"Everything is gonna be alright."
Capítulo 11: Espero sepas nadar.
—Ah, ¿No sabías? Eres adoptada, Kelsey. —Vuelve a sonreír como si mi cara de confusión le encantara.
—Mientes, yo no soy adoptada.
—Pues lamento decirte que fuiste engañada toda tu vida. —Se burla.
—¿Por qué me dices esto?
Puedo sentir como mi corazón palpita rápidamente y como poco a poco se va formando un nudo en mi garganta.
—Porque mereces saberlo, ¿No? —Vuelve a burlarse.
—Disfrutas esto, ¿No? —Digo con impotencia.
—Bastante. —Da un paso más.
He vivido en esa casa toda mi vida y jamás supe que era adoptada.
—¿Qué se siente saber que tus verdaderos padres no te quisieron desde tu nacimiento? —Dice riéndose.
Auch.
Bajo mi cabeza y poco a poco empiezo a retroceder sin importarme que me esté apuntando con un arma.
—Pobre de ti, Williams y aun más porque estás en graves problemas. —Escucho sus pasos decididos y yo sigo retrocediendo.
Y justo cuando siento su arma tan cerca de mi rostro, resbalo y al caer lo único que hago es entrar en pánico.
Escucho una carcajada de su parte.
—Espero sepas nadar, Kelsey.
No.
Intento patalear y mover mis manos, pero lo único que hago es hundirme. Trago una gran cantidad de agua y comienzo a toser.
Poco a poco siento que no puedo más y empiezo a hundirme, sabiendo que este es el final.
NARRA DAVEN
—Espero sepas nadar, Kelsey. —Digo burlándome de ella.
Veo como hace el intento de patalear para no hundirse. ¿Por qué tiene que ser tan dramática? Ni que este lago fuera tan profundo.
Mientras la observo desde arriba, veo como traga una gran cantidad de agua y comienza a toser.
De un pronto a otro veo como deja de luchar y empieza a hundirse. En ese momento caigo en cuenta de que no sabe nadar y sin pensarlo, me tiro al lago y al llegar hasta ella, la cargo. Me dirijo nuevamente al muelle y la pongo encima de este. Salgo del agua y veo que está pálida.
Empieza a toser nuevamente e intenta recuperar el aliento.
— Kelsey... — Digo ayudándola a sentarse.
Empieza a escupir agua por su boca y yo solo me dedico a observarla.
—¿Estás bien?
Tomo su mentón y mi mirada choca con la de ella.
—¿Kelsey?
Sus ojos empiezan a cerrarse y sé que es por el frío. La ayudo a levantarse y ella se tambalea en varias ocasiones, así que decido tomarla en mis brazos.
—No te duermas, por favor. —Digo mirándola mientras camino.
Conozco un atajo para llegar directamente a la mansión y me dirijo por ahí.
Siento como su cuerpo tiembla y lo frío que se encuentra.
—Solo no cierres tus ojos, Kelsey.
Ella asiente.
Después de caminar como por 5 minutos, llegamos.
—Señor, lo vimos cuando salió corriendo, ¿Todo está bien?
Asiento y entro a la mansión. Me dirijo a las escaleras y entro a mi habitación.
Debo hacerla entrar en calor y la única idea que se me ocurre es hacer algo que sé que no me agradará.
Me dirijo hacia el baño, coloco a Kelsey encima del lavabo y abro la llave de la ducha. Poco a poco la bañera empieza a llenarse, mientras yo vuelvo a donde está Kelsey y tomo su camisa.
—¿Q-qué haces? —Dice con su voz ronca.
—Necesito que te metas a la ducha antes de que te enfermes.
Niega y yo pienso en otra cosa.
—Bien, entonces hagamos algo. Tú te quitas la ropa hasta que quedes en ropa interior, mientras yo voy a buscarte una toalla y cuando vuelva te ayudo a meterte a la bañera.
Ella lo piensa, pero al final accede. Salgo del baño y me dirijo a buscar una toalla.
Tengo que admitir que él enojo que tenía con ella ha disminuido después de todo lo que ha pasado, pero eso no quiere decir que se haya ido del todo.
Vuelvo al baño y veo que si hizo lo que le dije. Está en ropa interior y muchos pensamientos cruzan por mi mente, pero intento evadirlos.
Toco el agua y está perfecta. Me quito la ropa hasta quedar solamente en pantalón de pijama y decido entrar.
Kelsey me observa con el ceño fruncido, pero la ignoro. Le ofrezco mi mano y por primera vez, la toma. La ayudo a sentarse, mientras yo hago lo mismo. Tomo el tubo y empiezo a echar agua en su cabeza. Algunos mechones de pelo caen por su rostro y yo levanto su mentón para correrlos.
—El hematoma en tu cara es casi inexistente.
Ella me mira por un momento y asiente y yo por instinto dirijo mi mano hasta allí.
—¿Te duele? —Pregunto acariciando en donde está la pequeña marca.
—No.
—¿Y aquí? —Dirijo mi mano a la quemadura que ya está sanando.
—Tampoco.
—¿Y acá? —Tocó su abdomen y siento como su piel se eriza ante mi tacto.
Niega e inmediatamente quito mi mano de ahí.
Cuando su cara empieza a agarrar un poco más de color, salgo del agua.