Montones y montones de ropa están cubriendo la fría madera del suelo en mi habitación. Mei ha venido a alistarse en mi casa y a pasar lo que ella llamó un momento de chicas el cual ha consistido única y exclusivamente en hacerme preguntas sobre Derek. Todo tipo de preguntas debo decir. Esta chica tiene más imaginación que Dora la exploradora. Y cuando le he contado que me pareció que habíamos tenido un momento o… algo por el estilo, se puso como loca, su grito hizo que mi padre apareciera corriendo por la puerta de mi habitación, pero gracias a Dios Mei le aseguro que había sido un grito de emoción, un grito de los buenos. Mi padre a quien parece agradarle en demasía la asiática, se giró con una sonrisa en los labios y volvió a su estudio.
Mei pasó el resto de la tarde asegurando que mi situación con Derek ―si es que existe tal cosa― era algo que ella ya veía venir. Realmente no tengo idea de a qué se refiere, hasta el momento no ha pasado nada entre el castaño y yo. Y no estoy segura de si algún día llegará a suceder. No creo estar lista para intentar tener una relación o algún acercamiento romántico. No después de Austen.
Sin embargo eso Mei no lo sabe, así que se ha empeñado en encontrar el atuendo perfecto para que lleve a la fogata de esta noche. Lleva exactamente cuarenta minutos revolviendo y saqueando todo mi clóset buscando el atuendo ideal, yo me he limitado a quedarme sentada en la orilla de la cama mientras ella habla consigo misma. De vez en cuando levanta una que otra prenda y dirige una mirada de horror en mi dirección.
―!Ajá! ―grita con entusiasmo la asiática mientras sacude dos prendas en mi dirección.
La sonrisa de victoria que está surcando su rostro solo logra hacer que se me pongan los pelos de punta. No me quiero ni imaginar qué es lo que tiene en las manos.
»Vas a quedar espectacular ―asegura mientras camina hacia mi cama.
Entorno los ojos tratando de descifrar qué ropa ha escogido, pero solo consigo verlo bien cuando la chica extiende los dos pedazos de tela sobre la cama. Me quedo muda por un instante asimilando lo que tengo frente a los ojos.
Una falda de jean amplia y corta que hace mucho tiempo no uso, se encuentra extendida sobre el edredón de mi cama. A pesar de que la prenda es algo corta, teniendo en cuenta que voy al río, supongo que está bien. El problema radica en la blusa o más bien el intento de blusa. Mei escogió una minúscula camisilla de tiras negra, que hace mucho tiempo debió haberse ido a la donación o pasado a mejor vida. Si me la pongo solo taparía mi pecho.
―No voy a ponerme eso ―digo señalando la blusa.
Mei pone los ojos en blanco y vuelve a tomar en sus manos la blusa. La extiende sobre mi cuerpo.
―¡Te vas a ver genial Gaby! ―asegura con entusiasmo―. No está mal mostrar algo de piel. Iremos al río.
―Va a parecer que me cogió el desarrollo en la calle Mei. Eso ya no me queda.
La chica se queda examinando el retazo de tela que sostiene en las manos e intercala la vista de la prenda a mí y viceversa. Al final deja salir un resoplido y avienta la blusa a la pila que está en el suelo y se deja caer sobre el colchón a mi lado. Dejo escapar un poco la risa ante su frustración. Me levanto y me pongo a examinar la ropa en el suelo y lo poco que queda en el closet.
―¿Qué tal si yo escojo la blusa? ―le pregunto sin dejar de mirar entre la ropa regada a mi alrededor.
Un gruñido es la única respuesta que recibo por parte de mí amiga, pero es suficiente para mí.
Busco y rebusco hasta que doy con lo que a mí parecer podría ser la blusa indicada. La llevo hasta el colchón y la coloco arriba de la falda. Se ve bien.
―¿Qué opinas? ―Mei se ha colocado a mi lado y está viendo detenidamente el conjunto.
La blusa es de color piel, tiene pequeñas perlas y lleva un nudo en el frente.
―¿Cómo demonios es que no la vi antes? ―dice tomando la prenda en sus manos―. ¡Es perfecta Gaby! Derek va a quedar muerto.
Una sonrisa tonta se asoma en mis labios cuando la imagen del castaño se cuela en mi mente. Aún no sé qué demonios es lo que me pasa con Derek pero tengo que frenarlo.
Una hora después ya estamos casi listas para irnos al río. Los chicos quedaron en pasar a buscarnos a las siete en punto y ya solo faltan diez minutos. Mei está dándome unos últimos retoques de maquillaje, y en todo este tiempo yo solo he podido pensar en una sola cosa. De hecho he estado pensando en lo mismo hace semanas. Echándole una mirada a Mei me atrevo a decir en voz alta lo que me muero por averiguar.
―Mei. ―Ella hace un sonido indicándome que hable―. ¿Quién llama a Derek que logra ponerlo tan mal?
Sus manos dejan de moverse sobre mi rostro, y sus ojos se clavan en los míos por el reflejo del espejo. Repentinamente empiezo a sentirme nerviosa por haber preguntado. Tal vez sea algo muy personal. Dios, claro que debe ser algo personal.
―Tal vez deberías preguntarle ―contesta cautelosa, retomando lo que hacía hace unos segundos.
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Editado: 18.05.2023