Varios portales han invadido a la tierra. Portales silenciosos que se esparcen como una bacteria y conducen a cualquiera hacia un mundo donde los límites de la magia no existen y habitan las fantasías que filtramos a un cuento. Ginn se ve obligada a cruzar un portal por accidente cuando lo que parecía una excursión serena por el bosque, se vuelve una pesadilla que la lleva hacia una persecución por criaturas que solo existían en relatos que leía en internet, no en el mundo que ella habitaba. Eran criaturas aterradoras que acorralan a sus presas para destrozarlas. Pudo verlo en sus ojos. Así que la única salida para intentar sobrevivir, es correr.
Ginn solo pensará en cómo sobrevivir, mucho más cuando cae en manos de un grupo de guerreros al mando de un príncipe que no conoce el afecto. El primer encuentro será un caos. Ginn es presa fácil para cualquier espectro de Kenopsia y el príncipe debe cumplir con la ley que los antiguos reyes habían ejercido, no entrar en conflicto con el mundo humano, así que eso implicaba no matarla.
Pronto, Ginn nota que precisamente, sus captores no son héroes. Muchos aldeanos (Elfos, hechiceros de bajo rango y cambiaformas) se ocultaban con anticipación al recibir noticias sobre Keilan de Diamondfield, hijo de temibles sucesores y primo legítimo de la reina monarca Astrid, reina de todo Kenopsia.
Keilan creció con el estricto régimen de ser un príncipe temible para obtener infinito poder y respeto, así que actuó como un villano y se esforzó para llevar ese reconocimiento, pero... ¿Realmente quiso ser uno alguna vez? Todas sus dudas se despejaran cuando se vea involucrado en una aventura llena de obstáculos y sacrificios, donde podrá conocer mejor sus deseos y ambiciones por la intrusa que cruzó uno de los portales por casualidad.