Narra Leo.
La lucha se reanudó, solo que ahora Thanatos se enfrentaba contra un hombre nuevo. Cambiado por el amor que sentía por Melisa, me aproximé a él de manera ofensiva; esta vez no fue tan difícil para mí el sobrevivir en una batalla cuerpo a cuerpo contra él. Los golpes iban y venían, la habitación se estremecía con cada golpe y yo sentía que Thanatos no era tan fuerte como creía al principio. Claro que a veces me equivoco, o puede que él pudiera leer mi mente y se enojó, pero lo cierto es que comenzó a realizar sus movimientos con más fluidez, haciendo que para mí fuera imposible el contrarrestarlos, por lo cual de un momento al otro terminé literal estando contra la pared.
—Ahora si se acabó, tu tiempo ha llegado a su fin, inepto —expresó Thanatos de manera grosera antes de levantar su mano arma y dirigirla contra mí.
Con rapidez a mi mente llegó una frase: "Si te encuentras contra la pared, úsala como impulso". Con esa frase enseguida cuestioné mis opciones, así que estando en mi modo, debido a que el tiempo parecía lento, llegué a una solución al instante. Me cubrí del ataque con mi antebrazo izquierdo; allí aproveché de mover el centro de masa de mi enemigo, para así posicionarlo contra la pared. Con mi enemigo ahí lo ataqué sin piedad con mi brazo desocupado en su estado acerico; con esa acción logré herir a Thanatos con muchos cortes a diferentes áreas del tren superior.
Para no aprovecharme de mí suerte, me alejé de él a una distancia segura; estando ahí con mi brazo tembloroso, miré a mi enemigo y lo que vi me perturbó. Él estaba sangrando, pero aún así estaba riendo con suma alegría. La razón de ese hecho era para mí desconocida, pero la opción más acertada es pensar que tal vez Thanatos fuera un masoquista.
La pelea dio un giro extraño y grotesco, porque cada vez que dañaba el cuerpo de Thanatos este se reía con una risa incesante y me atacaba con más destreza. Era asqueroso pero retador, patético pero asombroso, raro pero excitante, sin embargo, me cansé de jugar y lo ataqué con todo lo que pude.
Me incliné por irme con todo y me arriesgué a trasmutar mi cuerpo para que así tomara una forma nueva en su totalidad. Me concentré en transformar mi cuerpo en algo resistente y fuerte; al concentrarme en que fuera fuerte, alto y robusto, terminé convirtiéndome en lo que se conoce como goleen. Era intimidante y grande, estaba hecho de alguna clase de piedra y era de unos dos metros o más. Así en esa forma ataqué con repetidos golpes a las extremidades con la intención de romperlas, pero el lento cuerpo que ahora poseía no me permitía siquiera tocarle, así que cambié de nuevo mi forma, esta vez a algo más veloz; me terminé convirtiendo en una especie de criatura felina de rayo que era muy rápido, que se conoce como kirin (eso me dio una idea de cómo nacieron las diferentes razas).
Con esa forma, sí que golpeé a Thanatos, pero el veloz cuerpo no destacaba por su fuerza; de hecho, en esa área era inútil; con todo eso terminé decidiendo ser yo mismo, pero mejorado. Cambié la débil composición de mi cuerpo por duro acero ennegrecido, con excepción de algunas partes que necesitan ser más móviles; a esas la volví de goma, dupliqué mi cantidad de brazos y además me creé unas alas y una cola, claro que mantener todo eso sería un verdadero reto.
Con mi última forma, ahora sí estaba preparado y listo para batirme a duelo con Thanatos. Todo empezó normal o tan normal como lo era que lo atacara con mis cuatro brazos sin parar, le tomara del pie con mi cola y lo subiera hasta lo alto para finalizar con estrellarlo contra el suelo; a eso le procedió un breve silencio…
—Al fin alguien me da una lucha placentera; como agradecimiento dejaré que veas todo mi poder —dijo Thanatos con voz seria.
La piel de Thanatos, que antes era pálida, se tornó en un negro intenso y sus ojos verdes cambiaron a un azul claro. Luego se elevó por el aire y quedó estático por un instante; recitó una especie de canto melodioso y para finalizar a su cuerpo entraron un montón de sombras.
—Siéntete honrado de presenciar la expresión máxima de mi poder; tú, aunque seas un ser inservible, recibirás la muerte más épica que pudiera tener un mortal; morirás a manos de Thanatos, el prodigioso rey demonio, gobernante del inframundo y legitimo amo y señor de la humanidad —proclamó Thanatos mientras descendía al suelo.
Estando en el suelo Thanatos creó una esfera negra de energía con la que me atacó. La pequeña bola colisionó en mi cuerpo, creándole una enorme satisfacción a mi enemigo, pero no es todo, eso también causó una rara reacción que desactivó todas las mejoras que había hecho en mi cuerpo, dejándolo tal y como era antes. Luego hizo aparecer un arma en su mano, era un báculo de diamante, el cual usó para hacer un par de golpes al suelo. Eso hizo que la habitación cambiara, haciendo parecer que estaban en un espacio distante, en el que la nada era lo único que había…
—Bienvenido, este es el lugar de tu muerte y me temo que tú eres el actor principal —se burló Thanatos.
—Qué…, pero ¿cómo hiciste eso? … —dije dudoso de la situación en la que me encontraba, pero de pronto escuché unos latidos y me tranquilicé. —Un segundo, esto no es real, ¿no es cierto?
—Pero qué absurdo, ¿qué acaso ya te volviste loco? —exclamó Thanatos un tanto enojado.
—No, nada de esto es real, si lo fuera, ¿cómo explicas que aún escuche el sonido de los leves latidos de Melisa? —concluí.
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Editado: 12.09.2024