Cap. 1
Nadie se imaginó que tan joven tendría que cargar con esto…
Desde pequeño había visto que la mayoría de los niños jugaban con aviones, carros o muñecas, pero mi caso fue totalmente diferente, fui instruido en libros de historia, geografía y algunas lenguas antiguas, gracias a mis padres. Y de esa manera podían llevarme a sus expediciones e investigar grandes sucesos naturales o encuentro de objetos de civilizaciones pasadas. Aunque estuviera con ellos, realmente me sentía solo, mayormente pasaban encima de libros o hablando con otros investigadores de temas exclusivos y confidenciales.
No había niños más que yo, hasta que llego Philee un niño canadiense de apenas diez años; aunque nos diferenciamos por seis años, era agradable ver sonrisas entre tantas caras aburridas y por lo que deducía lo iban a criar al igual que a mí. Dentro de este ámbito sombrío y tosco entre tanta gente con cara estreñida. Philee había llegado con el nuevo equipo de mis padres, al cual se les había asignado la exploración de una de las montañas del Nepal, era pequeño, regordete y con mejillas que parecían pequeñas manzanas rojas. Tenía una alegría explosiva que hacía reír a carcajadas al grupo, aunque mis padres lo negaban siempre veía una sonrisa fantasma en sus labios.
Mi padre era un hombre alto, ojos oscuros al igual que su cabello y con un gracioso bigote que se extendía en puntas hacia los lados; en cambio mi madre, era baja, sus ojos verdes y su cabellera era tan rubia como los rayos del sol, se habían conocido en una expedición en Inglaterra. Con el tiempo se enamoraron y me concibieron, según mi abuela tenían planeado dejar las expediciones, pero fueron convencidos con una gran suma de dinero. Y con dos años ya era parte del equipo. El único tiempo que me dedicaban era para enseñarme sobre libros de historia o retarme cuando me costaba aprender.
La famosa expedición a la que se les había llamado iniciaba al día siguiente de nuestra llegada al pueblo, todo el grupo estaba listo y preparado. Nos hospedamos en uno de los pequeños hoteles a las faldas de las grandes montañas del Nepal. Según reportes se escuchan sonidos huecos en lo alto de la montaña Cho Oyu también conocido por los lugareños como montaña “Padre” La investigación requiere que escalemos, tomemos muestras y encontremos el enigma. Mientras esperábamos a los últimos integrantes del equipo me dedique a visitar a los habitantes de este pueblo, con un propósito. ¿Por qué la montaña lleva ese nombre? Y durante horas escuché la misma respuesta “La misma montaña se los dijo” Perdí totalmente el interés, esas respuestas me llevarían a un solo punto “magia”. Nadie cree en eso, cuando la ciencia te lo dice todo.
Debía descansar, subí las escaleras que me llevaban al piso de las habitaciones. No había visto a mis padres en todo el día ¿Para qué me preocupo? Sus comportamientos ya se habían hecho rutinarios, antes de entrar a mi habitación, una pareja se asomaba al final del pasillo en medio de ellos el niño regordete colgaba de las manos de sus padres, que suavemente lo mecían, sus risas y miradas eran sinceras entre ellos – Tal vez él no termine como yo – me causo tristeza - Entre rápidamente a la habitación, no quiero que me sorprenda observándolos. Me quito toda la ropa de encima y caigo sobre la cama, una vez más me quedo dormido mientras mis mejillas aguantan las lagrimas que pesan por la tristeza nunca dicha.
A la mañana siguiente nos encontrábamos subiendo la montaña, cada uno cargaba su propio equipo de protección y un maletín especial con todas las cosas necesarias para nuestra supervivencia. Mis padres lideraban al grupo, mi padre probaba el camino para asegurar el paso y mi madre controlaba un radar de frecuencia que nos indicaba el lugar exacto de los retumbados. Conforme nos acercábamos disminuíamos el paso hasta que por fin encontramos una pequeña cueva con el espacio suficiente para albergar a doce personas y dos niños. Desmontaron el equipo especial y es cuando a todos se nos erizo la piel, los sonidos que escuchábamos eran anormales, todos aseguraban que eran como golpes huecos, pero Philee y yo, escuchamos como exhalaciones de aire, es como si la montaña estuviera respirando. El pequeño niño, se había acercado y me dijo en voz baja.
- ¿Y si es un gigante dormido? – su pequeña observación me dejo perplejo lo que ocasiono que casi riera a carcajadas ¡Que gran imaginación! – No te rías – sus brazos apenas alcanzaban a llegar a sus hombros, el abrigo que tenia era demasiado grande para él. – Es como si estuviera durmiendo ¿No crees? – su pregunta me dejo pensativo.
Efectivamente era como escuchar cuando otra persona duerme, su respiración y la exhalación del aire. ¿Pero porque todos los demás escuchaban toques huecos?
- Mi papá dice que solo son toques, que de seguro escucho eso porque mis oídos son muy pequeños. – la forma como lo dijo me causo ternura. Es un niño tan pequeño ¿Que hace en un lugar como este? – No hablas mucho.
Estuve a punto de hablar para comprobarle que no era mudo hasta que escuche el llamado de mi padre.
- Allan, ven aquí. – su voz autoritaria llamo la atención de varios del equipo. No me sorprende mis padres suelen ser muy toscos.
Al acercarme me indicaron que, al tener más experiencia en el manejo del radar de frecuencia, se me asignaría las lecturas de las coordenadas mientras que mis padres y cuatro más saldrían a explorar antes que la tormenta de nieve tocara la montaña en una hora para ser exactos. Los demás tendrían que salir en el siguiente grupo que saldría una vez ellos regresaran, nos mantendríamos en contacto a través de la radio y la exploración seria de cuarenta minutos exactos pues el frio sería demasiado insoportable. El primer equipo se marchó, los demás nos encontrábamos reunidos alrededor de una fogata que habíamos encendido para entrar en calor, en total silencio escuchábamos como mi madre narraba el camino y lo que veía, al mismo tiempo les daba las coordenadas por donde debían continuar. El pequeño Philee estaba atento al sonido y de vez en cuando me volteaba a ver – diciéndome con su mirada, si escuchaba lo mismo que él – su seriedad me hacia dudar de la verdadera edad del regordete.
Editado: 12.08.2021