Aria.
Oía a Selena Gomez y Rema a lo lejos, cada vez más fuerte. El sonido no cesaba, hasta que me hizo levantar para buscar de donde venía ese sonido. Era parecido a mi…
Si. Mi celular.
¿Quién está llamando a esta hora?
Seth.
Dejé que siguiera sonando, no quería hablar con nadie. Así que volví a la cama, Manu estaba con los brazos estirados, el idiota lo hacía a tientas.
Dejé que el sueño me invadiera de nuevo.
Desperté más temprano de lo normal, acostumbraba a despertar a las 11 de la mañana los días que no iba a la Universidad.
Hoy desperté a las 9am.
—Sos sensual durmiendo.
—Lo sé. —Una de las muchas cualidades de Manu, es hablador o florero como le digo yo.
—Hoy iremos al boliche que está en el centro, irás con Sam o pasó por vos en la noche. —Lo observe con una enorme interrogante en mi cara.
—No dije que saldría. Tengo que terminar unos papeleos en la Universidad, me queda poco tiempo.
—Yo puedo acompañarte si no te importa claro.
—Claro que me importa, quiero ir sola.
—¿No dejarás que pase contigo los últimos días? Vamos, no seas mala conmigo. Ayer…
—Lo escuché.
Y aquí vamos de nuevo, odio tener este tipo de conversaciones.
—Escuchaste. Pero no dijiste nada.
—Manu —Volteé a verlo— Llegué a Buenos Aires con un aura totalmente diferente al de ahora, gracias por ser mi amigo. No soy fría o sí lo soy tal vez. Te quiero, en verdad te aprecio y me encanta tu personalidad…
—No necesitas decir que me amas, sería mentira y odias mentir.
Si, odio mentir por que lo hago tan bien que me siento mal al ver a las personas comiéndose mis cuentos.
—Gracias por estar conmigo, por alegrar mis días.
—Siempre quise saber tu historia, el motivo de tu triste mirada. Eres aguerrida sabes. Pese a todo te recuperas y sigues adelante.
—Tengo qué, prometí no dejar que nadie tenga ese poder sobre mí.
—Me alegra saberlo. —Avanza para abrazarme.
—Iré contigo al boliche. Eso sí, quiero shots de pisco.
—También te tomarás un mate conmigo.
—Si, por ahora muero de hambre. Seguro Sam preparó algo.
Ambos lo confirmamos cuando vimos la mesa servida con tostadas y tres tazas de café. Sorprendentemente había tamal.
—Conseguí tamal, peruano eh.
—Y esto a qué se debe.
—A qué te largas en dos semanas boluda.
—¡Sam! Se ve rico. —Me pasee por la cocina buscando azúcar, yo tomaba café con azúcar. No importaba si eso engordaba.
—Esta encima de la alacena. —Sonreí al ver que adivino que buscaba.
Ellos se pusieron a cuchichear, en tanto mi celular sonó.
Seth.
Había olvidado devolver la llamada.
—¡Hey! Que novedades Good Boy.
—Nada nuevo. Supuse que recién despertabas, después de la nochecita que tuviste debiste terminar agotada.
¿Qué? ¿De dónde saca que hice algo anoche?
—Ok, de qué me perdí.
—Pensé que no dormías con nadie en tu departamento. —Doble ¿qué?
—Seth, deja de balbucear y dime de qué estas hablando.
—No balbuceo. El tipo de anoche me contestó tu celular y me dijo que no llamará en medio de la madrugada. Por cierto, ¿porqué no dijiste lo del cambio de horario?
Mierda.
—Mira no entiendo el punto de esta conversación.
—Tienes razón. Hablamos luego.
¿Qué acaba de pasar?
Me acerqué fuera de sí a la mesa.
—¿Todo bien? ¿Quién era?
—Seth.
—¿Qué dijo? Estará libre el día que llegues, quién te recogerá en el aeropuerto.
—¿Estaba molesto? No sé qué acaba de pasar Sam.
—Dímelo tú.
—Manu, ¿por qué contestaste mi celular ayer? —Sus ojos azules observaban a Sam.
—No paraba de sonar.
—¿Qué dijiste exactamente? —Iba a matarlo si había dicho pendejadas.
—Qué no llamará en la madrugada porque estabas dormida.
No veía nada malo en eso.
—Iré a cambiarme, gracias por el desayuno.
***
Prince me recibió con mis papeles listos. Tenía que llevar una constancia para cambiarme de Universidad al llegar a Perú.
—Todo listo. Pasa por secretaría para la firma del rector, con eso estaría todo. Tus notas son muy buenas Aria.
—Gracias. Hasta luego.
—Adiós.
Me había esmerado en cada examen, me sirvió ya que, en Perú iba a entrar becada a una Universidad privada.
Estudiar diseño gráfico fue una gran decisión, me ayudó con algunos gastos y ahora me faltaba 3 años para terminar Medicina Veterinaria.
Aún recuerdo cuando hace 5 años hacía planes viéndome como una doctora. Cardióloga era mi meta. La vida me dio un giro y opté por Veterinaria.
Camino al departamento llamé a mi mamá. Quería asegurarme de que estuviera el día que llegará, pero ella no iba a estar. Tenía un viaje por dos semanas.
—Amor lo siento, ya tengo programada una reunión en Tacna. Pensé que Seth te recogería. —¿Seth?
—No, no he hablado con él sobre mi llegada.
—Llamó ayer preguntando a qué hora llegabas para que cambie su guardia.
Ay no, ahora entiendo el enfado.
—Hablaré con él, te llamo mañana. Cuídate.
—Tú igual, y dale mis saludos a Samantha.
Demore 5 minutos en llamar a Seth.
Primer timbre nada, segundo timbre nada, tercer rimbre nada, al cuarto...
—¿Hola? —Una chica—. ¿Hola?
—¿Está Seth?
—Está ocupado, quién habla. —Escuché la voz de mi amigo en el fondo.
—Dame, puede ser importante.
—Te espero en el cuarto.
Genial, estaba interrumpiendo su “acto” de amor.
Colgué. Sin duda era Valentina.
Seth y Valentina llegaron a involucrarse pasado el tiempo, fue unos años después de terminar la escuela. Me tomó por sorpresa, definitivamente no encajaban. En resumen, su casi relación fue intensa, a escondidas, y dramática.
Valentina tenía una relación con un Marino, Seth era su “paño de lágrimas” que usaba cada vez que peleaba con el oficial. Detestaba ese escenario, me alejé de ella por eso.