Pensé que pasaría la eternidad sola. No conocía a ningún otro vampiro que no fuera mi hermano, se siente bien saber que todavía existe algún vampiro con quien hablar.
Tumbé al chico sobre la cama y lo miré fijamente. Cuando despertara debería hablar con él.
***
La señora Richardson había ido a ver a Jeremmy Ollins, el cual vivía junto a su madre a tan solo un par de manzanas. Con una cesta que contenía galletas dentro, tocó al timbre.
Abrió la puerta una señora de cabello negro y muy delgada, era la madre de Jeremmy y acababa de llegar del trabajo.
—Señora Richardson —saludó la pelinegra con una sonrisa cansada después de horas en la ferretería—. ¿Desea pasar?
La mujer no perdió el tiempo y se apresuró a asentir. Cuando estuvo dentro, buscó con la mirada a Jeremmy, aunque él estaba a unos metros del porche de casa.
—Oh, señora Ollins, busco a Jeremmy —dijo con un tono de lamento, la señora Richardson.
—Él debe estar...
La puerta de entrada se abrió y Jeremmy entró. Era sábado y ese día el chico salía a pasear.
—Oh —exclamó feliz, la señora Richardson—. Estás aquí, ¿podemos hablar un segundo? —preguntó un tanto asustada.
Jeremmy miró con desconcierto a su madre y esta se encogió de hombros sin saber que hacer.
—Está bien —accedió algo dudoso Jeremmy—. Vamos a la...
Pero la señora Richardson ya había agarrado al pelirrojo del brazo y lo condujo a la cocina, abrió una puerta extraña y Jeremmy estaba a punto de negarse a entrar allí, pero la señora lo agarró más fuerte y, finalmente, entraron.
—Señora, ¿qué...?
—Shh... —susurró la mujer con lágrimas en los ojos, estaba temblando.
» Tienes que alejarte, niño.
—Señora, ¿está, usted, bien?, ¿quiere...?
—No, no. Cállate y escucha. Mira, quiere matarte, no lo entiendes. Ella..., yo lo he visto, Jeremmy. Aléjate de eso, te arrancará el cuello —musitó con cansancio.
Antes de nada, más, ella se desfalleció cansada y Jeremmy trató de ayudarla, pero la señora ya no respiraba.
El poder de los vampiros.
***
—Agh, ¿dónde estoy? —murmuró una voz masculina en el cuarto.
Levanté mi mirada de mí diario y miré al hombre tumbado en la cama. Sonreí dejando el bolígrafo encima del diario y me levanté.
—Hola, chico —me senté sobre él—¿Cansado? —hice un puchero con mis labios.
Asintió hipnotizado y le mostré mis colmillos. Él iba a gritar, pero le tapé la boca. No quería que nadie nos oyera mientras él se transformaba.
—Bueno —suspiré mientras con mi otra mano le agarraba el antebrazo— ¿Preparado?
Él comenzó a negar con la cabeza, pero era demasiado tarde. Con la mano que tenía en su boca, en un movimiento rápido la aparté y le di un golpe en el cuello con mi codo. Se desmayó y miré fijamente a su pecho, ya tenía hambre y ni siquiera lo había probado.
Ahora estaba desmayado así que me apresuré a meter mi mano en su pecho y arrancarle el corazón a sangre fría, ni siquiera temblé. Una sonrisa macabra se dibujó en mi rostro y me di prisa para meterme el corazón ensangrentado en la boca. Sabía riquísimo, como un trozo de carne con sangre.
Cuando terminé, vi como la piel del chico se tornaba morada, comencé a chupar la sangre en su cuello y noté que sabía mal así que me aparté.
Bajé de la cama esperando a que despertara y quisiera matarme, lo vampiros recién convertidos eran fuertes, pero no tanto como los de más de cien años. Pasaron unos minutos y vi como sus pies comenzaban a moverse como si quisiera correr. De repente, se sentó en la cama con los ojos rojos y posó su mirada en mí. Encarné una ceja al verlo enfadado y se plantó frente a mí en menos de un segundo. Me miraba como si quisiera matarme aun sabiendo que era imposible.
—¿Asustado? —pregunté sonriente.
Y con eso su mano agarró mi cuello y me empujó tan fuertemente que atravesé la pared. Quién dijera que los vampiros no sentían dolor se equivocaba, sentí como si miles de abejas me picaran.
Me deslicé hacia atrás y me planté en el suelo en posición de ataque. Esperaba que atacara, sentí una presencia detrás mía y me giré rápidamente. Estaba allí con un cuchillo, me lo clavó en el pecho y gruñí enfadada, me apresuré a sacármelo e ir tras él.
Corrí como una condenada y salimos del hostal, nos adentramos dentro del bosque y aquello fue firmar su sentencia de muerte. Sentí como corría rodeándome y no tardé en agarrarlo del cuello para derrumbarlo.
—Escúchame bien, pedazo de mierda chupasangre —exclamé enfadada—. Te conviene no volver... —me dio una patada en mi parte baja y eso no hizo otra cosa que enfurecerme más.
Maldita sea, estaba tratando de ser amable.
Lo volví a agarrar y a derrumbar.
—Y lo has hecho... Vale, muy bien. Ahora vamos a comer —canturreé feliz y hambrienta.
Él estaba algo cansado por lo que no tuvo otra que seguirme, sonreí y llegamos a una carretera donde había una rubia haciendo autostop. Me giré hacia él. Seguía mirándome como si quisiera matarme.
—Las presentaciones luego —ordené—. Esa rubia de allí —la señalé—, es nuestro alimento.
Antes de que él contestara caminé a paso decidido hacia ella, pude oler su sangre desde miles de millas, me moría por probar su sangre.
Cuando ella se fijó en mi sintió miedo, lo sé porque se notaba a leguas. Me paré frente a ella y sus ojos azules reflejaron todo el brillo de mis dientes cuando sonreí.
—¿Necesitas ayuda? —investigué y ella asintió un tanto cohibida.
—Bien, porque mi amigo —señalé al chico tras ella, se giró y tragó saliva— y yo tenemos el coche a unos metros.
Él sonrió, cosa que ayudó a que ella asintiera. Ella caminó por delante de nosotros.
—Me llamo Violet y...
Corrí hacia la tal Violet y tiré de su cabello a un lado para clavar mis colmillos en su delicioso cuello, Ella gritaba del pánico y sentí a mi ''amigo'' gruñir por lo bajo cuando clavó por primera vez sus colmillos en el brazo de la rubia.
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Editado: 18.02.2021