"La fiesta."
Inició el partido. La verdad es que no sabría explicarles qué pasó porque no sé mucho de este deporte. Lo vengo a ver por, bueno ya se imaginarán.
— ¿En qué cuarto van Elena? —preguntó Karina
Ella y Dylan fueron por un refresco, peor ni lo traían. Ya se imaginarán que paso entre ellos, ni saben disimular.
— ¿Cuarto? ¿De qué?
— Del partido —dijo como si fuera lo más claro del mundo.
— Le preguntas a la persona incorrecta —afirmo Erick.
— Mi hermana no sabe nada de deportes.
— Eso es falso —asegure.
— ¿Enserio? Tus hermanos hacen deportes y tú no les entiendes —empezó a reír.
Eso es cierto, como ya lo mencioné antes, Javier trabaja de eso, Dylan práctica cualquier deporte. Han jugado americano, fútbol, basquetbol, hockey, tenis y atletismo. De todas esas, solo he practicado atletismo, amo correr pero casi no lo hago.
— No sé de deportes, lo admito, pero no te tienes que reír.
— Okey, perdón —dejó de reír—, Erick, ¿en qué cuarto van?
— Ultimo, a minutos de terminar el partido.
— Erick, ¿cómo sabías lo de que Elena no sabe de deportes?
— Es algo muy claro, preguntó porque se tacleaban, se emocionó cuando hubo un gol de campo como si no supiera que es algo normal, y bueno, mira a todos como si no entendiera que pasa, aparte se la ha pasado mirando hacía las gradas y jugando con sus dedos, lo que quiere decir que no le gusta o no le entiende y yo aseguro que no le entiende —dijo sin despegar la vista del partido.
— Alguien te ha estado observando —dijo Dylan divertido.
— Es claro que le interesas, no le rompas el corazón —me susurro Karina al oído.
Eso fue algo incómodo, Dylan estaba burlándose, Erick ni nos volteaba a ver, estaba concentrado en el partido, o al menos eso parecía. JP ya llevaba un rato en el campo, lo metieron porque su suplente se lastimó, aunque su castigo era no jugar era la única solución. Y Karina, me sorprendió lo que me dijo. Por primera vez sentí que fue sincera conmigo, tal vez porque el tema era su hermano y él si le importaba. De todos modos no entendí "no le rompas el corazón", ¿por que lo haría? Ni siquiera nos llevamos bien. Supongo que ella no sabe porque se hubiera evitado ese comentario, creo.
Estuve pensando tanto lo que me dijo que no me di cuenta de que había terminado el partido, habían ganado, así que todos estaba gritando y festejando.
— Te dije que me das suerte —dijo Santiago acercándose a mí.
— Felicidades —dije sonriendo.
— Gracias por venir.
— No es nada.
— Sabes que significa mucho para mí —sonrió—, te abrazaría pero creo que te dará asco porque estoy sudado.
Le iba a decir que no me daba asco, que me abrazara. Pero si me daba asco el sudor, fue culpa de mis hermanos. De pequeña ellos siempre llegaban sudados a abrazarme. De todos modos aceptaría un abrazo de él así, pero tuvo que llegar Dylan a arruinarlo.
— Tienes razón, odia que la abracen cuando están sudados —aclaró Dylan.
— ¿Enserio? Yo nunca le niego un abrazo a tu hermano por más sudado que esté —ya entendimos que Karina era perfecta.
— Tal vez solo me moleste abrazarte a ti —mire mal a Dylan.
— ¿Entonces si te puedo abrazar? —preguntó emocionado.
Hice una mueca inconscientemente y todos empezaron a reír.
— Okey, entiendo. Me cambiare primero.
— Te esperamos en el estacionamiento.
— ¿Harán algo? —preguntó Juan Pablo, no sé ni en qué momento se acero—. Es que hay una fiesta y pensaba que podríamos ir.
— ¿Dónde es?
— En tu casa.
— ¿Qué? —Dylan y yo nos vimos con cara de confusión.
— Veo que no se enteran de muchas cosas —dijo Erick.
Erick casi no ha hablado en todo el rato y lo único que ha dicho ha sido dejarnos como estúpidos, bueno, solo a mí.
Santiago me enseño el instagram de mi hermano mayor, Javier, organizo una fiesta en la casa sin avisarnos. Lo peor es que Verónica también lo sabía, lo público y bueno, Dylan y yo ni en cuenta de que pasaba en la casa.
— Bueno pues yo me apunto —dijo Dylan y todos reímos.
— Yo no tengo otra opción.
Los demás aceptaron, fuimos al estacionamiento a esperar a JP y a Santiago que tenían que ducharse y cambiarse.
Tengo que admitir que Santiago se veía muy guapo así, estábamos en el campo, él con algunos cabellos pegados en la cara por el sudor, sonriente, poca luz, bueno el escenario le ayudó. Pero cuando lo vi salir de la escuela duchando y cambiado se me hizo aún más atractivo.
Este condenado se ve bien con todo. Llevaba unos pantalones normales, de mezclilla y una camisa azul. La llevaba perfectamente arreglada, como siempre que se ponía camisas.