.
—Deberíamos buscar que nos pondremos para el baile.
—Tengo que ponerme.
—¿No prefieres un vestido nuevo? Hay una boutique hermosa en el centro.
Nieves cerró el libro con suavidad, dejando que las palabras del romance quedaran suspendidas en el aire. La idea de un vestido nuevo la tentaba, pero su mente aún estaba nublada por las complicaciones que rodeaban a Horacio y Esther. Sin embargo, decidió aceptar la sugerencia, pensando que quizás una distracción le vendría bien.
—Está bien, vayamos a la boutique —accedió Nieves, dejando el libro sobre la mesa.
Esther sonrió con entusiasmo y ambas salieron de la biblioteca, dirigiéndose hacia el centro de la ciudad. La boutique estaba llena de vestidos elegantes y accesorios brillantes. Esther disfrutaba cada momento, tomando diferentes vestidos y sosteniéndolos frente a Nieves, imaginando cómo lucirían.
—Este sería perfecto para ti, ¿no crees? —dijo Esther sosteniendo un vestido azul zafiro.
Nieves asintió, pero su mente seguía divagando entre las sombras de la incertidumbre. Mientras Esther continuaba buscando, Nieves se encontró frente a un vestido blanco, adornado con detalles plateados.
—Este es hermoso —murmuró Nieves para sí misma.
Esther se acercó y asintió con aprobación.
—Definitivamente, te quedará increíble.
Nieves decidió probarse aquel vestido, dejándose llevar por la ilusión del momento. Al mirarse en el espejo, algo en su reflejo la sorprendió. Se vio a sí misma de una manera diferente, como si aquel vestido blanco pudiera disipar las sombras que la rodeaban.
—Te ves deslumbrante, Nieves. Horacio no podrá apartar la mirada de ti —comentó Esther con sinceridad.
Aunque agradeció el cumplido, Nieves no pudo evitar preguntarse si aquel vestido podría borrar las dudas y los secretos que la atormentaban. La incertidumbre seguía siendo una sombra persistente en su corazón.
—Vamos a llevarlo, entonces —dijo Nieves con una sonrisa forzada.
Ambas chicas salieron de la boutique con el vestido elegido cuidadosamente envuelto en papel.
—Podrías usar el perfume que compraste, el aroma dulce irá perfecto con aquel vestido.
Nieves asintió. Se sentía algo culpable por haber gastado dinero en dos cosas que le parecían completamente innecesarias. Ahora tenía el dinero, los Pardillo se habían encargado de dejarles suficiente antes de irse ‹‹No quiero que me nuera parezca una pobretona frente a la tía Isabel›› le había dicho Gregoria antes de partir. No estaba consciente de si Horacio había gastado algo del dinero también, ya que tía Isabel había sido bastante hospitalaria desde que habían llegado.
Regresaron al mediodía a la mansión. Esther se despidió de Nieves pues tenía que iniciar sus clases de piano. Nieves se dirigió nuevamente a la biblioteca con la esperanza de poder culminar el libro. Caminó por el pasillo y al abrir las puertas se encontró con Horacio sentado en el escritorio mientras escribía algo en un papel. Estaba a punto de salir de la habitación en cuanto él alzó la vista y le sonrió.
—Hola —dijo.
—Hola —respondió Nieves con una sonrisa tímida.
Horacio se puso de pie y se acercó a ella, dejando el papel a un lado.
—Supe que saliste de compras ¿Fue por el baile de mi cumpleaños? Tranquila, Esther no es buena guardando secretos.
Nieves abrió los ojos con sorpresa, sintiendo la necesidad de explicarse.
—Esther sugirió que sería buena idea tener algo nuevo para la ocasión.
Horacio la miró con interés, como si tratara de descifrar algo en su expresión.
—Ella tiene ese efecto en las personas. Siempre sugiere cosas emocionantes.
Nieves sintió un nudo en el estómago al mencionar a Esther, pero decidió no profundizar en el tema.
—¿Y tú? ¿Cómo ha sido tu día?
Horacio se encogió de hombros con una sonrisa.
—He estado ocupado revisando algunos documentos de los negocios de tía Isabel. Desde que su marido falleció ha tenido un desbalance en sus finanzas. Supongo que le es difícil, aunque ella es realmente buena en esto.