Narra Leo.
Luego de tocar la puerta, unos pasos se escucharon y entonces alguien abrió. Seó. Se trataba de un hombre de edad desconocida, tenía barba a medio rasurar y y además su estatura no era muy diferente a la mía, de hecho solo era más alto por unos cinco centímetros. Al mirarme sonrió un poco y amplió sus ojos con asombro.
—Leo, eres tú, que sorpresa —dijo Leonard.
—Así es y he venido a hablar contigo —informé de manera seria.
—Primero déjame felicitarte por tu gran hazaña; tus actos heroicos han llegado hasta estos paramos, aunque con otro nombre; sé que fuiste tú el que en realidad lo hizo —me felicitó Leonard.
—Eso está bien, pero no vine a que me felicitaras; tu aprobación es lo que menos me importa en este momento; yo he venido porque quiero saber la razón de mi existencia, ¿por qué estoy aquí?, ¿acaso algo de lo que hice lo hice por mi libre decisión? —pregunté indignado por sus palabras.
—Eso no hace falta recalcarlo demasiado, pero si quieres saberlo te lo diré…é… tu existencia no fue algo planeado y de hecho fue una molestia, pero tu madre, en sus últimos momentos, te dio un propósito, te brindó una causa por la cual esforzarte, una razón para vivir… … y en cuanto a lo segundo, todo lo que hiciste fue por tu decisión, aunque no libre, pues tú lo decidiste, pero esas decisiones fueron generadas por tu falsa causa, así que la pregunta no es ¿por qué decidiste hacerlo?, sino ¿por qué quisiste hacerlo? —respondió Leonard.
—Quieres decir que ¿en esta vida llena de preguntas, las respuestas las daba yo, pero solo porque me fijaba de la información que mi madre me implantó? —pregunté aún más indignado.
—Así es, ¿algún problema? —frunció el seño Leonard.
—Solo tengo un problema… … y ¡ese eres tú! —admití con enojo.
En seguida, como si se tratara de algo instintivo, me abalancé en contra de mi padre; mis ataques fueron a mano desarmada, pero mis puños estaban envueltos en ira, por lo cual mis puñetazos causaban aún más daño de lo usual. Mis ataques fueron con facilidad esquivados por parte de mi padre. Él. Él pareció bastante calmado con la situación, como si desde un principio hubiese sabido que todo iba a acabar de esa manera. Yo por mi parte me seguí esforzando por destrozar la cara de mi padre; con cada golpe fallado, la velocidad aumentó, haciendo que poco a poco entrase en mi modo "Incansable Voluntad". Una. Una vez en ese modo acerté uno de mis golpes, esto causó un efecto inmediato: no solo mandó lejos a mi padre, sino que además partí su mandíbula.
Yo vi cómo mi padre se encontró tirado en el suelo y con la mandíbula partida por el impacto. Desde. Desde mi perspectiva pareció derrotado, pero no fue así, de hecho se levantó, me miró y su mandíbula volvió a su lugar. Esto. Esto me dejó perplejo, parecía que se hubiera curado de la nada, pero no solo parecía, sino que sus heridas, aunque minúsculas, se curaron al instante. Esto. Esto me hizo pensar en lo que vi en mi viaje al pasado. Recordé. Recordé que Samanta, mi madre, le había otorgado "Un cuerpo muy especial". Así, en pocos movimientos, mi padre me demostró que era superior. Su. Su cuerpo lo hacía más capaz que yo en esa batalla, pero no por eso tuve la intención de perder, por lo cual fui de nuevo a combatir contra el "monstruo" que tenía en frente.
La pelea se reanudó, en esa ocasión Leonard no solo se dedicaba a esquivar, sino que también contraatacaba. Sus. Sus movimientos parecían calculados en su totalidad, su manera de recibir los golpes parecía anormal, pues los recibía de lleno sin molestarse en terminar herido, pero ya que su cuerpo no era ordinario, no me exalté en lo absoluto. Mis ataques parecían no afectarle; al fin y al cabo, hasta el más fuerte de mis ataques, solo le afectaba por unos breves segundos, luego se curaba como si no fuese nada. Por. Por mi parte, yo comencé a agotarme; no solo había lanzado una cantidad ridícula de ataques sin lograr nada, también había mantenido mi modo durante toda la pelea y a diferencia de él, sus ataques me afectaban por más de unos instantes.
—Leo, te has vuelto bastante fuerte, solo por eso te diré algo que supongo no sabrás aún…aún… —empezó a balbucear Leonard.
— ¿Ah sí?, que interesante —respondí con sarcasmo mientras jadeaba.
—Veras, nuestros poderes, aunque nos lo dio la misma persona, son muy diferentes, ya que mi poder consiste en regenerar las células afectadas de mi cuerpo, eso significa que incluso me cura de la vejez, por lo cual no puedo morir con facilidad… tú, por otro lado, tienes un poder muy peculiar, tu poder consiste en crecer tanto como tu decisión te impulse, esto es sin lugar a dudas un gran poder, porque significa que siempre y cuando tengas un gran objetivo, podrás mantener ese poder —explicó Leonard.
—Genial, eso me ha dado la respuesta de cómo podré vencerte —sonreí ocurrente.
—En realidad no lo creo, solo te lo dije porque no me gustaría matarte sin que supieras nada —admitió Leonard.
Esas palabras fueron la única advertencia para lo que se avecinó. Leonard corrió en dirección a mí y me atacó sin piedad con repetidos golpes al pecho y a la cara. Esta serie de ataques fueron rápidos, certeros e ineludibles; la verdad no pude evitar ninguno; debido a ello quedé bastante agredido, por lo cual caí al suelo y enseguida Leonard aprovechó para hablarme.
—Ahora debes morir —proclamó Leonard.
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Editado: 12.09.2024