AVELINE
Mis parpados se cierran y el cielo nocturno nos recibe con las luces de las estrellas, tanteo en el asiento hasta encontrar los lentes de sol, me los coloco dejándome caer contra el pelirrojo. No soporto los viajes de carretera, me parecen aburridos, no hay señal y mis piernas necesitan salir, llevamos más de diez horas y mi trasero duele, aun no entiendo porque ir en auto cuando un avión es mucho más rápido. Comienzo a arrepentirme de acceder a venir.
—Eh no te duermas estamos por llegar al hotel —grita Daniela sacudiéndome la pierna.
Abro los ojos y observo al pelirrojo que está dormido con baba cayéndole por el mentón, si lo capto, yo no duermo, pero él sí. Subo mis piernas al asiento y me recuesto usando sus piernas como almohada, que me despierten en el momento exacto que lleguemos y me dejen dormir.
Las caricias en mi pelo logran despertarme, abro los ojos viendo la oscuridad que me brindan los lentes, llevo mi mano al relicario que cuelga de mi cuello quitándome los anteojos, giro encontrando a Tadeo intentando despertarme. Me incorporo y estiro dentro de lo que el auto me permite, veo las luces en neón que nos da aviso del motel en medio del camino, me recuesto contra el pelirrojo que esta igual de agotado o más que yo.
—¿Pasaremos aquí la noche?
—Eso parece —dice Tadeo entregándome su móvil, observo la foto de Álvaro en la sala de ensayo con Maia.
—Deja de provocarme —le devuelvo el móvil—, te dije que quería unos días de tranquilidad y no ayudas.
—Conoció a sus padres —le sigue su hermana y quiero patearle la cara—, van enserio —afirma.
—Váyanse a la mierda —en un minuto mi humor se fue al carajo, me separo y cruzo de brazos queriendo mandar todo a la mierda.
El auto aparca en la entrada y soy la primera en bajar, las estrellas iluminan el cielo, me quedo esperando a Tadeo que baje con mi maleta mientras Dani, me observa riendo. Intenta tomarme del brazo cuando llega a mi lado y me separo siguiéndolo a recepción, no tardan en darle la llave a Dani y a Tadeo la nuestra mientras su chofer se queda registrándonos.
Lo sigo viendo el complejo de habitaciones, el pequeño patio, las terrazas y la pequeña piscina, arrastra mi valija sin decir nada mientras se las arregla para abrir la puerta. Quería un viaje tranquilo, sin embargo, se las ingenia para hacerme rabiar, deja las maletas en el piso mientras se dirige al baño. La ducha no tarda en sonar y pese a necesitar un baño, lo que primero necesito es calmarme, por lo que abro la maleta y revuelvo todo hasta encontrar mi traje de baño.
Las luces iluminan el complejo me dejo caer en la piscina, el agua helada se filtra en mis huesos mientras cierro los ojos dejando que mi cuerpo flote, el ida y vuelta del agua me lleva mientras muevo mis brazos como si hiciera muñecos de nieve. Siento como el agua me lleva de regreso a sus brazos, como su aroma impregna mis fosas nasales y mis manos intentan tocar algo que es tan lejano como irreal, mi alma se desgarra con el recuerdo de su partida, de sus palabras y es cuando me sumerjo antes que las lágrimas me consuman.
Las gotas golpean la superficie noto una figura de pie en la orilla, su postura, siento que vuelvo a verlo y no entiendo como no lo note, apoyo mis pies en el piso y observo a Tadeo ofreciéndome su mano, nado hasta la orilla dejando que me ayude mientras saca la toalla húmeda de su cuello y me la entrega.
—¿Tienes frio? —asiento y dejo me guie.
El frio de la noche no ayuda con el frio que aumenta en el proceso de volver al cuarto bajo la mirada de su chofer, Tadeo asiente diciendo que todo está bien mientras me guía de regreso donde noto el desastre de ropa que deje tirado. Cierra la puerta con seguro al igual que la ventana para que nadie nos moleste, lo observo acercarse mientras toma la toalla con la que me cubro y la retira acomodando mi cabello detrás de la oreja.
—Toma un baño Avil, pediré algo para comer.
Me separo y observo sobre la cama mi pijama y un conjunto de ropa interior, observo a Tadeo ignorándome mientras pide algo al bufet, muero de hambre, pero más ganas tengo de tentarlo. Tomo ropa y me dirijo al baño dejando el agua caliente llene la habitación de vapor, me quito el traje de baño, desenredo un poco mi pelo y me sumerjo bajo la ducha que se encarga de aliviar el frio.
Salgo envolviéndome con la toalla mientras desenredo mi cabello frente al espejo notando el relicario brillar con la palabra ángel grabada eternamente en él, me coloco el conjunto de ropa interior, grita que llego la comida, me pongo los tacones, pinto mis labios de rojo y dejo mi cabello húmedo caer por mis hombros. Si tentar al pecado sería un delito estaría tras las rejas, abro la puerta y veo a Tadeo sentado en el borde de la cama, el ruido de los tacos llama su atención haciendo que deje la comida a un lado, no deja de evaluarme, voltea para ver que no tome el conjunto para dormir.
—¿Qué pediste? —pregunto haciendo un puchero que lo deja embobado observando mis labios.
—Juegas con fuego Avil —espeta y puedo ver como su mirada se torna oscura.
—Suerte visto de rojo —sonrió acercándome a él.
Me siento a su lado y tomo el tazón de frutas mientras me arrastro en la cama hasta dejar mi cabeza apoyada en la almohada, devoro cada trozo de fruta bajo su atenta mirada y no puedo evitar sonreír cuando se acerca. Apoyo mi pie en su pecho alejándolo, pero lo único que hace es tomar mi pie y quitar el molesto zapato que incomoda, me besa el pie cuando me lo quita y sigue con el otro repitiendo. Le extiendo un trozo de fruta y lo toma de mis dedos mordiéndolos, jugamos con fuego sin miedo a quemarnos, aparta el tazón de mis manos y ahora es él quien toma fruta y me la da desde sus labios.
—Amo tus juegos —lleva la fruta a mi boca y la aparta antes que pueda tomarla—, esto es una venganza.