Era tarde y el sol se empezo a ocultar, cuando la carreta en el que Voldor y yo estábamos llegó a la región de Tifanía, frente a nosotros se encontró la muralla oscura que defendía el flanco delantero de la ciudad, a diferencia de lo usual mantenían la entrada sellada, yo me dispuse a bajar de la carreta para solicitar el permiso para adentrarme a la ciudad sin menor problema, pero al llegar a la entrada principal noté que el guardia no se encontraba en su respectivo puesto de vigilancia, así que procedí a llamar para que abrieran la puerta, no había terminado de decir "solicito permiso para ingresar" cuando de pronto las solidas rejas con un fuerte chirrido se elevaron para permitirnos el paso, por mi parte no pude evitar desconfiar del hecho de que nos permitieran el paso sin hacer la revisión rutinaria, pero aun así volví a la carreta para ingresar a la ciudad.
Al encontrarnos del otro lado de la muralla no escuché el atormentante ruido de los ciudadanos que normal que abarrotaran las calles, así mismo no pude presenciar ni a uno solo de los soldados que resguardaban la entrada todos los días y lo que me pareció más extraño de todo el caso es que ninguna de las luces que acostumbraban a encenderse cuando empezaba a oscurecer estaban encendidas, así que era muy difícil ver más allá de unos cuantos metros y no solo por la oscuridad ocasionada por la falta de luz, aparte la visión se veía obstruida y dificultada por una densa y vertiginosa neblina que no me permitía ver a ningún ser viviente. Voldor al darse cuenta de que se me dificultaba ver por la neblina rebuscó en la carreta hasta encontrar un par de antorchas y tras encenderlas me otorgó una. Dejamos la carreta atrás y nos adentramos en la oscura neblina que parecía estar solo dentro de la muralla, con la idea de buscar a alguien que nos contara la razón para los extraños sucesos que habíamos presenciado desde apenas entrar, pero no encontramos más que barricadas que defendían las casas y desorden en los alrededores.
—¿Qué crees que haya pasado Leo? —preguntó Voldor mirándome con desconcierto.
—Pues no lo sé, pero esas barricadas deben ser recientes —dije tranquilizando la situación y añadí—. Así que aun deberían quedar ciudadanos por los alrededores ¿Verdad?
Luego de un corto tiempo buscando a algún habitante, nos sorprendimos al ver a un soldado de nuestra promoción haciendo ronda, aquel soldado mantenía una ruta fija, mientras que sus ojos miraban a todas direcciones de manera desquiciada.
—Alfred —expresó Voldor con asombro, ya que conocía al sujeto—. ¿Eres tú?, ¿sabes qué diablos sucedió con la gente de la ciudad?
En cuanto el soldado Alfred escuchó aquellas palabras que le dirigía Voldor, detuvo sus pasos y volteo la cabeza en dirección de ambos.
—¡Hu-hu-huyan ahora mismo! —dijo Alfred con notable esfuerzo—. O los mataré.
En cuanto Alfred pronunció esas palabras denotando esfuerzo y preocupación, supe que lo que se avecinaba era un conflicto y no solo interpretaba esto por lo que Alfred acababa de decir, una parte de mí me sugería que los tiempos de paz y de tranquilidad estaban a punto de acabarse.
Apenas unos segundos después de que Alfred nos sugirió huir, se aproximó a Voldor el mismo que yo por experiencia sabia era un excelente luchador y además poseía más experiencia en cuanto al dominio de la senda de la voluntad, no obstante aquel chico de nombre Alfred de no más que unos diecinueve años, actuó de manera extraña y como si de una marioneta se tratase, realizó movimientos erráticos que parecían obligados, le propinó una rápida ráfaga de golpes a Voldor quien con rapidez en un intento desesperado de frenar los puñetazos que iban y venían en todas direcciones se defendió con ambos brazos, pero esto solo funcionó un poco ya que no pudo evitar que desorientara a Voldor ya que terminó varado en el suelo, inconsciente y sangrando.
Luego de que Alfred realizó aquel acto agresivo, me dispuse a sacar mi espada para afrontarlo, pero con un rápido movimiento de su brazo derecho y sin dejarme siquiera pensar Alfred me arrebató el arma y con una fuerza abismal la lanzó de tal manera que terminó por incrustarse en la pared de una casa cercana y con la pierna derecha me mandó a volar con un tenaz movimiento, logrando que yo colisionará contra un muro, tras ese duro golpe y con duda terminé por ponerme de pie listo para seguir, solo para que Alfred sin remordimiento alguno me lanzara contra otro muro unas tres o cuatro veces.
Al verme en la difícil situación de tener a mi compañero herido, estar sin un arma y además tener que pelear contra alguien tan fuerte, recurrí por hacer algo que según Voldor requería una inmensa fuerza mental para realizar: aumentar mi fuerza, resistencia, velocidad, precisión, dureza y sentidos de percepción envolviendo mi cuerpo con tanta voluntad como pude, para realizar dicha acción había invertido concentración, esfuerzo y tiempo entrenando con la esperanza de algún día poder lograrlo y el día era ese, al cabo de unos segundos una honda de energía del color celeste de mis ojos cubrió todo mi cuerpo mejorando así todos mis sentidos, terminado en un modo que llamé "Incansable Voluntad".
Estando en esa forma pude apreciar como el tiempo se movía lento, pude escuchar mi propio palpitar y el ver el color del alma de todos los presentes, pude ver que el alma de Alfred, tenía un color oscuro que me decía que estaba sin dudar alguna vacío y pude ver el alma de Voldor que tenía tres capas con diferentes colores; en un principio era de un color gris que denotaba seriedad y frialdad, la segunda era de un color rojo que denotaba empeño y lealtad, y en el fondo era de un color blanco que denotaba en pequeña forma bondad y amor. Una vez pude contemplar el grandioso poder que había adquirido me dispuse a atacar al enemigo que tenía en frente y con solo un puñetazo le causé un significante daño, así que en manera de venganza y desahogo le propiné una severa aunque bien merecida paliza en la que le partí cada uno de los huesos que permitían que se moviera cual si fuera un muñeco, en cuestión de unos instantes muy cortos terminé por derrotar a Alfred con gran facilidad y rapidez, y como no necesitaba seguir en mi modo lo desactive, entonces sentí como si me hubieran apaleado, mi cuerpo que hace un momento se sentía como el de un súper héroe ahora se sentía pesado y adolorido. Por fortuna Voldor despertó unos segundos después de su trance y aún si él era el herido me ayudó para que caminara y juntos nos dirigimos a la carreta para recuperarnos de lo que sea que hubiese ocurrido.
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Editado: 12.09.2024