Indagando su oscuridad

Capítulo 21. Solo trata de no salir herida al intento


Eiren:

Al llegar a mi habitación todo se vuelve un completo desastre. Mi mente se siente tan agotada por la escasa información que recibí y lo transcurrido que un dolor punzante se acentúa con fiereza en mi sien. Todo ha sido tan inusitado que las palabras se atoran en mi garganta cuando Leia no deja de cuestionarme acerca de la salida con Jarel.

La cara de preocupación de mi amiga deja una extraña sensación en mi garganta. Su ceño fruncido no desaparece de su entrecejo al verme sentada en la cómoda con una mirada desorientada.

—tu silencio me perturba, ¿Qué pasó? — ¿cómo explicarle lo que sucedió cuando ni yo tengo la capacidad para caer en cuenta de lo acontecido? Aun cuando hay cosas más importantes en las que pensar, tengo las secuelas de lo que provocó los carnosos labios de Jarel cuando se pasaron sobre los míos para mostrarme cruelmente lo que sintió el señor aquella vez en su hogar. — ¿respondió tus dudas? —interroga con ansias.

—Terminó confundiéndome más —riño.

Sacudo la cabeza al recordar lo que emitió, fue tan frustrante no comprender nada de lo que decía que estaba a punto de enloquecer. Si no me hubiese dicho aquello estuviera en sana paz, libre de amarguras. No obstante, ahora estoy hecha un lío, un vaivén de emociones que me cuesta descifrar. Lo único que pude descartar fue un solo inconveniente:

Él no es normal.

—creo que tenemos que darnos por vencidas. Por más que nos esforzamos no encontramos ni una respuesta. —Se encoge de hombros con desánimo y eso me molesta.

—En algún momento obtendremos lo que queremos —pronuncio con determinación.

Su mirada de nerviosismo me toma desprevenida.

—pero ¿A que costó, Janit? Solo Mírate. Aunque no lo creas, te ves desgastada, con un cansancio extenuante. Eres curiosa, yo también lo soy, pero hay que tener límites. —Mis ojos fijos en los de ella logran inquietarla, simplemente me ha dejado sin palabras porque sé que tiene razón.

Esta noche tuve la osadía de decirle a Jarel que estaría dispuesta a hacer lo que quiera con tal de responder a lo que desde hace años me ha estado atormentando. Ahora que analizo con más detalle la situación ¿en serio me atrevería? ¿Qué tendría que dar para escuchar el porqué de mi calvario? Me abofeteo por lo descuidada que fui, es por eso que él al escuchar mi contestación sonrió cínicamente. Me estaba entregando en bandeja de plata solo porque me atrae de una manera indescriptible.

—lo sé —digo con la mente en las nubes. Frunzo el ceño al sentir una clase de alivio instalado en mi pecho, ocasionando que mis hombros se destensen e inhale con profundidad. De un instante a otro me siento sin preocupaciones a pesar de que me estoy ahogando en ellas. —Deberíamos dormir. —Leia asiente extrañada y se acuesta en un extremo de la cama. Repito su acción y quedo mirando hacia la ventana, rememorando lo que últimamente me ha afectado de sobremanera.

Quedo estupefacta al no percibir como aquella púa se incrusta en mi pecho, como el dolor monótono está ausente. ¿Cómo puede ser posible que me sienta sedada, sin pesar?

(...)

Aunque cuando pusimos una alarma pautada una hora antes de nuestra primera clase, Leia y yo nos despertamos muy tarde por lo que la casa se encontraba totalmente despejada cuando nos pusimos en marcha para llegar a clases a tiempo. En todo el camino que pasamos sentadas en el transporte la sensación de vacío no salía de mi pecho, es como si un bálsamo hubiese sido aplicado en esa zona en particular y aunque me gusta sentirme relajada, pacífica y sin preocupaciones, no pude evitar pensar en por qué yacía de ese modo.

Actualmente me ubico con Leia en la cafetería, al llegar tan tarde optamos por no avergonzarnos con los profesores y entrar a la materia siguiente la cual sería a las ocho de la mañana. Frente a mi permanece una bandeja con frutas y unas tostadas cubiertas con mantequilla de maní.

—Janit, ¿te encuentras bien? —Su tono preocupado es evidente.

—Si, ¿Por qué lo preguntas? —La diviso con el ceño fruncido mientras le doy un mordisco a una rodaja de piña.

Powell juguetea con sus dedos antes de hablar.

—te siento distante ¿estás molesta por lo que te dije ayer? No fue mi intención que te enfadaras...

Realizo un ademán con mi mano para que guarde silencio.

—no estoy molesta ¿por qué lo estaría? Tienes razón en lo que dijiste. Además, sabes que son muy pocas las veces en que me enojo contigo, es decir, eres la que más me soporta —replico con un deje de humor.

Me relajo instantáneamente al verla sonreír de oreja a oreja, desde que despertó esta mañana ha tenido la intranquilidad marcada en su mirar.

—en eso tienes razón mi querida amiguita. —Ensancha su sonrisa — sabes, quería hablarte de algo que me ha estado molestando estos últimos días... —Va descendiendo el tono de su voz cuando sus ojos recaen en algo o alguien a mis espaldas.

Me volteo sin disimulo y frunzo el ceño al ver como Derrick camina con desasosiego hacia nosotras. Luce indefenso y a la vez tan decidido que no comprendo cuáles son sus motivos para acercarse. Luego de aquella ocasión donde lastimó a mi amiga al coquetear descaradamente con Beth, Powell no ha cruzado palabras con él amistosamente.

Vuelvo a mi sitio y atisbo como Leia lo fulmina con la mirada. Elevo la comisura derecha de mis labios al comprender un aspecto que ella siendo consciente de eso no es capaz de asimilarlo...

Todavía está super coladita por él.

El inconveniente está en que Keitan está ahí para que sus pensamientos se desvíen drásticamente y produzca que el menor de los Edín arrebate su juicio.

— ¿puedo hablar un momento contigo? —pregunta tras tomar una bocanada de aire.

Al oírlo, la conversación que tuve con Bethany hace días llega para que mis ojos se abran de par en par y el escenario que aprecio se torne más interesante. ¿Y si es cierto lo que dijo?



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En el texto hay: tristeza, amor, suspenso

Editado: 12.03.2021

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