Infierno Helado (libro 1)

Capítulo 30

Cody está a mi lado, ambos miramos como más de una docena de orígenes y hechiceros entran a nuestra comunidad. Hay jóvenes y adultos, todos miran con curiosidad el lugar, Caín va al frente con Natasha y los guían hacia el centro de la comunidad. En cuanto todos están dentro las defensas vuelven a levantarse.

Ya se nos había avisado sobre la venida de los nuevos, son nuevos reclutas entrenados escogidos por Caín desde hace tiempo atrás, él se había encargado de que mantuvieran un perfil bajo y entrenaran para estos días, vienen de diferentes partes del mundo para ayudarnos, sin embargo no es ni la mitad de gente que falta por venir.

-Parece un desfile.- Dice Cody.

Estoy de acuerdo. Todos parecen marchar con coordinación, sus rostros están serios incluso los de los menores.

-¿Tendrán miedo?- Pregunto

-¿Tú no?

-Claro que sí.

-Todos tenemos miedo, incluso los que no lo admiten.

Yo sí, lo admito, estoy aterrada pero en vez de dejarme dominar por el miedo, lo enfrento.

Busco entre la multitud el rostro de Jesse, él había salido con el grupo y no lo veo por ningún lado.

Le pregunto a Cody si logra divisarlo pero niega con la cabeza.

En ese momento escucho la voz de Caín a través del intercomunicador.

-Williams, Sammer y Rosewood diríjanse a Red Door, tenemos cargamento.

-Si señor.- Escucho decir a Cody y lo imito.

-Voy por Isabel.- Le digo antes de dirigirme al área de entrenamiento de armas.- Nos vemos en la salida.- Asiente.

Serpenteo entre la multitud y me topo con nuevos rostros y nuevas voces. Llego hasta Isabel y le hago un asentimiento para que venga hacia mi, caminamos juntas de regreso a la entrada en donde Cody nos espera junto a Caín.

-Estamos listos.- Digo por todos, Caín no me mira solo asiente y abre el muro invisible.
-Mantengan el perfil.- Dice cuando estamos del otro lado.

Los tres vamos armados y usamos las pulseras que Elías inventó para volvernos invisibles. Al salir nos encontramos con un Nissan negro, Cody lo desbloquea y se sube al lado del conductor, Isabel al lado del copiloto y yo en la parte de atrás.

-Las órdenes son que vayamos a la parte trasera del edificio, ahí nos esperará nuestro contacto, ustedes vigilarán los alrededores mientras que yo negociaré.- Dice Cody mientras me mira por el retrovisor.- Pueden vigilar desde arriba.- Ambas asentimos.

Aparcamos unas cuadras antes y nos dividimos.

Los edificios en esta zona están pegados pared con pared así que se me hará fácil caminar por las azoteas. El bar es un edificio esquinero pero detrás de este hay una especie de callejón en donde hay contenedores de basura y paredes llenas de grafitis. Ahí es el lugar de encuentro. Isabel está en el edificio del otro lado de la calle totalmente invisible al igual que yo. Sólo podemos vernos entra nosotros, nadie más.
Me apoyo en la barandilla viendo hacia Cody que espera paciente recostado a la pared.
-Se acerca.- Lo escucho decir por el intercomunicador oculto en mi oreja.- Es decir, se acercan.

Me pongo alerta enderezándome, mi mano viaja hacia el mango de mi cuchillo y lo saco preparada ante cualquier cosa.

Un camión se estaciona enfrente de la entrada el callejón, unos hombres bajan de este con cajillas de cerveza, o al menos eso es lo que los primeros dos hombres cargan.

Los otros dos se ayudan entre sí a cargar una caja grande de madera, parecen gorilas por su gran tamaño, el que supongo es el jefe se planta delante de Cody y este le da un fajo de billetes. Aumento mi audición para escucharlos mejor.

-Este domingo, nos reuniremos en el punto A, partiremos a las cuatro de la mañana, Caín los espera.- Murmura mi compañero.

El hombre rapado y con barba asiente.- Ahí estaremos con más.- Dice antes de hacerle señas a sus hombres para irse. El camión abandona el lugar y Cody nos hace señas para que bajemos. Coloca un dispositivo para hacer la caja invisible así como nosotros. Es algo extraordinario lo que la magia y la tecnología son capaces de hacer juntas.

Bajo por las escaleras de incendio aún invisible al mundo y escaneo rápidamente la caja, Isabel se acerca corriendo y sus ojos verdes brillan por la adrenalina. Si, aún no me acostumbro a verla así, prefiero sus ojos azules, así como los de Jesse.

-Ayúdenme.- Nos dice a ambas. Ellos son más fuertes cuando están juntos por su enorme conexión, es como si se convirtieran en uno solo.
Los tres forcejamos hasta que logramos levantarla y empezamos a caminar hacia el auto.

Antes me quejaba del sol y ahora parece darme más energía, amo los ambientes tibios, el café hirviendo y la tierra caliente bajo mis pies. Es de locos.
-¿No pudiste dejarlo un poco más cerca?- Digo tratando de vencer la tentación de limpiarme el sudor de la frente. Una gota cae dentro de mi ojo y me hace parpadear por el ardor.

-Tú fuiste la que dijiste que lo dejáramos ahí.- Me recuerda con voz borde.

-¿Desde cuándo me haces caso?- Pregunto justo en el momento en que una mujer pasa a mi lado y esta se sobresalta mirando a su alrededor.

Somos invisibles pero eso no quiere decir que no puedan escucharnos. Isabel me lanza una mirada asesina.



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En el texto hay: guerra, fuego, hielo

Editado: 15.02.2018

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