Una nueva semana comienza y entro en el campus con la clara intención de no mirar ni prestar atención a nada de lo que pueda llegar a escuchar a mi alrededor, pero eso es imposible al notar como cada una de las personas se alejan de mi camino al pasar cerca de ellos. Algunos me ven como si yo tuviera las respuestas a los secretos del universo y otros simplemente siguen con esa mezcla de terror y emoción filtrando en sus expresiones. Incapaz de seguir observando sin lanzar insultos, bajo la vista y camino lo más rápido que puedo hasta mi casillero, o eso es lo que intento ya que en el camino choco contra un muy formado y firme pecho.
Lentamente inclino la cabeza hasta que mis ojos se impactan con la mirada irritada de un chico. Su expresión de fastidio bajo sus monturas rojas cambia de inmediato al reconocerme.
―Pero si es la loca que cambió Manhattan por River Hill's― Dice el moreno frente a mi―. Apuesto a que ahora debes estar arrepentida.
Mis ojos no dejan de observar el rostro duro del moreno frente a mí, tiene los ojos cafés y una barbilla y rostro marcado que lo hace ver intimidante, algo sexy como modelo abercombie, pero intimidante.
―No sé a qué te refieres ―comento dando un paso hacia atrás, estamos demasiado cerca y eso no me agrada.
Él ladea una sonrisa que hace que la sangre en mi cuerpo se hiele, y extiende ambos brazos a sus lados.
―Pueblo chico, infierno grande, bienvenida a River Hill's dulzura.
Mis ojos siguen su cuerpo hasta que se pierde dentro de la universidad y mi cerebro comienza a procesar todo lo que acaba de pasar de manera desmesurada, mis dudas saliendo a flor de piel. El grupo de personas pasando a mi lado ocupan mi atención y solo entonces recuerdo los entrenamientos. He quedado en venir más temprano de lo habitual solo para estar presente en la práctica de los chicos, Me apresuro en llegar a la cancha y hago una mueca cuando veo que las gradas están casi llenas en su totalidad. Los que no tenían espacio libre deben estar pasando de sus clases.
Un brazo agitándose con violencia en la segunda fila capta mi atención. Mei Leing se encuentra llevando una camisa del equipo con el apellido de Nate en la parte trasera. Su sonrisa crece en su rostro cuando llego hasta ella.
―Oh Dios mío ya quiero verlo. ―Por un segundo pienso que está hablando de Nate, hasta que veo el lugar al que me señala y encuentro al entrenador Jenkins llevando a cabo el calentamiento―. ¿Has visto su trasero cuando hace las sentadillas? moriría por sacarle una foto mientras se inclina.
Con esto último no puedo aguantar más y exploto en una carcajada, el estómago está comenzando a dolerme de tanto reírme y la asiática a mi lado está igual que yo. Ambas con lágrimas en los ojos, las risas inundando el lugar atrayendo la mirada de todos.
―!Para ya, Gaby!
Entre risas paseó mi mirada por las gradas esperando ver una cabellera castaña en algún lugar o entrando en el lugar, pero no está. Derek no ha venido a los entrenamientos. Un malestar se instala en mi pecho y la determinación de lo que voy hacer se arraiga dentro de mí. Hoy es el día en que todos los secretos salen a la luz.
Trato de prestar toda mi atención al entrenamiento y entender un poco lo que sucede en la cancha, pero entre mis pensamientos difusos respecto a Derek y la voz chillona de Amber detrás de nosotras, se me hace completamente imposible. La rubia no ha dejado de hacer comentarios sobre el físico y la vida de los chicos, incluidos Nate y Luke. He tenido que contener a Mei en más de dos ocasiones para evitar que se lance encima de la chica.
Me giro para tratar de advertirle a Amber con la mirada que debe quedarse callada si no quiere que Mei la golpee, pero irónicamente la que termina golpeado soy yo; siento un cuerpo impactar contra el mío lanzándome de bruces desde la segunda grada, haciendome rodar casi hasta el inicio de la cancha. Todo el cuerpo me duele. El ardor en mis rodillas se hace presente de inmediato y puedo notar mi brazo derecho húmedo por la sangre. Inclino un poco la cabeza y puedo ver la sonrisa burlona de Amber desde las gradas, detrás del rostro preocupado de Mei.
Quiero insultarla, quiero levantarme y decirle que es una idiota sin cerebro, pero para mi desgracia, ahora mismo no logro procesar otra cosa que el dolor de mi cuerpo. Para mi suerte alguien más cumple los deseos por mí.
―¿Qué demonios te pasa, estúpida? ―Mei se ha acercado como una mamá oso hacia donde Amber y sus amigas se encuentran.
―Me he tropezado, no es mi culpa ―se defiende la oxigenada, antes de echarse a reír junto a la arpía.
En este momento mis instintos asesinos se encienden y juro que Mei está por lanzarse encima de ambas rubias para jalarles de los cabellos, pero antes que tenga oportunidad las manos de Nate la sostienen de la cintura y veo a Luke llegar a mi campo de visión para ayudarme a levantar. El dolor no me deja levantar.
―¿Estás bien, preciosa? ―Luke me mira preocupado y siento el rubor calentar mis mejillas cuando asiento en su dirección.
Mi rostro se dirige de inmediato a donde las descerebradas se encuentran. Mei se ha agarrado en una discusión con Amber de la que la rubia no tiene cómo salir bien parada, pues estoy segura que su léxico es demasiado limitado para enfrentarse con la asiática, en un parpadeo aparece en entrenador Jenkins con el ceño fruncido y suena el silbato tan fuerte que hace que todos nos quedemos en silencio. La mirada penetrante del entrenador nos taladra a todos y termina en la herida de mis rodillas y antebrazo. Como un resorte su cabeza se gira hacia donde las rubias se encuentran y una perfecta ceja se inclina hacia ellas.
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Editado: 18.05.2023