Imperium

Capítulo 3: Regina Salvatore

Lo primero que hay que saber de Nápoles es que esta ciudad no se parece en nada a otras ciudades italianas como pueden ser Roma, Milán o Florencia. Es una ciudad caótica, con muchos edificios en mal estado, una ciudad permanentemente en obras y un poco sucia. Se parece más a ciudades como Palermo, y tiene su lógica, ya que Nápoles perteneció al reino de Sicilia. Nuestro primer contacto con la ciudad no fue el mejor, la verdad. Estábamos hospedados en el UNA Hotel Napoli, cerca de la estación, y como pasa en la mayoría de las grandes ciudades, la zona cercana a la estación central no es la mejor zona de la ciudad. Nada más llegar del aeropuerto nos vimos rodeados del caos típico de la ciudad, del tráfico infernal, gente con pinta un poco rara, durmiendo en la calle y gente que a mí me parecía sospechosa. Tengo que decir que en ningún momento nos pasó nada y tampoco vimos ningún altercado o alboroto. Tenía un poco de preocupación porque había leído que Nápoles no era una ciudad muy segura, pero fuera aparte de las precauciones básicas y la prudencia normal, la seguridad en Nápoles es como en cualquier otra gran ciudad. Al menos, esa fue nuestra experiencia hasta que un día paso algo que nunca olvidaré.

Mi compañero y yo estábamos dirigiéndonos a un lugar en donde teníamos que repartir algunas cosas, ya que el porqué del viaje a Nápoles era por trabajo. A decir verdad, trabajo para una gran compañía, famosa a nivel mundial. La compañía Jaegar. Nuestro trabajo era repartir piezas de motores con los que funcionaban las naves. Era un trabajo sencillo, pero nos pagaban más que bien y sin contar que viajamos por casi toda Europa con pasaje gratis, después de todo la compañía era multimillonaria.

Pues en teoría, era un día cualquiera, pero hubo un accidente peculiar. Tres camiones se estrellaron en media avenida obstaculizando nuestro paso hacia nuestro destino. Decidimos separarnos por callejones distintos para llegar rápido al destino. Los callejones estaban bastante descuidados y muy sucios, casi no había gente, lo cual me parecía bastante extraño a plena hora del día. Seguí mi rumbo mientras sostenía el paquete entre mis brazos. Mientras que seguía caminando, parecía que ese callejón era infinito. Escuche pasos alrededor, pero no me importaba, hasta que mi piel se erizo al ver algo sumamente imposible. Un callejón sin salida, sí, lo sé, no es nada fuera de lo normal, pero considerando que cuando entre se podía ver la luz en la esquina del callejón y ahora solo es un callejón sin salida, se me puso la piel de gallina. De inmediato voltee para seguir mi camino, pero de repente escuche a alguien corriendo hacia a mí, estaba de verdad muy asustado, solo me quede esperando a ver qué venia hacia mí. Una chica, de aspecto raro, pero a la vez lindo. Su figura era impresionante, parecía una modelo, su pelo era refinado y tenía unos ojos hermosos. Pareciese que fuese adolescente por su mediana estatura, pero lo dudo. Miraba fijamente su radiante cuerpo, no me culpen a penas tengo 21 años y soy virgen. Vestía de manera urbana, algo raro en Nápoles. Le pregunté de que hacía en un lugar como este, con lo cual ella solo respondió con una sonrisa.

Con que aquí estaba me contestó. Yo asumiendo que su respuesta era dirigida hacia mí, me avergoncé, ya que para ser sincero, la forma en que pronuncio esas palabras me dejo entendido que estaba feliz. La chica empezó a caminar lentamente hacia mí, mi corazón no podía soportar tanta tención, además de su fría mirada. Estaba tan cerca de mí que sus pechos apretaban el paquete de mercancía. No podía creerlo, estaba tan nervioso y sonrojado. Me miraba tiernamente mientras que yo solo volteaba para otro lado, pensé que no era inofensiva, pero aun no sabía porque se encontraba ahí. Enseguida quise preguntarle, pero ya no estaba. Solo me había descuidado un segundo y la chica ni el paquete se encontraban más en escena. Salí corriendo del callejón muy nervioso ya que esa entrega era sumamente importante. Lleno de rabia por haber descubierto que esa belleza era una ladrona más del montón logré salir del callejón y vi a un grupo de policías. Enseguida fui a pedir ayuda, pero escuche algo que me llamo la atención.

A continuación escribiré como si fuese una novela para que entiendan mejor mi experiencia.

- ¡¿Lo hizo otra vez esa Gina?! - Exclamaba con rabia

- ¡Que descarada, es la quinta vez hoy!

- ¡Ey, cálmense! Recuerden que nos paga, así que por favor cálmense hombres. - dijo con tono sereno mientras daba palmadas en la espalda a sus compañeros.

Cuando escuché esa conversación que tenía los policías, en seguida entendí la situación, una chica me había robado.

Fui a buscar a mi compañero y me encontré con la sorpresa de que también le habían robado la mercancía, le pregunte y sí, era la misma persona, la misma chica, pero la historia que él me contó era un poco diferente, ahí los ladrones eran 2 personas, bueno, 1 persona y un robot. Me pregunto como habrá sido la experiencia que tuvo mi compañero.




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