El albúm de fotos de mi madre es un misterio para mí.
En las fotos solo aparecen las fotos de su famillia pero en ninguna sale ella. Quiero saber el por qué, pero no me atrevo a preguntar, sin embargo tengo la confianza que lo descubriré. La cena transcurre divertido, ellos hacen hacerme sentir cómoda. Antes de terminar de cenar mi tía nos pide un momento para quedarnos.
Con una sonrisa llena de alegría, comenzo a la hablar.
-Les quiero hacer recordar que mañana tenemos que ir a la montaña, debemos mostrar a Vania los lugares hermosos de Kana. Asi que me gustaría saber ¿Quién, a parte de mí, está disponible?
-Yo -levanta la mano Cesar.
-Yo, tambiém -le sigue Valentin.
Sospechoso.
Lo que pasó después es que los demás se negaron, porque tienen responsabilidades pendientes. Me levanto de mi silla con mis platos para llevar al fregadero, pero el hermano de mi tía, un hombre mayor con bigote muy raro, llamado Daniel, nos pide que nos quedemos otro rato más.
Me siento, otra vez.
-No se olviden no hacer caso a los silbidos que escucharan antes de dormir.
-¿Qué? ¿silbidos? -pregunto.
-Cierto, Vania, en la cuidad de kana hay muchas ''leyendas'' y ''mitos'' -hace comillas con los dedos en esas dos palabras - que lo sabrás mañana. Sin embargo, todo lo que te cuentan es verdad, porque nuestros antepasados fueron testigos -responde mi tío como si fuera lo más normal de mundo.
Todos en la mesa nadie habla.
-¿Quién hace los silbidos? -vuelvo a preguntar.
-Las almas blancas -responde César.
-¡Daniel! ¡César! -mi tía se ríe- No la asusten, no les hagas caso Vania, solo están bromeando. Bueno, familia, hora de dormir . Ah, Vania, deja los platos, Lucrecia se encargará de limpiar. -lo dice al momento que estoy recogiendo mis platos.
Lucrecia es la ama de llaves de la casa.
-Esta bien, buenas noches -digo con una sonrisa y voy a la habitación.
Mi papá siempre viaja por motivos de trabajos asi yo me quedaba sola, asi que, tengo la costumbre de preparar mi comida y por ende, tambien el aseo de la casa. Subo las escaleras hasta llegar a la habitación, busco mi cepillo y pasta dental para lavar mis dientes, cuando tengo todo listo voy al baño. Mientras lavo mis dientes pienso en lo que dijo mi tío Daniel, por algún motivo siento que no es ninguna broma.
La seriedad en su cara me decía que lo hablaba enserio y Cesar dijo que son almas blancas.
¿Fantasmás? ¿Hay fantasmas en esta casa? ¡Tengo miedo a los fantasmas!
Salgo del baño y escucho un grito de una mujer desde donde estoy haciéndome asustar. Las puertas se abren y bajan por las escaleras, la curiosidad por saber que esta sucediendo me gana, bajo las ecaleras con ellos y al llegar a la puerta de la entrada veo a la mayoría fuera de la casa.
-¿Qué esta pasando? -susurro, preocupada.
-Te dije que alguien va a morir -susurra en mi oído César, me asusto y giro un poco pero rápido mi cabeza hacia él, nuestros rostros estan muy cerca que su nariz y la mía se tocan.
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Editado: 01.09.2024