Eiren:
No sé si describir este día como uno bueno o malo. En mi mente idealizo un porcentaje y caigo en cuenta de que no fue tan horrible a pesar de lo que sucedió con mis padres. Sonrío mientras mantengo la mirada en el techo de mi habitación y me ruborizo al recordar lo acontecido con Jarel. La felicidad no cabe en mi pecho al saber que ese miedo en lo más profundo de mí ser se ha ido disipando y estoy segura de ello porque estaba cómoda con el chico de ojos grisáceos en ese intimo momento.
Mi sonrisa se ensancha al evocar lo lindo que trató a mi hermana cuando hace unas horas fuimos con ella por unos helados. Elea entró en confianza rápidamente con él y parloteó como nunca antes lo ha hecho, inclusive se atrevió a revelarle algunas travesuras que había realizado conmigo hace un buen tiempo. Luego de terminar con las barquillas Jarel nos dejó en mi hogar y se fue a su casa luego de haber pasado un largo día junto a mí. Mi hermanita estaba tan cansada que apenas tocó su cama se quedó profundamente dormida.
Al llegar no crucé palabras con mamá quien lastimosamente estaba en compañía con Abraham. Ellos intentaron hablar conmigo pero estaba tan enojada y decepcionada con ellos que simplemente pasé de largo. Me encerré en mi habitación y llamé a Leia para preguntarle cómo se sentía, al escuchar que todo andaba bien pude contarle lo que hice en la casa de Jarel. Suelto una risotada al recordar el chillido que soltó al oírme, estaba tan emocionada y entusiasta que tuve que explicarle hasta el más mínimo detalle.
Por consiguiente, al terminar esa llamada de aproximadamente una hora, me quedé acostada. Estoy intentando relajarme e introducirme en la cabeza que la vida si tiene sus partes buenas y que tengo que estar agradecida infinitamente por eso. Hace segundos estaba confundida porque lo que sentía en mi pecho era sosiego y desahogo, en ningún momento me llegué a mortificar por lo que tenía que ver con mis papás.
"Ellos son adultos, saben lo que hacen", es lo que me he estado recordando cada vez que siento un poco de remordimiento al no estar diciéndole a mamá lo terrible que están siendo sus acciones, de lo mucho que se destruirá si sigue en ese ciclo toxico con papá.
Observo el cielo oscurecido a través de la ventana e inhalo entrecortadamente. ¿Soy mala hija si decido pensar en mí esta vez? ¿Soy egoísta por no intentar ayudarla de nuevo?, me remuevo sobre la cómoda y recuesto de costado. El silencio me arropa y me hace estremecer, paso la palma de mi mano derecha sobre el antebrazo izquierdo para aplacar lo erizado de mis vellos y me entretengo con mis pensamientos.
Visualizo de soslayo una de las paredes de mi dormitorio e inmediatamente recuerdo que fue ahí, cerca de ella, donde permanecí esa vez que pude recordar parte de lo que sucedió a mis quince años de edad. Vuelvo a posar la vista en la ventana y otro recordatorio me hace decaer. Los cimientos que sostienen mi buen estado de ánimo temblequean y se derrumban de apoco. Esta habitación tiene tantas memorias pesarosas que me hace cuestionar el por qué sigo aquí.
Por un instante siento que estoy en una jaula, que permanezco en un sitio el cual no tiene salida. En un pequeño fragmento de tiempo percibo una sensación de asfixia y ansiedad, de agobio y aflicción, de amargura y desespero. Palpo la almohada que sostiene mi cabeza y analizo la cantidad de lágrimas que han caído en ellas, una y otra vez por tanto tiempo, por diversos años.
Es increíble como la felicidad ha sido arrancada de su puesto y ahora yace una tristeza abrumadora en mi pecho.
Quedo boca arriba, con las manos unidas sobre mi tórax y jadeo. Puede que esté enloqueciendo o que mi cerebro le encante plasmarme escenas fatalistas; sin embargo, veo como en las esquinas de la alcoba hay algo parecido a una red ennegrecida que se junta con una neblina oscura y se va agigantando. Diviso otra esquina con celeridad y capto que lo mismo sucede en ella, esta se va ensanchando, la bruma junto a las telarañas tenebrosas bajan por la pared y me alarman. Mi corazón pareciera querer salirse de mi pecho cuando parpadeo consecutivamente para luego otear mi entorno con pánico.
Todo desapareció, no hay nada. Solo fue producto de mi imaginación. Solo fue una descripción grafica de cómo me siento, de cómo percibo esa oscuridad acercarse a mí a diario y de la forma en la que intento luchar con ella para no dejarme llevar, para no terminar de marchitarme y asemejarme a una persona sin vitalidad.
Opto por terminar con estos pensamientos tan desgastantes y me acomodo para dormir. Me voy sumiendo en la oscuridad cuando un fuerte escalofrío logra calar mis huesos. Un intenso adormecimiento recorre cada musculo de mi cuerpo y me hace sentir extraña y pesada. En lo primero que pienso es en una persona de ojos grisáceos... Jarel, es el quien ha hecho que en diversas ocasiones me sienta de esta manera para después manipular mis pensamientos a su antojo.
Me mareo significativamente. Aun con los ojos cerrados siento que el mundo gira a mi alrededor y que no tengo algo sólido del cual pueda agarrarme. Intento despabilarme, desadormecerme pero es como si estuviera siendo obligada a prevalecer de esta forma. Mi respiración se vuelve inestable y noto como el pecho sube y baja conmocionado. El desespero me abarca, logra atemorizarme y hacerme padecer por lo que sea que estoy pasando.
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Editado: 12.03.2021