"Si no juegas con fuego, te morirás de frío."
Capítulo 3: Mala suerte...
—¿Acaso te golpean? —Dijo minutos después, los cuales se me hicieron eternos.
—Déjame en paz... —Dije con un hilo de voz.
Sentí que dirigió su mano a mi mentón y luego hizo que lo mirara a los ojos.
—Aprende a defenderte. —Dijo para después soltar mi cara bruscamente e irse de ahí.
(...)
El día de clases había concluido y yo lo que menos quería hacer era dirigirme a mi casa.
¿No les pasa que a veces te gustaría que tu vida cambiara completamente? ¿O simplemente quieres saber porqué estás en este mundo? ¿A qué viniste? Pues todo ese tipo de preguntas llenan mi cabeza todos los días de mi vida.
Tal vez piensen que soy muy exagerada, pero no es así.
De tanto estar concentrada en mi pensamientos, choqué con alguien.
—Lo siento, no fue mi intención. —Dijo una chica.
—No hay problema. —Sonreí.
—¿Cómo te llamas? —Me sonrió.
—Soy Kelsey Williams.
—Ah, eres la chica nueva. Mi hermano me ha hablado de ti... —Dijo haciendo una mueca.
—¿Tú hermano?
—Sí, mi hermano. ¿No lo has visto? Se llama...
—Vamos, Lawrence. —Dijo ¿Daven?
¿Daven tiene hermanas?
<<Pues sí, genia. Ni que lo conocieras de toda la vida>>
Ya lo sé, solo que no me lo imaginaba.
—¿Él es tu hermano? —Dije haciendo una mueca.
Mierda, ¿Por qué a veces no me puedo quedar callada?
—Sí, es feo, ¿Verdad? —Dijo riéndose.
Sonreí.
—Cállate, ¿Acaso crees que Kelsey es bonita? Mírala, ¿No sientes lástima?
Auch.
—¿Cuál es tu problema, Daven? ¿Acaso Kelsey te ha hecho algo? A penas es su primer día y tú estás molestando, como siempre. —Lo miró de mala manera.
—Cierra tu maldita boca y vámonos.
—No me iré contigo hasta que le pidas perdón.
—Uno pide perdón cuando realmente siente que debe hacerlo.
—Entonces háblame cuando te dé la gana de hacerlo. —Dijo molesta dirigiéndose a la salida—. Ah... y ni te atravas a decirle algo a Kelsey.
Busqué en mi bolso mi celular y maldecí al darme cuenta que lo dejé en la última clase.
Cuando levanté mi mirada, me di cuenta que Daven estaba mirándome. Pero ¿Por qué?
<<¿Y por qué lo estás haciendo también?>>
¡PORQUE ÉL ME ESTÁ MIRANDO!
<<¡PUES DEJA DE HACERLO!>>
Dejé de mirarlo, me dirigí a la clase a recoger mi celular y cuando llegué un grupo de chicos lo estaban revisando.
—Oigan, ¿Qué hacen? —Dije.
No es que tenga cosas malas, sino que allí tengo cosas importantes.
—¿Es tuyo, bonita? —Dijo un chico de ojos marrones y cabello castaño.
—Sí, gracias. —Alcé mi mano.
—Eh, eh, eh... ¿Quién dijo que te lo daré?
Fruncí mi ceño.
—Es mío, claro que me lo darás.
—No, si no me das un beso.
¿Y a este que le pasa?
—No te daré un beso, así que dámelo.
—Volví a levantar mi mano.
—Si no me darás un beso, entonces atrápame.
¿Qué?
En cuestión de minutos él chico de ojos marrones salió corriendo por la puerta del salón.
—¡Ey! Dámelo... —Corrí detrás de él.
Dios, esto es tan patético.
Cuando finalmente estuve a punto de alcanzarlo, el muy imbécil le tiró mi celular a otro chico.
—¡Maldita sea! Dame mi celular. —Dije algo molesta.
—¿Estás enojada, preciosura? —Se burló el castaño.
—Cállate y dame mi maldito teléfono.
Cuando estaba a punto de tirarle mi celular nuevamente a otro chico, alguien habló.
—Basta, chicos. ¿No querrán hacer enojar a la chica nueva? —Otra vez él.
¿Es que acaso el mundo me odia? ¡Me sale hasta en la sopa!
—¡Daven, amigo, que gusto verte! —Dijo el chico de ojos marrones abrazando a Daven por los hombros.
—Lo mismo digo Brayden. —Se alejó de él.
Con que así se llama.
—Ahora, dame ese celular.
El chico de ojos marrones le dio el celular a Daven y se marchó diciendo:
—Nos vemos luego, preciosura.
—Gracias por pedirle mi celular.
—Sonreí y levanté mi mano para tomarlo.
—¿Y quién dijo que te lo iba a dar?
—Dijo sonriendo maliciosamente.
No, por favor.
—En serio necesito mi celular, Daven.