Narra Leo.
Mis compañeros quedaron asombrados al ver mi muestra de determinación, a su vez admito que yo también me sorprendí, pero me contuve y me preparé para derrotar a quien se encontraba delante de mí, Martín estaba sentado en su trono como si me hubiese estado esperando. Martín rey de Tifanía, aniquilador de la mayoría de los Dragonianos, conquistador de Orxian, asesino de mi madre y de más personas inocentes. Convertí todo mi cuerpo de acero y corrí para cargar con Martín, sin embargo fui detenido por un grupo de caballeros de clase alta, no los había notado cuando entré, pero ellos a mi sí, y ahora se encontraban resguardando a Martín.
Eran alrededor de diez caballeros de clase alta, sin embargo en ese momento poco me importaba si eran diez o cien, si debía vencerlos para hacerle frente a Martín, lo haría a como diera lugar. La batalla empezó cuando uno de los caballeros se apresuró en atacarme, por su repentino movimiento supe al instante que era la primera vez que alguien se atrevía a intentar matar al rey, yo respondí bloqueando con mi mano abierta.
En el momento en el que la espada tocó mi mano, me dispuse a doblar la espada con el fin de partirla en dos, en las caras de los caballeros se podía ver la duda, de seguro el que un sujeto con piel de acero viniera a matar al rey, no era algo que ocurriese todos los días. Aun con su evidente duda me atacaron entre todos, no obstante las espadas se partieron como si fueran de vidrio y yo aproveché la situación conmocionada para propinarles dos fuertes y punzantes golpes al pecho, ambos salieron disparados y quedaron inconscientes.
En las armaduras de los caballeros inconscientes, se podía ver un gran segmento hundido en el peto, causado por el anterior golpe ejecutado por mí, yo me sentí bastante poderoso de haber causado esa gran herida con un solo golpe, mientras que los caballeros sintieron pánico o quizá ansiedad, porque lo siguiente que hicieron, la verdad no lo haría alguien cuerdo, ya que todos procedieron a atacarme usando solo sus puños, si bien los caballeros eran expertos luchadores, la idea de arremeter a puño limpio a alguien hecho de acero, era sin duda una idea descabellada.
Yo no tomé en serio el hecho de que quisieran derrotarme a puños, me parecía una idea tonta dado la actual forma de mi piel, pero de alguna manera (admito que debí preverlo) se cubrieron con aura de voluntad, eso me causó un fuerte espasmo y me hizo pensar en el árbol que había talado con una patada cuando me desahogaba cerca del pueblo leñero. Me di cuenta que por mi bien debía tomarme en serio la pelea, habían ocho caballeros presentes y todos estaban envueltos en voluntad, primero uno procedió a lanzarme un gancho a la cara, yo me agaché para esquivarlo, pero otro de los caballeros me dirigió una patada baja en mi dirección, por el hecho de estar agachado no pude esquivarlo, en cambio recibí un contundente golpe, que fue seguido de más de ellos, así de un momento a otro me encontré en el suelo recibiendo una paliza de ocho caballeros.
Drac, Voldor y Melisa al ver como yo era apaleado por gran cantidad de caballeros, fueron a mi rescate, Drac con su flamante aliento alejó a los caballeros, Voldor con su voluntad confrontó a los caballeros, que estaban desorientados por el calor de las llamas, mientras Melisa fue junto a mí para saber cómo me encontraba.
—Leo, ¿te encuentras bien? —se preocupó Melisa montando mi cabeza encima de su regazo.
—Ah...yo... ¿Melisa?, ¿qué me pasó? —pregunté un tanto desorientado.
—Me habías preocupado, te desmayaste luego de que los caballeros te dieran una paliza —respondió Melisa, ahora menos preocupada.
—Es cierto, yo debo vencer a Martín —expresé levantándome con esfuerzo.
—Pero, ¿por qué quieres matarlo con tantas ansias? —dudó Melisa.
—Él asesinó a mi amigo y a miles de soldados, llevó a los Dragonianos al borde de la extinción, mantuvo un régimen tirano durante 22 años, asesinó a mi madre e hizo que mi padre hiciera actos atroces —expresé con gran disgusto a la pregunta de Melisa—. Él merece morir, por lo que dije, por lo que no dije y para que en un futuro no haga nada parecido.
—Pero ¿Por qué tú? —repuso Melisa.
—Alguien tiene que "ensuciarse las manos para que los demás vivan felices con las suyas limpias" ¿no lo crees? —dije mientras me envolvía un aura roja bastante caliente.
—Entiendo que te ha hecho sufrir, pero no dejes que él te convierta en un mal sujeto, tú eres una persona muy asombrosa, así que no hagas algo como alimentar tu ira —aconsejó Melisa con una voz suave y benevolente.
En ese momento mi aura roja, causada probablemente por mi ira y malos sentimientos, se tornó a su hermoso color celeste, además de eso, en mí algo cambió, esas bellas palabras que me dirigió Melisa, hicieron que surgiera un sentimiento que no había estado en mí antes, un cálido sentimiento que me daba seguridad.
—Eh...yo...pues, claro eso haré —dije sonrojándome.
De inmediato me levanté, sintiendo como toda mi fuerza estaba de vuelta, a mi alrededor estaban mis compañeros peleando contra los caballeros de clase alta, así que me acerqué con intención de ayudarlos, esto sin embargo no fue necesario ya que Voldor, irradiando su energía con gran tenacidad, se movió incluso más rápido de lo que yo lo hacía con mi "Incansable Voluntad" y con ataques similares a los que había usado cundo nos enfrentamos venció a gran parte de ellos, Drac por su parte usó sus llamas, brazos, piernas e incluso su cola, para atacar, esto con resultados grandiosos, acabando con los pocos que quedaban.
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Editado: 12.09.2024