—¡Krissia!, ¡Krissia!, ¡Despertaste! ¿Cómo éstas? ¿Me recuerdas? ¿Sabes quien soy? ¿Sabes quien eres?¿Te duele la cabeza? ¿Quieres algo? ¿Agua? ¿Helado de chocolate? ¿Te traigo gomitas? ¿Algún libro? ¿Música? ¿Galletas? — Cuando finalmente pudo escabullirse en aquella fría habitación para así estar con su hermana, no habían permitido entrar a nadie y él estaba desesperado, lo primero que hizo al verla fue atiborrarla de preguntas. La niña recientemente había despertado, se sentía aturdida, curioseaba con la mirada donde se encontraba, al ver como su hermano se preocupaba por ella, una sonrisa se plantó entre sus labios
—Key — Dice con voz rasposa, al percatarse de ese hecho el chiquillo toma un vaso y lo llena de la jarra de agua que está en una mesita' junto a la cama, se la extiende para que beba —Estoy bien, no te preocupes. ¿Estabas llorando? — Musita apagada, ella no era tonta, mucho menos ciega, sus ojos están llorosos, hinchados y levente rojos, sus mejillas blancas tienen ese toque rosa, indicadores que confirman la respuesta antes de que fuera dicha.
—Yo... Yo, estaba preocupado por ti, estuve por volverme un loco, no quería perderte, no despertabas, mi corazón se oprimía con dolor, culpa y miedo, fue... — El tono amargo en su fonación es notorio, suspira para no volver ha derramar lágrimas — Fue mi culpa que tú estés aquí, ¡No era mi intención! Lo juro, yo te quiero — Se lamenta, la niña le veía con felicidad mezclada con la tristeza, quiso moverse pero un dolor proveniente de su cabeza mas su a dolorido cuerpo le impiden su hazaña —¡No te nuevas! Llamaré al doctor y a nuestros padres, ¡Estarán felices de verte! — Se escucha feliz pero un atisbo de preocupación aún se manifiesta.
Minutos después el doctor Menjivar revisaba cuidadosamente a la niña de ojos grisáceos, una vez concluida su labor se dirigió a los padres de su joven paciente, que lo esperan impaciente fuera de la habitación.
— Me alegra decir que su hija se encuentra bien, parece que posee un ángel guardián — Las palabras del hombre confunde a los presentes, este al notarlo se apresura ha explicarse — A lo que me refiero es que, unos centímetros más y el golpe que sufrió hubiese sido justo en su sien, ella no estaría con vida, afortunadamente no fue así. Por ser en una parte tan delicada fue que tardó dos días en despertar, lo que me preocupa... — Menciona dejando abatidos a lo padres, la madre de Krissia se encontraba con los nervios de punta, su pequeña princesa debía estar bien y Mauro, su padre, trataba vanamente de ser fuerte por su esposa e hijos, en sus brazos cargaba al menor de ellos, cuenta con tres años sus ojitos' miel están cerrados a causa del sueño — Lo que me preocupa es que si vuelve a sufrir un golpe de esa magnitud no sabría decirles si pueda soportarlo, en las circunstancias que sufrió el accidente no ayuda, el cerebro es una parte demasiado delicada. Les recomiendo evitar lo más posible, que no se lastime — Eso les dolió, ambos sabían que su pequeña era revoltosa, no se podría mantener quieta, su esencia vivía en su constante vaivén. Temieron que en cualquier momento podrían perder a su única hija, ellos amaban por igual a sus tres hijos, la idea de que uno no estuviese con ellos les aterra.
Mientras tanto, en la habitación número 23 del hospital, el mayor de los hermanos finalmente pudo conciliar el sueño. Bueno, quizá la amenaza lanzada por Krissia ayudó un tanto, razón por la cual ahora está recostado junto a ella en la camilla que rechina constantemente al ejercer algún movimiento. La niña de nueve años se mantiene despierta acariciando los cabellos castaños de Keysson, ella se encuentra confusa, creé que leer tantos cuentos de Hadas le ha afectado el cerebro, porque no encuentra razón más explicable que esa.
Porque soñó qué:
«Se encontraba en total oscuridad, ninguna luz o ruido se percibía, eso la asustaba, por más que caminaba no encontraba ninguna salida, ya no quería estar allí, al girar sobre sus piesitos' una luz muy blanca e intensa iluminaba lo que suponía era el centro de ese desconocido lugar, de pronto vio a su abuela, ella muy sonriente le dijo;
—Cariño, ¿Qué haces aquí?, ¿Quieres venir conmigo? — Una parte de ella quería decir que sí, pero otra, la otra que pesaba más se negaba ir tras su abuela. Antes de preguntarle hacia donde la quería llevar, todo el ambiente se deformó. Una cálida brisa azotaba su melena castaña, por curiosidad miró el cielo, este se veía hermosamente gris, sin ninguna estrella que brillara. Nuevamente posó la vista a su alrededor, habían muchos árboles, pero una casa de dos pisos le llama la atención, está de “espaladas” desde la posición de la niña, no puede ver como es esa bonita casa de frente, lo único que nota es el color piel de toda la estructura. Al ser esclava de la curiosidad, trata de caminar para verla de cerca.