Habían pasado tres años desde que Adam le juró lealtad al Diablo.
Se había convertido en un constante ir y venir de viajes alrededor del mundo esparciendo temor y reuniendo aliados, los que se oponían terminaban muertos y para Adam todo era agotador; pero no tenía más opción que hacer lo que el Diablo le pedía.
La tierra se estaba volviendo un infierno, las calles después de las nueve de la noche estaban desiertas porque la gente tenía miedo de las cosas que podían pasar después de que el sol se ocultara.
Pero cuando daban las diez de la noche los demonios o sea el ejército del Diablo, salían para hacer alboroto, carreras clandestinas y de más.
Adam sólo observaba desde el balcón de su departamento. Para él todo eso era aburrido, no se le ocurría peor forma de pasar el tiempo que esa, sin embargo le causaba curiosidad lo que ocurriría si se presentaba de la nada a una carrera. De seguro que todos se quedarían sorprendidos y formarían sus alineaciones de pase de lista sin dudarlo. Después harían lo que Adam les ordenara y la diversión de ellos se habría visto arruinada, lo que de cierta forma le causaba diversión a Adam.
Ese pensamiento le hizo gracia y sonrió de lado. Luego sacudió la cabeza y se retiró a su habitación a leer algo. Adam disfrutaba de la lectura y el Diablo no le prohibía la actividad porque sabía que Adam cumplía con su trabajo y había sido la mejor mano derecha que había tenido en la tierra en mucho tiempo, pero detestaba que Adam no gastará más tiempo en bares o carreras.
De pronto el reloj de Adam emitió un sonido, el Diablo lo estaba citando en ese mismo momento en su guarida. Adam presionó el botón que lo transporta mientras pensaba en la guarida del Diablo y en una fracción de segundo ya se encontraba presionando la contraseña privada para ingresar al elevador.
Cuando llegó al despacho del Diablo, este le indicó que tomase asiento con la mano sin levantar la vista de unos papeles sobre su escritorio. En esta ocasión vestía un traje negro con corbata roja, decía que era la moda en el periodo de gobierno de Donald Trump.
Adam tomó asiento y puso el tobillo de una pierna sobre la rodilla de la otra mientras desbloquea su celular para jugar con él en lo que el Diablo se desocupa. Pasaron unos cinco minutos antes de que el Diablo se aclarara la garganta y Adam volviese a bloquear su celular y dejarlo sobre el escritorio.一¿Qué jugabas en esta ocasión, Adam?一 preguntó el Diablo con las manos entrelazadas sobre el escritorio y una mirada seria.
一Candy Crush otra vez, he estado pensando en eliminarlo porque me ocupa mucho espacio en la memoria pero es que es tan adictivo, deberías probarlo.
一Tal vez一, contestó el Diablo con media sonrisa en el rostro. Para él, Adam se había convertido en un hijo, y en ocasiones lo veía como si realmente lo fuese. Entonces la sonrisa se borró de su rostro y fue reemplazada por una mueca sería, Adam identificó por completo ese gesto: el Diablo tenía una nueva misión para él. Así que se acomodó en su asiento.
一Adam, ha surgido una chica que está provocando grietas en todo mi trabajo debido a sus “buenas acciones”一hizo las comillas con sus dedos一. Hemos llegado tan lejos, desplazamos al Ejército de Ángeles y Arcángeles de muchos lugares, los hemos obligado a abandonar sus misiones y retornar al cielo, muchos de ellos perdieron sus alas y ahora forman parte de mi ejército. El de arriba一 el Diablo señaló con el dedo al techo一, está furioso, y su aliados están perdiendo la esperanza… ¡Estamos ganando bastante terreno, Adam! Pero si esa chica sigue actuando de esa forma, todo por lo que hemos luchado, se vendrá abajo. No podemos permitirlo, Adam一. El Diablo dejó escapar un suspiro y se recargo en su asiento, pasaron unos segundos antes de que volviese a hablar-. Tienes que eliminarla lo antes posible, ¿de acuerdo, Adam?一 el Diablo le tendió unos papeles que el chico tomó. De inmediato Adam se puso de pie y se dirigió a la puerta del despacho.
一Tengalo por hecho一. Contestó Adam, después de eso, abrió la puerta y la cerró tras su espalda.
El Diablo tenía una mirada satisfecha en el rostro. Adam, jamás decía que no, jamás dejaba los trabajos a medias, era su mejor carta en el juego. Dirigió su mirada al ordenador que tenía a un costado y vio el mapa de la tierra, había muchas zonas en rojo a comparación de las zonas blancas y dentro de una de las zonas blancas brillaba un punto azul con intensidad, ahí estaba la chica. Pronto ese punto azul se volvería en uno naranja como el que indicaba donde estaba Adam.
El Diablo dejó escapar una carcajada que resonó por todo el lugar. Iban ganando la batalla, y todavía faltaba mucho por hacer.
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Editado: 07.06.2019