Narrador omnisciente.
(Una hora y media antes de que Voldor consiguiera el sello)
Leo se encontraba en el Olimpo, hogar de los Avil. Allí buscaba averiguar la ubicación y estado de sus padres, sin embargo, antes tenía que pasar la entrada principal, la cual era custodiada por un grupo de cuatro Avil, que pretendían luchar contra Leo, así que ahí estaba Leo, preparado y con expectativas. La lucha comenzó; los cuatro enemigos que Leo tenía en frente atacaron en conjunto; esta era la estrategia más común entre los soldados Avil, pero para Leo era algo nuevo a lo que no se había enfrentado, pero aun así se mantuvo calmado y esperando a que los atacantes llegaran.
Con gran velocidad los agresores sobrevolaron por los aires, esperando a que Leo se descuidara, cuando de pronto dos de ellos atacaron desde direcciones opuestas. Ante esto Leo cerró sus ojos y confió en que sus instintos le dijeran qué hacer, esto mientras que sus enemigos se aproximaron con intenciones hostiles. Los Avil seguían su curso en dirección a Leo, estando a pequeños instantes de impactar sus lanzas en contra del cuerpo de Leo, este reaccionó con rápidos movimientos; primero se paró con una sola mano y una vez en esa posición estando así hizo girar su cuerpo con sus piernas estiradas, para así apartar a los dos agresores con un par de patadas. Esto hizo caer a los Avil, además redujo el número de enemigos restantes.
Los dos Avil quedaron perplejos; después de todo, Leo era el primero que los derrotaba tan fácilmente, por ello tomaron sus lanzas y arremetieron contra Leo en una agresiva confrontación. Leo, sin embargo, evadió cada uno de los ataques, luego procedió a cambiar la composición de sus extremidades para que fueran de acero sólido. Una vez así realizó un corte giratorio que cercenó las alas de los Avil y cuando Leo vio que estaban indefensos les dirigió unas palabras.
—Ahora que los he vencido, ¡exijo que me lleven con el Oráculo! —ordenó Leo a los soldados Avil caídos…
—Como guste, lo llevaremos, después de todo ha demostrado ser merecedor de ello —aceptó uno de los Avil con miedo.
Los dos Avil abrieron la puerta y una vez dentro guiaron a Leo hasta el Oráculo. En el transcurso, Leo vio que se trataba de un lugar muy glamuroso, las paredes eran blancas y esculpidas a la perfección, los suelos estaban muy bien pulidos y eso, unido a su color blanco, dejaba que se pudiera ver el reflejo de quien mirara al suelo. Los dos Avil guiaron a Leo a su destino; era una puerta de gran tamaño, que era usada para mantener en su interior al deseado Oráculo. Los dos soldados Avil le otorgaron una llave, con la cual podría entrar en la habitación donde encontraría la respuesta que buscaba.
Narra Leo.
Yo usé la llave que me habían dado para pasar a través de la puerta principal; al franquearla pasé a través de un largo corredor que parecía no llevar a ningún lado, pero al final vi una pequeña puerta que me dijo lo contrario. La puerta era bastante reducida; por ella era difícil que pasara alguien de mediana estatura, pero no hace falta resaltar que mi estatura no es demasiada; de hecho soy considerado bastante bajo, pero bueno, aún con mi metro sesenta y cinco de estatura, se me hizo un tanto dificultoso pasar a través. Estando al otro lado de la puerta vi un libro bastante grande. Tal tamaño parecía ridículo, porque de hecho era más grande que yo. A su lado estaba una mujer de edad madura, que por las alas en su espalda pude deducir que se trataba de una mujer Avil.
—¿Qué deseas?, joven viajero —preguntó la mujer.
—Yo quiero saber el estado y ubicación de mis padres y me dijeron que aquí podría encontrar la respuesta a esa pregunta —respondí algo nervioso.
—Muy bien, pero para ello necesito de tu sangre, así podré descubrir cada uno de los misterios que oculta tu familia, Leo —dijo la mujer.
—¿Cómo sabes mi nombre? —pregunté sorprendido.
—Sé todo sobre ti, soy tu seguidora, luego de todo lo que has hecho por Gorbian… pero más importante, requiero de tu sangre, con una gota bastará —explicó la mujer.
—¿Seguidora?, no creí que fuera famoso —me asombré con sus palabras mientras me cortaba la mano para hacerla sangrar.
—Excelente, con eso bastará, a propósito mi nombre es Ella (se pronuncia "Ela") —se presentó Ella a la par que introducía mi sangre en un pequeño frasco.
—¿Qué harás con eso, Ella? —pregunté.
— ¿Qué esto? … Nada, la sangre es para mí uso personal —respondió ella bastante tranquila.
—¿Pero en serio me darás la respuesta que busco? —dudé.
—Claro, solo espera unos segundos —dijo ella. Tomó un libro que mantenía en un estante y comenzó a leerlo.
El libro era de tamaño normal, negro y, considerando las extrañas palabras que ella pronunciaba, estaba en otro idioma, uno quizás olvidado. Con esta lectura parecía no hacer nada en realidad, pero de pronto a mí alrededor apareció un círculo con inscripciones desconocidas para mí; yo me quedé de pie y esperando a que algo sucediera, y sin esperarlo mi vista se oscureció, todo lo veía negro, hasta que de la nada aparecí en una cabaña.
—¿Dónde estoy?, se supone que deberías decirme donde están mis padres —expresé irritado por la situación.
—No desesperes, este es tu hogar, aquí podrás ver lo que en realidad sucedió, así sabrás… la verdad —indicó ella.
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Editado: 12.09.2024