Infectados

C I N C O

La luz que da directamente en mis ojos me saca de mi hermoso sueño, bostezo sintiendo un repentino calor por todo mi cuerpo; como si se tratase de una manta térmica. Abro perezosamente mis ojos encontrándome con la oscura cabellera de Hades que hace cosquillas en mi nariz. Me acurruco más contra su cuerpo para sentir un poco más ese calor que, desde hace mucho no sentía. Cierro mis ojos aspirando su delicioso aroma de hierbabuena y lavanda. El ruido de la perilla me saca de mi  ensoñación poniéndome nerviosa, agarro impulso y en uno de mis movimientos bruscos tiro al suelo el cuerpo de Hades justo cuando la puerta es abierta.

— ¡Buenos días! — exclama un adormilado Benjamín, su mirada alegre recorre fugazmente mi cuerpo hasta posarse en mi cabello que, intuyo y debe estar como un nido de pájaros ¡Totalmente un desastre! El quejido de Hades me recuerda de su presencia. Asomo mi cabeza por el orillo de la cama regalándole una enorme sonrisa a modo de disculpa, sonrisa que Hades corresponde.

—Bueno, basta de desperdiciar el tiempo ¡A levantarse!

¿Y a este que le pico?

Me pregunto frunciendo el ceño. — ¿Y qué quieres que haga yo? — pregunto con una ceja enarcada repentinamente curiosa sabiendo lo que se acerca.

—Pues cocinar— responde como si eso fuese lo más obvio del mundo. Lucho contra la sonrisa que quiere escapar de mis labios y decido jugar un poco con su paciencia.

— ¿Y quién te dijo que yo te iba a cocinar? —conteste indiferente levantándome de la cama y yendo al desastroso y en casi ruinas baño. Benjamín frunce el ceño y me observa desde el umbral de la puerta con sus ojitos de cordero degollado.

—Está bien— acepto rindiéndome a sus encantos. Benjamín sonríe y sale corriendo a la primera planta a lo que supongo es la cocina. Rio divertida mirando a Hades por primera vez, este se encoge de hombros claramente divertido y se levanta para salir.

Termino de hacer la mezcla de lo que se supone y serán panquecas ya que estas tienen de todo forma de una, además creo adivinar que la harina estaba vencida. Vierto la masa en el sartén, sorprendiéndome de que después de las malas condiciones el gas si funcionara.

 —Uhumm, aquí huele delicioso— habla Benjamín relamiéndose sus labios con ansias. De reojo veo que se acerca al bol y antes de que pueda tocar la mezcla me giro velozmente e impacto la espátula en su mano.

—Auch, ¡Y eso porque! — exclama sobándose la zona afectada. —Eso es para que sigas de impaciente— le reprendo como madre a un niño chiquito. Me volteo rápidamente al sartén al acordarme de que las panquecas se están cocinando y que si no tengo cuidado se pueden quemar. Al darle la vuelta a la panqueca me doy la vuelta al niño que tengo como amigo, no me sorprende ver que lleva uno de sus dedos a su boca succionando la masa. Lo fulmino con la mirada a lo que él responde observándome divertido.

—Con que de aquí sale estén tan exquisito olor— murmura Hades al entrar y vernos casi matándonos con la mirada. Se encoge de hombros y tras sesionarse de que la panqueca no se quemase volvió la vista a nosotros. —Benjamín, ¿Estás bien? —pregunto el pelinegro.

Benjamín asiente con dificultad sosteniendo su abdomen con fuerza, Hades y yo lo miramos con preocupación hasta que el habla. —Si me disculpan— se abrió paso entre nuestros cuerpos. —Tengo algo que hacer…— dicho esto sale disparado de la cocina. Sigo preparando el desayuno mirando disimuladamente de reojo al pelinegro, noto cuando este al creer que no lo veo imita la misma acción de Benjamín pero antes de que su mano tocara el bol golpee el dorso de esta y sujete el bol entre mis manos.

—Ni siquiera lo pienses— le advertí manteniendo mis nervios a raya. El me sonrió mostrando su blanca y perfecta hilera de dientes mientras se iba acercando con cautela. Un paso que yo retrocedía para el eran dos que avanzaba, por eso, cuando vi que su cuerpo estaba muy cerca mío opte por mi segunda opción y eche a correr con los pasos de Hades tocándome los talones. En un movimiento de coordinación tropecé con mis pies soltando el bol que se esparramo en el suelo. Mis pies se resbalaron al pisar la mezcla, Hades en un intento de ayudarme también término pisándola y por consecuencia cayendo encima mío. Abrí mis ojos lentamente sintiendo su respiración muy cerca de mi rostro. Hades sonrió de lado en una sonrisa completamente tierna que casi hace que mi corazón se derrita. Intento pararse pero de nuevo resbalo quedando su rostro a escasos centímetros del mío. Sus pupilas se dilataron y sus ojos miles se encendieron en un impresionante dorado que me dejo atontada. Nuestras narices se rozaban por la cercanía de nuestros rostros mientras que nuestros ojos no se dejaban de contemplar con intensidad.

La mano de Hades acaricia mi mejilla con delicadeza casi temiendo que en cualquier momento fuera a romperme. Sentí una extraña burbuja formarse a nuestro alrededor, una burbuja a la cual solo pertenecíamos Hades y yo. Poco a poco la distancia se fue acortando, estaba ansiosa ¿Para qué mentir? Ansiaba ese beso más que nada en este mundo. Nuestros labios se rozaron floreciendo miles de sensaciones en mi cuerpo. Justo cuando pensé que Hades terminaría con esta tortura alguien nos interrumpe obligándonos a separarnos.




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