Inefable

Capítulo 3

 

El día 20 de septiembre llegó y con ello la feria de Thummer, la cual se celebraba cada cinco años. Todos estaban emocionados, había dos encargados para cada puesto y a Lucy y Jeremmy les había tocado juntos. Escuché que Lucy era una animadora del instituto y era increíblemente bonita, pero no pude comprobarlo hasta la tarde, cuando todos estábamos montando los puestos para la noche.

—Oye, Jer, ¿se ve bien? —Oí como ella le preguntaba a él. Estaba colocando las bolas en la pared, no pude evitar darme un poco la vuelta para mirarla y darme cuenta de que los rumores eran ciertos y ella era preciosa.

—Anne, se te han caído tres bolas —me avisó mi compañero de puesto Allen.

Miré al suelo y vi las bolas, me había distraído demasiado viendo a esa chica que parecía modelo. Volví a mi trabajo y se pasaron los minutos rápidamente, Aimara vino a visitarme.

—Mi abuela por fin ha aceptado dejarme una hora más y... —Se quedó callada un rato y levanté la mirada para ver qué había pasado, pero ella miraba a Lucy.

—¿Qué? —dije divertida al verla embobada—¿Acaso te gusta? —reí tontamente. Ella se giró hacia mí con las cejas fruncidas, parecía intrigada.

—Eso..., ¿Qué me guste una chica sería un problema?

—¿Qué? No, claro que raro, pero yo no tengo porque meterme, lo que...

—Pero ella está con Jeremmy y será tan difícil el...

Dejé una bola que iba a colocar en una mesa que Allen había traído y agarré con ambas manos el rostro de Aimara, no permitiría que alguien que era tan cercano a mi tuviera problemas de confianza.

—Escúchame bien, esa chica es para ti. Ve a por ella y si, aunque lo dudo mucho, te rechaza..., pues me aseguraré de que su bonito rostro tenga marcas de por vida.

Ella sonrío y asintió tratando de parecer segura, aunque yo sabía que estaba fingiendo. Fijé mi vista en ella y vi como hablaba con Lucy de algo, quise escuchar la conversación, pero por primera vez supe que no era de mi incumbencia.

La noche cayó y con ella decenas de personas vinieron a la feria sonrientes. Una familia se detuvo frente a mi puesto, eran dos hijos y sus correspondientes padres.

—¿Puedes darnos tres pistolas? —preguntó el padre contando unos billetes en su cartera.

Vi como su esposa se ponía nerviosa y una de sus hijas preguntaba con voz inocente.

—¿No jugarás, papi?

—No tengo tanto dinero, pequeñuela.

Algo en mi se encendió, como cuando mis padres no podían comprarme cosas y yo comenzaba a destrozarlo todo, me sentí como aquella niña rubia que quería que todos jugaran.

—No se preocupe, señor. Las cuatro pistolas son gratis, sois los primeros.

El hombre sonrió y no quise verlo llorar, estaba siendo amable, pero no estaba preparada para ver llorar a nadie esa noche.

—Gracias.

Me encogí de hombros y les di la pistola, servían para cuatro tiros. Mientras ellos tiraban miré a Jeremmy, él pareció darse cuenta de que lo miraba. Agarró un papel y comenzó a escribir algo. Un tiro llamó mi atención, la familia había conseguido descolgar tres bolas así que les debía dar un premio.

—El unicornio rosa —pidieron los niños. Asentí y me puse de puntillas para conseguirlo, se los di a los pequeños e hice una sonrisa sin mostrar los dientes para los padres.

Cuando me giré para ver a Jeremmy de nuevo vi que delante de él había un papel levantado en el que había unos números apuntados. Era su número de teléfono.

Cogí mi móvil rápidamente y me apresuré a escribirle un mensaje, me aburría.

Anne: ¿Qué quieres?

Jeremmy: Nada, sólo estoy aburrido. ¿Quieres algodón de azúcar? Te hago descuento.

Anne: Voy a declinar tu muy amable oferta. (No como azúcar por la noche, engorda)

Jeremmy: Dime que no eres una de esas chicas que controlan todo lo que comen, ya tengo una al lado.

Anne: ¿Y si lo fuera?

Jeremmy: No lo sé. Creo que entonces nunca podríamos tener una cita en un restaurante, entonces.

Dejé el teléfono en la mesa de plástico y respiré hondo, se me estaba yendo de las manos, no podía permitir que pensara que tenía la más mínima oportunidad conmigo, era una asesina en serie, pero no destrozaba corazones.

Miré a mi alrededor y no vi a nadie acercarse a mi puesto así que no vi nada de malo en ir al baño un segundo, además me moría de hambre y necesitaba algún cuerpo. Caminé para salir del puesto y me dirigí al interior del instituto. Cuando iba a entrar al baño, sentí una punzada de dolor en la cabeza. Era como si alguien estuviera aplastando mi cráneo con un camión, una y otra vez.

—¡Anne! —gritó una voz conocida mientras corría hacia a mí.

—¿Qué haces aquí? ¿Pretendías violarme o algo así? —exclamé fingiendo estar asustada, el dolor me hacía tener comportamientos tontos.

—No, no. Claro que... —Alguien tocó el gatillo de una pistola así que me apresure a empujar a Jeremmy dentro del baño para mantenerlo a salvo.

Me giré hacia la persona que había tratado de disparar a Jeremmy y vi que vestía un traje de Los cazadores. Corrí hacia él, pero se escapó y lo perseguí por todo el instituto. Cuando él estaba despistado me le tiré encima y le arranqué un brazo.

Él cambió posiciones y se puso encima mío, agarró una estaca de su bolsillo trasero y trató de clavármela, pero no funcionó pues alguien lo había empujado hacia aras. Era mi hermano.

Se le fue encima y comenzaron a golpearse, yo agarré la estaca que iba a atascarse en mi corazón y aparté a mi hermano para tener yo el gusto de matar a ese idiota.

La clavé sonriente viendo como la sangre salía.

Me aparté cansada y miré a mi hermano, pero él no sonreía. Estaba con la mirada fija detrás mío, yo me giré para ver que daba tanto miedo y vi a Jeremmy con la respiración alterada y mirándome con la estaca en la mano, se había asustado. No me importaba tanto, pero no quería que tuviera miedo. No podría matarlo, entonces.

Traté de acercarme a él, pero comenzó a correr como un cobarde. No me fue difícil ir detrás de él y derrumbarlo para intentar calmarlo.




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