Narra Benjamín.
Hace seis meses que Lucas está en esa cama de hospital y, exactamente, ese es el tiempo que llevo sintiéndome una mierda. No solo por no saber qué será de la vida de mi amigo sino porque amo a su novia.
Llegué a casa, dejé la maleta en la sala y me fui directo a la ducha. Necesitaba sacarme de encima el olor a avión. Había ido dos meses a visitar a Delfina y aproveché para desconectar de todo aunque especialmente de Alai. No contesté sus llamadas, ni los mensajes... Pero aún así no me la sacaba de la cabeza. La amaba y era inútil intentar no sentir lo que sentía.
Cuando llegué al hospital, Alai y Blanca discutían.
—¡No te aguanto más! —le dijo Alai, se levantó y se cruzó de brazos —¡Me tenés harta!
—Ey ¿Qué pasa? —me asomé.
—El que faltaba —dijo Alai, agarró su bolso y se acercó a la puerta —Ni se te ocurra hablarme.
—No le hagas caso, desde que te has ido ha estado insoportable —me contó Blanca y se sentó al lado de Lucas.
—Algo le habrás hecho.
—Solo le dije que no gana nada estando aquí dieciocho horas del día... Estos dos meses apenas descansó. Bajó de peso, no duerme... Apenas la veo comer. Encima que no somos amigas y me preocupo, siempre me habla fatal.
—Tampoco tiene motivos para tenerte cariño.
—Solo soy una mujer enamorada... Y ella ni lo quiere Benja, yo si lo quiero... Lo necesito —empezó a llorar —Y no pienso dejarlo...
—Para Alai esto no es fácil y aún así se aguanta verte la cara cada día. Deberías entenderla más y tener un poco de respeto, por ella, por Lucas y por su familia también.
—Voy a por un café —se puso en pie y evitó mirarme al salir.
Me senté al lado de Lucas y le agarré la mano.
—Hola amigo... Cuanto tiempo. Me fui dos meses a España... Con Delfina, la chica de la que te hablé.
Estuve evitando a Alai este tiempo... Ni leí ni respondí sus mensajes... No me sirvió de nada... La amo, Lucas —suspiré e hice silencio unos segundos —. Delfina me pidió que me quede más tiempo y decidí que en una semana me vuelvo a ir. Estaré allá hasta que ella tenga que volver, serán unos diez meses más o menos... Si en este tiempo no consigo amar a Delfi, la voy a dejar. No quiero que sufra... Igual la quiero, es impresionante ella... Pero no siento amor y creo que es injusto no amarla como amo a Alai.
Blanca volvió y yo me fui a casa de Samu. Lo que no sabía es que Alai también estaba ahí. Cuando me volvió a ver, se acercó a mi y me intentó dar una bofetada pero le agarré la mano y la abracé con fuerza. Enseguida empezó a llorar y a querer soltarse pero finalmente se rindió y me abrazó fuerte.
—¡Sos un egoísta! —me dijo entre sollozos —Me abandonaste.... Me dejaste sola... ¡¿Qué te hice?!
—Lo siento... —susurré.
—Creo que merezco una explicación porque le hablabas a todos menos a mi —se separó.
—Hablar con vos me hacia pensar en Lucas... Quería evitar estar triste todo el día.
—No me merezco que me hayas ignorado tanto tiempo.
—Alai... Yo... Necesito que hablemos.
—Te vas a ir con ella ¿Verdad?
—Necesito irme.
—¿Cuando te vas?
—En una semana... Y me voy todo lo que queda de año.
—Nuestra amistad, murió acá —contestó y salió de la casa pegando un portazo.
—Voy a buscarla —Emilia salió detrás de ella.
—¿Porque te vas? —me preguntó Samu.
—Porque tengo que olvidarla, tengo que hacerlo por Lucas.
—¿La querés?
—La quiero desde que la vi y la amo desde hace un tiempo... Lucas se enteró en Las Vegas... No se enojó, viste como es él... Pero yo me siento una mierda porque una cosa es verla de vez en cuando y decirle cosas para que se enoje y otra muy distinta es verla todos los días, abrazarla, escucharla... No puedo controlar mis sentimientos si la tengo cerca y si nos llevamos bien.
—Esto es una mierda —se acercó y me abrazó.
Narra Alai.
—Pará Alai, pará un poco —me agarró del brazo y me hizo frenar —Tenés que entenderlo, él también sufre.
—Emi, por favor... me dejó sola.
—¿Y nosotras? —preguntó molesta —Estamos para vos día y noche Alai, no te dejamos sola en ningún momento.
—Perdoname... Tenés razón.
—¿Qué te pasa con Benja?
—No lo sé... Pero me duele acá —llevé mi mano al corazón y me largué a llorar —Pienso en que está con ella y me duele... Me lastima... Me mata.
—Estás enamorada, amiga... Estás enamorada de él.
—No puedo sentir esto... No puedo —se acercó y me abrazó.
—El amor no se controla...
—Soy la persona más horrible de este mundo...
—No digas eso, no estás haciendo nada malo...
Me odiaba. Odiaba los sentimientos que tenía y tampoco los entendía. Benjamín salió y Emilia nos dejó solos.
—No quiero pasar nuestros últimos días enojados... Y lo siento mucho La... Sé qué es difícil de entender pero me duele mucho... Me duele lo que está pasando Lucas, sufro mucho y necesito alejarme.
—¿De mi también?
—Perdóname...
—En el fondo te entiendo porque siento que estamos haciendo algo mal con nuestra amistad... No sé.
—Es que yo no puedo ser tu amigo...
—Creía que éramos amigos.
—No lo entendés...
—Tenés que irte con ella, lo entiendo... Es lo mejor. Pasemos estos días lo mejor posible, no me apartes... —se acercó y acarició mi mejilla —Aunque sea mientras estés acá...
—Me encantaría no tener que alejarme de vos —tiré de su cintura para aferrarla a mi.
—No lo hagas...
—Tengo que hacerlo Alai. Está mal.
—Nos queremos y eso no puede estar mal.
—Querernos no es el problema.
—¿Cuál es el problema?
—En el fondo lo sabés.
Lo miré a los ojos, él no soltaba mi cintura y yo no dejaba de mirarlo, fijamente. Quisiera decirle que lo necesito a mi lado. Quisiera pedirle que no se vaya. Quisiera decirle que siento que lo quiero como algo más que un amigo. Quisiera preguntarle si a él le pasa lo mismo conmigo aunque creo que lo sé. Quisiera que me diga si siente la misma culpabilidad que yo.