JUNIOR
Reviso el guardarropa buscando que usar, se supone que pase por Maia en dos horas y recién termino con mi cuarto tras ayudar toda la tarde a Charles en el arcade, más bien probar maquinas con Lucas, volteo a la puerta viendo a mi padre apoyado asumiendo que termino de bañarse. Entra al cuarto sorprendido del orden y de la cama tendida, dejándose caer en la misma agarrando una almohada, agarro unas zapatillas blancas y ropa interior dejándolo sobre la cama, antes de sentarme a su lado.
—Estas nervioso —afirma a lo que volteo a verlo.
—Nunca traje realmente a nadie que no sea del equipo —respondo lo obvio—, sé que la conocen, pero para ella resulta ser nuevo.
Tomo mi celular y reviso los mensajes del equipo que preguntan burlándose de como eche a Lucas al dejarlo en su casa, pero lo que me impresiona es ver un mensaje de Maia exigiéndome ir antes o me olvide de pasar. Se que no quiere dar explicaciones saliendo tarde y la acorralen exigiendo llevarla, no entiendo porque esconde la verdad, rara vez le oculte algo a mis padres y teniendo a Charles de hermano se hace difícil conociéndome tan bien.
—Sabes si tiene alguna preferencia —niego dejando a su disposición la cena, salvo el postre que exclusivamente tiene que ser algo con chocolate—, jamás creí verte tan enganchado con alguien.
—No te parezcas a tu otro hijo —lo ataco poniéndome de pie—, demasiado tengo con él como para tener que aguantarte.
—Termina de arreglarte o no será Charles quien haga que tu hermana se comporte mal —oigo a mi padre reír ante la amenaza de mi madre que carga a la princesa de la casa—, estamos listas.
Veo a mi hermana con un vestido rosa y un lazo blanco en la cintura, haciendo honor a su apodo luce una corona, Ameli es la clara imagen de un ángel con sus rizos rubios y ojos avellana, es una pequeña impredecible y sus momentos de tranquilidad son para tener miedo. Aunque espero hoy sea la excepción y sea la clara imagen de un ángel que no hace nada más que jugar con unicornios y bailar, le respondo a Maia que pasare antes y vuelvo la atención a mi padre que se levanta de la cama besando a mi madre antes de salir.
—Paso por Maia antes –aviso antes de perderlos de vista.
—Llama a Charles y dile que termine, voy a pasar por el restaurante –me informa desde el corredor.
Agarro lo primero que encuentro en el armario y me encierro en el baño dejando que el vapor impregne la habitación, relajarme bajo el agua caliente como de costumbre no está permitido hoy cuando básicamente tengo que correr a buscarla. Por lo que en tiempo récord me estoy cambiando enviándole un mensaje a Alex de que saque al adoptado del arcade y tomando las llaves para salir, me siento ansioso de como vaya a resultar todo, en especial ante la duda que tenía ayer sin saber realmente como salir sin que sus padres sospechen.
No se realmente que necesidad tiene de ocultar lo que hace, pareciera que teme vivir bajo sus propios límites, no so quien, para juzgar, pero la idea de que uso a su amiga nuevamente como escudo a escaparse conmigo me agrada, obligándome a tener la mejor idea que se me pueda cruzar por la cabeza. El camino a casa de Maia es rápido no queriendo llegar tarde, le envió un mensaje de que salga, esperándome en la esquina la veo salir con una mochila y algo que me asombra es ver que lleva su computadora, mejor no puede salir, no puedo evitar evaluarla reiteradas veces notando que tiene las pestañas arqueadas y un ligero labial rosado del mismo tono que su remera y un pantalón ajustado entallado a sus piernas.
—No era que no te maquillabas —le recuerdo cuando bajo la ventana.
Guarda silencio abriendo la puerta sube sus cosas a la parte de atrás y voltea viendo a su casa antes de subir y llevar sus manos a su rostro, se deja caer contra el respaldo del asiento con una expresión seria que denota de cualquier emoción. No puedo evitar detallarla cuando quita sus manos y tras una profunda respiración voltea a verme, niega y vuelve a suspirar sin quitar sus ojos de mí.
—Tengo una idea que espero aceptes –rompo el silencio tomando su mano.
—¿De acuerdo?
Puedo intuir que el motivo de que venga cargada se debe a que me hará llevarla luego a casa de su amiga, quien básicamente está a favor de que arrastre a Maia, por lo que teniendo el sí de la castaña me falta confirmar las ganas de Maia de quedarse conmigo. Sin apartar la mirada de ella, notando la pequeña chispa que me obliga a liberar, su sonrisa y mejillas sonrojadas podría jurar que obtener una negativa seria demasiada mala suerte viéndola cómoda y sin preocupaciones.
—Dile a tu amiga que te quedas en mi casa —su sonrisa se borra—, que dices una pijamada
—Una pijamada contigo —asiento viendo cómo evalúa cada uno de mis gestos—, no estoy seguro que tan buena idea sea.
Hago uno de los típicos pucheros de Ameli inclinando mi cabeza, levantando mis ojos y sacando levemente mi labio consiguiendo que gruña y gire mi cabeza, lo tomo como si, golpeo su pierna antes de poner en marcha el auto y encaminarme a mi casa, donde antes me doy una vuelta por el arcade notando que no está la moto de Charles, ni el convertible de Alex. Al aparcar junto al auto del chef observo a Maia que no quita los ojos de la fachada, la luz del living esta apagada mostrando a través de las cortinas el reflejo del televisor, tomo su mano captando su atención donde el miedo parece estar presente en sus ojos.
—¿Cómo esta tu mano?
—Esto es real –dice volviendo a ver mi casa, suspira perdiéndose en sus pensamientos.
Acaricio su rostro perdiendo la calma, sus ojos me observan antes de acortar la distancia capturando su boca, siento el ligero sabor a fresa de su labial, delineo sus labios sintiendo como se relaja llevando su mano sobre la mía. El tacto de su mano se siente cálido demostrándome la confianza que tiene, es imposible que lo siga negando, cae, caemos y no hay forma de frenar esto que recién está comenzando. Con Maia no tengo obligaciones, no necesito probar nada, extrañaba conocer a alguien nuevo, descubrir cada una de sus capas y sacarlas una a una, nos descubrimos y a pesar de todo nos agrada lo que descubrimos.