Infectados

Capitulo 6

No fue tan difícil controlar a Alexander anoche, de hecho, todo marchó bien. Claro, hasta que nos dijeron que deberemos pasar otros días más aquí para conseguir suministros, cosa que se me estaba olvidando. Y eso quiere decir otras noches con Alexander.

No teníamos comida, así que mandamos un grupo de tres mientras que los que se quedaban tenían que matar el tiempo recorriendo la zona.

En el grupo que mandamos obviamente tenía que estar yo porque si no me mata satanás me mata uno de sus engendros, pero nunca moriré por mí misma. Es mentira, solo salió mi nombre en el azar que jugamos y quedé entre los tres.

En la búsqueda estamos Sky, Liam y yo, mientras que Ezra, Bella y Alexander fueron los que se quedaron en el motel.

Camino en medio de los dos con puñal en mano, Liam tiene el rifle y Sky un machete.

– Se acaban las raciones de balas – informa Liam, quien revisa cuantas cajas de balas tiene y no me sorprende que sean solo dos porque se gastaron muchas en su casa.

–¿Crees que haya una tienda de armas por aquí? – pregunto dando mi consentimiento para conseguir raciones.

– La verdad es que no, el pueblo parece prometedor, pero es demasiado pequeño para necesitar una – responde Liam y por ahora damos por terminada la conversación al ver un supermercado frente a nosotros.

Las puertas no tienen electricidad y parecen selladas así que con un pincho Sky hace lo suyo para abrirla.

Aprovecho y saco mi cargador portátil para que se recargue con la luz solar ya que tiene un pequeño panel.

Lo dejo encima de un bote de basura verde asegurándome de esconder todo el cargador menos el panel. Aunque la humanidad medio deje de existir siempre hay alguien que intenta vivir de alguna manera, igual que nosotros y eso implica robar, ese es uno de los pocos cargadores que tenemos y no me agrada quedarme incomunicada o sin señal, aunque no lo use para nada más que para ver noticias cuando no estoy huyendo de alguien o algo.

Sky termina de abrir la puerta y los tres nos encaminamos dentro sin mirar atrás, obviamente y antes de ir muy dentro ponemos algo que nos ayude a que nadie de afuera pueda entrar, lo más lógico, una silla.

Buscamos un carrito de compra grande y vamos pasillo por pasillo recolectando comida, bebidas e higiénicos que se encuentran en el primer piso.

Luego de terminar con el espacio del carrito entramos todo en las mochilas y nos dirigimos al segundo piso a ver que podíamos conseguir.

Hay televisores, neveras, estufas, y todo lo que tenga que ver con los objetos del hogar. No les presto mucha atención, sigo caminando alejándome de los otros dos que igualmente seguimos caminos distintos y me topo con algo que hace que mis ojos se iluminen.

Un vate.

Hay pesas, cuerdas de saltar, pelotas de diferentes deportes, fajas de entrenamientos, máquinas de ejercicios y una pequeña sección en una vitrina con gasas, curitas y otros artículos médicos de primeros auxilios.

Tomo uno de los vates del canasto donde están reunidos, es de hierro y me siento en esas animaciones cómicas donde siempre hay una chica con uno. Sostengo tres pesas, una más pesada que la otra y decido de cuáles le voy a llevar a Ezra, porque, aunque quiera, no puedo cargar con todas, escojo la menos pesada.

Cojo una pelota de béisbol y me dirijo a la vitrina.

Al llegar noto una puerta con sangre en los alrededores “genial, las cosas nunca pueden salir tan bien” me digo a mi misma e ignoró la puerta por un momento mientras tomo todo lo que necesito.

Al terminar de llenar mi mochila escucho golpes lentos venir de la puerta y no los reconozco como los de un infectado así que me acerco a la puerta y poso mi oído en ella, intentando reconocer algo que no sea peligro.

– ¿Hola? Hay alguien ahí – escuchó la voz suave de una pequeña niña y la asoció a los golpes.

Me doy cuenta desde que analizó la puerta, es de las que solo se abren por fuera y rápidamente la abro viendo en ella a una pequeña niña que se ve de unos 5 a 6 años, veo dentro, luego de que la niña sale corriendo de ahí y me topo con otra chica mucho más grande aparentemente de mi edad.

– Gracias por abrirnos la puerta, ya nos estábamos volviendo locas ahí dentro – ella intenta levantarse y cae en el intento así que corro a ayudarla. Un cabello extremadamente largo me recorre el brazo y me sorprendo al verlo, al levantarla mis ojos conectan con unos hermosos ojos color miel y mi sorpresa es mas grande al ver su estado. Se nota que tiene varios días sin comer y aun con ella en mis manos miro el lugar y no encuentro nada que me indique que hayan comido algo.

Miro a la niña mientras saco a la chica, está en una condición aún peor.

– ¡¿Encontraste algo interesante?! – grita Sky desde no tan lejos acercándose a nosotras.

– Pues… – lo miro tomando a la niña de la mano y acomodando a la que parece ser su hermana sobre mis hombros – esto tal vez sea interesante o algo más.

– No me jodas… – mira a la pequeña y se agacha para agarrarle los cachetes – ¡Qué ternurita! – me mira - ¿En qué vitrina tengo que buscar una muñequita así de bonita? – la mira y su emoción pasa a preocupación – dulzura, ¿hace cuánto no comes? – por alguna razón a la pequeña parece caerle en gracia y se le acerca un poco con los ojitos algo cristalizados, parece que han pasado por mucho.

– Yo comí ayer, cuando mami nos dejó a mi hermana y a mi aquí para ir a buscarnos más comida, pero está durando mucho – miro a la niña y luego a Sky, ambos sabemos lo que eso quiere decir y es obvio que no tienen solo un día ahí, parece que la falta de luz le distorsionó el tiempo a la niña, eso hace que me preocupe aún más porque quiere decir que llevan semanas ahí dentro. Miro a la hermana de la niña y ella solo voltea la cara, pero siento como se debilita, está llorando.




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