Seth.
La sostuve cuando se desmayó. O tal vez se quedó dormida, es lo más probable luego de tremenda borrachera.
Cuando llamé y escuché las incoherencias que decía no imaginé que estuviera tomando con Cassia.
—Déjala, eres un idiota. —Arrastraba cada palabra.
—Prepara un café por favor, y de paso te tomas uno tú. Debo irme en unos minutos.
—Pues vete, ella está mejor sin ti. —Fruncí el ceño sin entender.
¿A qué se refería? Acaso, yo estaba afectándola de alguna manera. Debía hablar con ella.
—¿Dónde va a dormir?
—En mi cuarto obviamente. Ven. —La seguí sin refutar hasta el final del pasillo.
Abrió una puerta verde. La cama estaba algo desordenada, dos botellas de vino y una caja de pizza vacía estaban en el suelo. Fotografías dispersas, en esas una foto grupal de hace unos años. Dejo sobre la cama a Aria, le separo los cabellos que caen sobre su rostro y la veo dormir.
Su ceño levemente fruncido me causa ternura, y no aguanto las ganas de acariciar su rostro y sentarme a su lado. Halo la sábana tapándola del frío de la madrugada.
—¿La quieres? —pregunta Cass observándome con curiosidad y algo de recelo.
Su pregunta me toma por sorpresa, peor contesto sin dudar.
—Por supuesto que sí. Somos amigos desde hace muchos años…
—No a ese cariño, me refiero… a quererla más que tu amiga.
Obviamente sí, sin embargo, guarde silencio. No quiero que ella lo sepa, porque se lo diría a Aria, y no quiero forzarla a nada.
—Si no es así, aléjate. Tú la confundes, y ella te… Es buena, sí.
No entendía todo lo que decía.
—Me tengo que ir, cuando despierte dile que me llame. —dije saliendo y agachándome para recoger dos fotos del suelo.
—Si si, ya vete. —Rodé los ojos.
Cass siempre ha sido arisca con todos, la única que pudo ganarse un espacio en su corazón fue Aria. Así que su comportamiento no era raro, siempre es así, con todos.
Me subí al auto apenas salí, tenía 30 minutos para llegar al comando. Si llegaba tarde, me ganaría un regaño de Braulio, y ya no quería meterlo en problemas.
El timbre del celular robó mi atención, Valentina.
Colgué.
Aún tenía muy marcado sus palabras. Y sí, tengo dudas. Muchas.
Por un lado, conozco a Aria, sé que ella no es capaz de jugar con los sentimientos de nadie, que no pretende ser el foco de atención de Leonardo, el mío y de todos.
Pero, hay cabos sin atar. El hecho de qué Gregos está de regreso, lo empeora todo. Y si ella, se entera de su regreso, estoy seguro de que su estabilidad se iría a la mierda.
Yo fui testigo de su proceso luego de que él se fuera. Pasó por negación, culpa, depresión, negación y luego se fue. Huyó cómo lo hizo él en su momento. Como un cobarde renunció a ella, y decidió lo fácil en lugar de hablar con la verdad.
Ella dice que ya superó todo eso. Que Gregos es pasado, pero aún no puede pronunciar ni su nombre. Y eso me… me enfurece.
Me hace pensar que ella aún lo ama.
El celular vuelve a timbrar, y sé que, si no contesto, Valentina es capaz de llamar tras 10 veces más.
—Hola.
—Por fin contestas. —dijo después de un suspiro—. Estaba muy preocupada, ayer me colgaste y no volviste a llamar.
—Quería dormir.
—Claro. Escucho algo de ruido, ¿estás en el comando?
—De camino, en unos minutos llego.
—Quería invitarte a cenar, ya que la otra vez nuestra cena se arruinó… —Y hasta ahí mi humor empeoro.
Con la sola mención de esa cena, recordé el motivo de que salí con rabia. Leonardo.
Por cierto, no lo había visto, y necesito hablar con él.
—Estaré ocupado hoy. Me asignaron un caso, y hoy empiezo con las investigaciones.
—Estos días estoy disponible… Puedes avisarme a cualquier hora y pasar por ti, no importa si es de madrugada.
¿Cómo le digo que no tengo ánimo para cenar? Con la única que quiero cenar es con…
—Val agradezco la propuesta, me siento halagado, pero…
—No necesitas ser tan correcto para decirme que no puedes, o más bien no quieres. Y entiendo que estes ocupado, pero sé que no es por eso.
—Val…
—No Seth. Creí que después de tanto, después de estos años tú y yo podíamos dar el siguiente paso. Creí que… —Su voz se fue apagando, y no tenía que ser adivino para deducir que quería llorar.
Odiaba ser el culpable de sus lágrimas, no poder corresponderle. Sin embargo, desde el inicio de todo se lo dije. Yo no busco nada serio, no quiero ilusionarla, a ella ni ninguna otra chica.
—Val, yo no quiero que te sientas mal. Y es mejor que dejemos esto hasta aquí, siento que estás albergando sentimientos que no podré corresponder.
—¡No! No quieres ni intentarlo, te aferras a una posibilidad tan nula, ella no te ama. Ni siquiera te conoce como yo, ella ve tu lado bueno, tu lado sensato. Ella conoce al Seth correcto, no conoce tus demonios. Seth…
—Tengo que colgar, te llamo luego.
—No, no quiero verte, ni quiero hablar contigo. —Colgó.
¿Cuándo me metí en está situación? No debí permitir que esto llegará tan lejos.
—Por fin llegas, pensé que llegarías tarde. —Me recibe Braulio.
Sus ojos azules me examinan, me conoce y sabe que algo me tiene mal. Somos amigos desde que inicié la escuela, fue mi mentor y ahora es uno de mis mejores amigos.
—Te necesito con toda la concentración del caso, este caso es de suma importancia. El ministro de defensa nos pondrá la lupa y un solo error nos quedamos fuera, todos. ¿Puedes con esto? ¿Puedo contar contigo?
Desde hace unos meses estoy buscando esta oportunidad, esta misión es un escalón para mi ascenso.
—Por supuesto que sí, sabes que sí. —Asiente palmeando mi espalda.
—Arregla todo lo que tengas que arreglar, en dos días partimos a Colombia.
—Perfecto.
Me dirijo a mi casillero a sacar lo necesario. No sé cuanto tiempo estaré por Medellín.
Le marcó a Aria y no contesta.