Eiren:
Keitan sacude su mano a centímetros de mi semblante al querer despabilarme. Me encontraba tan sumida en mis pensamientos que por unos minutos el exterior y los sonidos que hay en el dejaron de importarme. Lo observo y sonrío con apeno, no sé qué contestarle y por la mueca que ejerce en su físico sé que el tema en cuestión le interesaba.
—Disculpa, ya sabes como soy, suelo perderme con facilidad —comento, ruborizándome al sentir sus luceros color miel escanearme con profundidad.
Muerde su labio interior involuntariamente y asiente.
—Preguntaba si pensaste en lo que te pregunté hace tres días, sobre la cena con mis padres —responde con ansiedad, desde aquí percibo la inquietud que invade su sistema al preguntármelo.
Antes de afirmarlo, pienso las cosas antes de actuar. Supongo que con el tiempo he aprendido a no fiarme con rapidez de las personas, además, el hermano de Jarel desprende esa aura densa y llena de tensión que logra disgustarme.
Recapitulo en mi raciocinio los acontecimientos que han transcurrido en estas dos semanas luego de que el chico de ojos grisáceos entrara a mi habitación y me despertara de aquella pesadilla que me consumía. Recuerdo cuando, al escucharlo hablar, una sensación de alivio me invadió, mi alma se purificó y al irse pude dormir como una bebé.
En mis sueños disfrutaba de la vida, una sin problemas o dolores de cabeza, suponía en esos pensamientos lo que era verdaderamente ser una joven de mi edad.
Sé que suena una locura, algo insólito y poco creíble, pero... Él tuvo que ver con esa placidez que me deleitó. Posteriormente, rememoro la oración que salió de sus cuerdas vocales, esa que sentenció un juramento para mí.
Él me ayudaría...
O eso era lo que pensaba cuando me lo garantizó porque en el tiempo que esperaba su caridad, recibí todo lo contrario y ahora riño conmigo al darme cuenta lo estúpida e ingenua que fui.
¿Por qué esperarme un trato maravilloso cuando, en todo el tiempo que llevo conociéndolo lo único que ha traído a mi vida es dolor?
Siquiera le agrado y lo confirmo al ver la mueca que instala en sus labios al divisarme, para él solo soy una mugre que yace en su camino, una porquería. Es por eso que no me fío en Keitan, temo que detrás de esa hermosa y pegajosa personalidad esté un monstruo, un individuo digno para aniquilarme.
—Si iré —no titubeo al hablar, sueno decidida, firme; No obstante, las intenciones que traigo no son del todo puras. En mis adentros, solo quiero descubrir cómo es su entorno, cómo es el ambiente en el que habita para analizar y entender la forma de ser que Jarel posee — ¿será formal? —cuestiono, viendo sobre su hombro y de este modo toparme con su hermano menor, aquel que se localiza al final de la estancia.
Una soledad deprimente y cínica lo abunda y permite que la imagen que brinde sea terrorífica. En la mesa donde está no hay otro allegado a excepción de un moreno que se divisa a su lado entretenido con su teléfono celular.
— ¿él es familiar de ustedes? —Suelto la pregunta que me carcome.
Kei se voltea y sabe a quién me refiero. El de ojos grises es tan solitario que me extraña que un sujeto se acerque a él por voluntad propia.
—No —titubea extrañado, de seguro no se esperaba mi pregunta —es su único amigo —emite algo dudoso y hay algo en su tono que no me deja creerle. Alejo la vista de Jarel y dejo de interrogarme qué afán tiene con estar dibujando con ensimismo en la parte trasera de su cuaderno —Se llama Audel —anuncia.
— ¡Janit! —Escucho la voz de Leia llamarme a mis espaldas —necesito hablar contigo urgentemente —avisa, tomándome del antebrazo y jalándome para que la acompañe a uno de los cubículos del baño después de hacerle un ademán a modo de disculpa al nuevo crush de mi amiga.
—Maldición mujer, deja de hacer eso —mascullo, sobándome la zona afectada por su brusco agarre — ¿a qué se debe esta reunión? —Alzo una ceja y me siento sobre la tapa del inodoro. Ella sube y baja la punta de su pies sobre el piso, está desesperada y eso me da gracia —cualquiera pensaría que somos lesbianas —digo jocosa.
— ¿tienes algún problema con que seamos pareja? —Se hace la ofendida y me carcajeo, contagiándola y relajándola.
—si eres estúpida Leia Powell, ¿Qué quieres?
—creo que te ha quedado claro que anhelo que me ayudes a acercarme a Keitan. Últimamente son muy amigos y aunque suene mal, me aprovecharé de eso.
—no somos tan amigos o algo parecido, solo es nuevo y no sabe con quién juntarse.
—con mayor razón, dile que no tiene por qué preocuparse. Yo me junto con él mientras tú te haces espacio con su hermano. ¿Qué dices? —Suena animada, casi con júbilo y eso produce que ruede los ojos y ladee la cabeza para ver si desde otro ángulo analizo y comprendo su modo de pensar.
— ¿ya no te importa que posiblemente sepa que gustas de él?
— ¿él ha preguntado algo referente al tema? —pregunta y pronuncio un no —con más razón, de seguro Jarel no se lo dijo. —Asiento de acuerdo; sin embargo, eso no quita la amarga sensación del paladar al saber que, porque no se lo haya dicho a su allegado, no significa que no haya escuchado mi estúpida confesión.
—Acompáñame a la mesa si es lo que quieres —le pongo fin a sus súplicas.
No dejará de insistir y decirme lo mala amiga que soy por no ayudarla con su enamorado.
Leia aplaude con entusiasmo y da un pequeño salto por la efusividad que le causa mi respuesta. Me levanto del inodoro y salgo del cubículo después de ella, nos arreglamos en el gran espejo frente al lavamanos y salimos del baño para sentarnos delante de Keitan quien utiliza su celular y sonríe a este. Al notar nuestra presencia, baja su teléfono y nos sonríe a ambas.
— ¿eres la mejor amiga de ella, cierto? —le cuestiona, observándola con intensidad.
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Editado: 12.03.2021