Me abrigue lo más que pude, mi fuerte no era el frío. Tendría que salir de emergencia porque a Andrés no se le ocurrió mejor día para llegar. Tome las llaves del coche, aún me daba tiempo de ir al supermercado y regresar en el tiempo que acordé con Roy. Mis planes de tomar una ducha relajante e ir desempacando se vieron arruinados ante tal percance, por lo que me bañé en menos de diez minutos y me vestí con la ropa más abrigadora que había traído, apague las luces del departamento y me dispuse a salir, cerrando con llave.
Comencé a bajar las escaleras, pidiendo al cielo que pronto repararan el elevador. Había sido una bruta al darme cuenta de que me había faltado empacar algo vital para la higiene de una mujer pero se me había olvidado anotar la última vez que me había bajado, al igual que hacer las cuentas de cuándo me volvería a pasar. Con todo lo de la mudanza y el nuevo empleo, se me había olvidado por completo.
Al llegar al estacionamiento, vi aparcado el auto de Roy. No le mencioné que iba a salir porque seguro que buscaría acompañarme y eso era lo que menos quería. No por pena, sabía perfectamente que en este tipo de situaciones podía contar con él, incluso era el primero al que llamaba si ocurría una emergencia antes que a mis compañeras, pero es que él se tarda años en comprar la despensa o las cosas que necesitábamos. Veía el precio, lo analizaba, al igual que las distintas marcas y lo que le ofrecía cada una. Muy propio de su familia, su hermano y su mamá hacían lo mismo, me había tocado vivirlo en un par de ocasiones.
Me dirigí al supermercado más cercano, había decidido aprovechar para comprar un poco de provisiones alimenticias, para el desayuno y la cena. Había descendido la temperatura, vi el cielo y supe que no tardaría en comenzar a nevar. La primera tormenta de nieve del año. Al llegar aparque lo más cerca posible. Con suerte había traído las botas de nieve. Tomé un carrito al entrar y pensé en lo que necesitaba.
Tomé un paquete de café de grano, azúcar, crema en polvo, una caja de leche y otra de agua embotellada, un paquete de donas que sabían a la gloria, jamón de pavo, un paquete de pan para hacer sándwiches, todo lo necesario para no morir de hambre. Incluso me pase en algunas cosas pero me serviría para no tener que volver por al menos dos semanas. Al final decidí ir por lo de la higiene personal, compré shampoo en dado caso de que se me acabará el que traje de Washington, pasó lo mismo con la crema y el jabón, por último las benditas toallas sanitarias.
¿Cómo se me había logrado olvidar? Lo bueno era que traía una de emergencia en mi bolso. Caminé buscando la marca que me gustaba e incluso checando que era lo nuevo que el área de higiene femenina nos venía ofreciendo, tomé un shampoo para el área íntima, aún no encontraba el propósito de mi ida. Alcance a divisar las que necesitaba, solté el carrito y caminé con determinación hacia mi objetivo, eran las últimas que quedaban, estaba a punto de llegar y tomarlas cuando choque con alguien, me tambalee un poco.
- Perdón, estaba sumergido en buscar esto que no vi que te acercabas- señaló el paquete de toallas, con una hermosa sonrisa. Me quede perpleja al verlo, era tan lindo. No entendía cómo una persona lograba ser en demasía atractiva.
- No te preocupes- le dije saliendo de mi trance- yo tampoco estaba muy alerta que digamos.
- Creo que necesitas esto más que yo- dijo tomando la caja y dándomela. Me sonroje ante la suposición aunque era algo completamente normal.- Aunque el encargado debe tener más en bodega. Si no las llevo mi hermana me matará.
- Gracias por cederme el grandioso tesoro- le dije riendo ante la cara de terror al mencionar que su hermana lo mataría si no las llevaba. – si no hay, te daré la mitad. Al fin y al cabo vienen cuatro paquetes.
- No esta bien, buscaré en otro supermercado o le llevaré otras, al fin y al cabo son lo mismo- reí aun más.
- No lo creo, tu hermana se sentirá incómoda. Créeme te lo digo por experiencia, si te las pidió fue porque a su cuerpo y a sus necesidades les sientan mejor. Insisto que si no hay más, quédate con dos paquetes, puedo comprar más en otra ocasión.
- Esta bien, pero antes busquemos al encargado si él dice que no tiene, acepto con gusto los paquetes - comenzamos a caminar. En su carrito se encontraba la despensa para lo que parecía está semana.
- Pensé que estaría vacío. La mayoría de las personas deben estar descansando o aprovechando el día libre – le dije al observar los productos que llevaba en su carrito.
- Sí bueno, tenía que aprovechar. Luego no tengo tiempo además de que no tolero cuándo hay mucha gente. Creo que en eso pensamos igual- me dijo con una sonrisa al ver lo que había comprado.
- Sí bueno. ¿No deberías estar celebrando Año Nuevo o al menos tener una resaca por la fiesta de anoche?
- ¿No deberías estar haciendo lo mismo? – me respondió con otra pregunta.
- Acabo de llegar, no me apetecía salir ni festejar – me vio por un instante a los ojos y luego siguió empujando su carrito, al ver que no tenía ganas de continuar con la conversación o de responder mi pregunta, continué- ¿Tienes pensado preparar la cena?
- Sí. ¿Eres del Sur?- contesto cortante. Observó mi ropa mientras seguía empujando su carrito.
-No, ¿Qué te hace pensar eso?- sabía que era porque llevaba montones de ropa puesta.
- Tu vestimenta- aclaro mientras seguíamos buscando, en el camino tomo varias cosas que necesitaba, yo ya había terminado la compra.
- No soy muy fan del frío, prefiero el calor o el clima otoñal- conteste, era algo que realmente me gustaba, mi cuerpo no soportaba el frío- al parecer es tu clima ideal- mencione al ver su ropa, cómoda y perfecta para el clima, además de la facilidad con la que se movía.
- Siempre me ha gustado el frío- dijo encogiéndose de hombros- ¿has acabado tus compras?
- Sí, ¿tú?- le pregunte ya que había dejado de introducir mercancía al carrito.