Narrador Omnisciente.
Las tierras del continente de Gorbian se encontraban empañadas de la sangre de Orx, Avil, Tirant y en menor cantidad de humanos, la feroz batalla entre reinos había causado una gran cantidad de bajas para la alianza de los "No-humanos", por esa razón se generaron conflictos entre ellos, los Tirant y los Avil querían dejar la guerra, mientras que los Orx planeaban seguir.
—Esta guerra no tiene sentido, solo estamos enviando a morir a nuestros soldados —afirmó Tavin reina de los Avil.
—Ella tiene razón, además incluso si ganamos la guerra ¿Cómo dividimos un solo reino entre tres? —exclamó Garl, rey de los Tirant.
—Sé que esto se ve mal, pero primero acabaron con los Dragonianos, ahora quieren exterminar a los Orx, piénsenlo, luego seguirán ustedes —dijo Borno defendiendo su creencia de que los humanos merecían morir.
—Bien, mañana enviaré a mis soldados más capacitados a matar a Martín para acabar con la guerra, pero si ellos no lo logran no cuentes con los Avil para nada —proclamó Tavin con ferocidad.
—Yo también enviaré a mis más fuertes soldados, pero si terminan muertos, todo mi ejército se retirará —dijo Garl apegándose a lo dicho por Tavin.
—Que así sea, no los defraudaré —culminó diciendo Borno.
Thanatos rey del inframundo le notificó a Martín que los Avil y los Tirant planeaban abandonar la guerra, pero Martín que no pudo aceptar que luego de sacrificar a sus soldados de clase baja, media y alta, no poseería todos los reinos, le solicitó a Thanatos que lograra que los Avil y los Tirant se pusieran del lado de Tifanía, ante esta solicitud el gran, poderoso y temido Thanatos se marchó con un ejército de mil soldados controlados.
Thanatos le obsequió a los mil soldados el poder de corromper el alma de los mortales y marchó con su ejército endemoniado al campamento de la alianza de los "No-humanos", los Orx con rapidez se lanzaron contra ellos, pero eso no pudo terminar peor, cada vez que uno de los Orx que morían a manos de alguno de los 1000 soldados o era asesinado por Thanatos, volvía a la vida como uno más de los esclavos del rey Martín y luego ayudaba a la derrota del resto.
Durante el anochecer hasta poco antes de que saliera el sol, los Orx pasaron de los trece mil soldados que les quedaban a tener unos cuatro mil, todos los demás eran monstruos a la orden de Martín, este perturbador evento desató la inseguridad en Borno, ya que al principio poseía diecinueve mil soldados que en algunos reinos se creían invencibles, pero luego le quedaba menos del treinta por ciento, Borno no pudo seguir viendo como mataban a sus soldados (de manera metafórica, ya que él no estaba presente) y marchó junto con los soldados que le quedaban para postrarse ante Thanatos y presentar su rendición.
Borno se paró frente a Thanatos quien era escoltado por gran cantidad de soldados entre ellos muchos Orx e hizo lo que no había hecho antes, se arrodilló y proclamó su rendición, Thanatos por su parte no tuvo piedad y convirtió a todos los soldados Orx restantes, incluso al mismísimo Borno, pero antes de morir pronuncio unas palabras dirigidas a Thanatos.
—Incluso si yo muero no será en vano, porque aunque no lo creas llegará alguien que te hará frente por todos a los que asesinaste... y yo soy uno de ellos...—dijo Borno para luego ser apuñalado por la espada de Thanatos causando así su muerte.
Martín envió mensajeros a Tavin reina de los Avil y a Garl rey de los Tirant, en las cartas notificaba que los Orx habían caído y que debían rendirse o de lo contrario los próximos en perecer serian ellos, ambos reinos consideraron mejor estar de lado de Tifanía que en contra, por esto se unieron como aliados de Martín. Y así en menos de tres días la guerra acabó con el triunfo de los humanos y la unión de los Avil y Tirant al "glorioso" reino de Tifanía. Con la guerra terminada Martín comenzó a planificar como mataría a Leo, lo cual no sería muy complicado, porque él era el rey al que Leo servía.
Leo por su parte retomó el camino hacia el volcán de los Dragonianos, le tomó cerca de una hora recorrer lo que le faltaba de camino, al llegar ató las riendas del caballo a una roca de la cercanía y se introdujo en la cueva. En el instante en el que entró, Drac lo recibió con cordialidad.
—Pero si es Leo, dime ¿a que se debe esta visita? —expresó Drac con alegría.
—Quizá esto no te agrade demasiado, pero necesito su ayuda —pidió Leo con expresión más seria.
—No te preocupes, si quieres resguardarte de la guerra aquí, adelante —dijo Drac pensando que de eso se trataba.
—No, no es eso, sucede que... —Leo le explicó a Drac como el rey había matado a su padre, el cómo él rey sacrificó a los soldados y le contó que necesitaba la ayuda de los Dragonianos.
—Leo, la cuestión es que los Dragonianos pese a nuestra apariencia no somos peleadores, hace cinco años Tifanía nos derrotó porque los Dragonianos en su mayoría eran agricultores y mineros —mencionó Drac tomando de hombros a Leo—. Y la verdad es que en la actualidad estamos más preparados, pero nuestro número de soldados es de cerca de tres mil, lo cual es por mucho menor al de Tifanía y por si fuera poco tienen la ayuda de los Esbirros, aun si accediera a ayudarte el hecho de vencer a Martín es simple fantasía.
—Está bien entonces pelearé solo, al final siempre lo he estado —concluyó Leo con sollozante voz.
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Editado: 12.09.2024