Un farragoso cuarto, cuatro paredes blancas, una cama y los inalterables hoyos causados por los pretéritos golpes de un martillo. Nada ha cambiado, todo esta en el mismo lugar, a excepción de aquel individuo que mantiene su esencia en constante cambio sin rastros de armonía en este.
¿Cuál es el motivo por el que has llegado a esa conclusión?...
¡Sí! Esa conclusión que repites una y otra vez como si fuera el himno de tu existencia o la oración de una nueva religión creada por tu Dios interno. "SON UNA PERDIDA DE TIEMPO" prosigues con tu deprecación, mientras la ira, el rencor y la intransigencia por la savia de aquellos cuerpos sin importancia para ti, se desbordan por las ventanas de tu alma. No creas que esto ayudará a "purificar" tu recóndita hipocresía, pues sigues a su lado con el pretexto de que hay esperanza para continuar defendiendo el compañerismo. Pero eres veleidoso y el desenlace de toda acción cometida en este trance, siempre será perjudicial.
Has proyectado un montón de ideas para dejar de pensar en ello. Y lo que en un principio era desgarrador, ahora es una adicción para llenar aquel vacío que tu mismo has provocado. El tiempo solo incita a las ausencias e inocula en tu raciocinio un nuevo análisis sobre ellos o supliendo este "análisis" por "estaciones paranoicas".
Todo resulta ser una contradicción. Tu yo interno esta fraccionado y la disputa entre el individualismo y el colectivismo te hacen divagar por el universo intangible.