Claire M.
Dolor...
El dolor es algo por lo cual cada persona pasa. Dicen que es bueno porque nos desahogamos con las lágrimas, sin embargo, yo ya estaba cansada de llorar, de estar sin una justificación hacia cada pregunta que hace mi subconsciente.
Todas las pistas llegan a mi como una avalancha llena de recuerdos a los cuales no les di importancia:
Las veces que Caleb salía sin motivo alguno.
La vez que encontré unos guantes de boxeo en la mesa de la cocina.
La vez que venia sudado y agotado y no salía de su habitación el resto de la noche.
Entre a la sala de la casa y encendí la tele, ya que estaba sola y aburrida. Mamá estaba ocupándose de unos problemas del trabajo como abogada y a Caleb no lo he visto en todo el resto del día.
Hasta que la puerta se abrió y él entro, con el labio roto y tomándose del estomago con fuerza. Emitió un gruñido de dolor y fue ahí cuando reaccioné y corrí hacia él.
—¡Dios, Caleb! ¿Qué te paso? —Le pase un brazo por los hombros y lo ayude avanzar hasta el sofá. —¿No dirás nada?
—Estoy bien...
—Si, claro que lo estas, solamente mírate. Estupendamente increíble ¿No?
Nuevamente hizo un gruñido y me apresure a tomar las escaleras, Cruze el enorme pasillo y entre al baño para invitados. Tome el botiquín y me apresure a bajar. Seguía en la misma posición que como lo deje.
Camine hasta llegar hasta él e hice todo lo que pude para que al menos dejara de sangrar.
Me quede mirándolo, esperando una respuesta, pero el solo se recostó del espaldar del sofá y cerró los ojos.
—Bien, Caleb, estoy esperando una explicación.
—Cuando mamá y tu cambiaron los papeles de madre e hija.—Argumento sin abrir los ojos. No le respondí hasta que se decidió por seguir hablando—Solo tuve unos problemas con unos chicos, estoy bien.
Lo peor de todo es que mamá, lo sabia absolutamente todo y no tuvo el valor de decirme. Caleb esta muerto por una misión, porque pensaba que así nos protegería a nosotras. Esta muerto. Y no se si quiero saber como lo asesinaron, siento que no estoy preparada.
Con razón casi todos reaccionaron así apenas llegue a este lugar "La hermana de Caleb" Por eso los chicos me trataron como si fuera una de ellos. Todo se conecta perfectamente, el asesino solo quería quitar a caleb del tablero para hacerse el camino más fácil.
El toque de la puerta hace eco por la habitación. Ha estado así las ultimas horas, tratando de darme comida. La verdad es que no estoy comiendo hace dos días, y menos ganas tengo hoy. Me siento vacía, pero no es por hambre, es un vació proveniente de mi corazón.
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2:34 AM
Me levanto de la silla y quito la vista de la ventana, cierro las cortinas lentamente hasta que se desvanece la única luz que hay en la habitación, Estoy lista para tratar de dormir, me retiro los audífonos, sin embargo, subo mis piernas a la cama y empiezo a escuchar susurros...
Si, son susurros provenientes de afuera.
Me pongo de pie y camino sin hacer el mínimo ruido en dirección a la puerta, pego mi oído contra esta, tratando de escuchar algo, pero solo son susurros muy lejanos.
Con todo el valor que tengo, —Que no es mucho—abro la puerta y miro hacia afuera: Nada. Solo se ven las luces de las áreas en donde los chicos practican todas esas cosas... Cambio de vista hacia al otro lado donde siguen las habitaciones hasta la puerta del comedor al fondo, tampoco hay nada. Salgo completamente y cierro la puerta detrás de mi con cuidado y precaución. Cuando hago esto camino hacia donde iluminan las luces. Inspecciono todo el lugar, pero no logro detectar algo en particular. Sigo caminando sin rumbo mirando a todos lados, hasta que las luces empiezan a parpadear.
Tiene que ser una broma.
Decido dejar de buscar y me dirijo hacia el pasillo de las habitaciones, sin embargo, algo toman mi brazo.
El susto fue tan grande que sentí como si mi corazón se quisiera salir del pecho. No pude gritar ni argumentar palabra porque quien sea que me sostenía puso su mano en mi boca haciendo toda la presión que podía. Sus manos eran pequeñas, suaves y era de estatura baja porque cuando se apegó a mí, sentí su pelo en mis hombros.
—¡Shhhh! ¡Esta bien, Claire, soy yo!
Helen.
¿Espera...? ¿Helen?
Me libero y rápidamente me di la vuelta hasta quedar frente a ella. Era Helen. Estaba vestida con un pijama, descalza y con el pelo suelto.
—¿Qué...?
—¡Baja la voz! —Exclamo en un tono muy bajo.
Miro a todos lados en busca de algo y continuo:
—¿Escuchaste eso? —Pareció un poco aliviada—Me alegra saber que no soy la única que escucha esto todas las noches.
—¿Todas las noches?
—¡Si! Esto es todas las noches. Susurros, Pasos, Sombras. —Volvió a inspeccionar el lugar, nerviosa. Luego aseguro con voz temblorosa— Siempre siento que me están vigilando. Lo sé, es... una sensación extraña.