Infinidad Parte 3: El Corazón que Olvidó Amar

Capítulo 07

En menos de dos minutos, Pyhryus y su grupo llegaron al Amazonas. Pero pronto tuvo que dar la orden de mantenerse en silencio ya que vio a los equipos Cielo Ardiente y Hojas Sagradas.
Pyhryus levantó su mano frente a su casco, ordenando un silencio absoluto a los demás e hizo que se acercara uno de ellos, dándole el objetivo de comunicarse con los líderes de los otros equipos. En el tiempo que el soldado se fue, Pyhryus miró a su frente con sus ojos brillando levemente.
Era una cúpula transparente que rodeaba gran parte del bosque, por más que lo intentaba no lograba penetrar en el interior de la cúpula.
 —Cabrones... magia dimensional... eso es jugar sucio. Ese criajo les ha dado una magia complicada...
 —Concordamos con usted, señor Pyhryus. Esos bastardos saben jugar bien sus cartas.
Al girarse, la capitana de las Hojas Sagradas le saludó, siendo seguida por el capitán de Cielo Ardiente. La capitana llevaba una armadura blanca con bordes dorados, mientras que la armadura del capitán era negra con bordes rojos.
La forma de la armadura era igual que la de Pyhryus, ya que Edward ordenó que se crearan en base a la suya. Aunque los miembros del grupo de Pyhryus no llevaban armaduras, eso se debía a que eran un grupo autodidacta que únicamente se encargaban de reducir el numero de monstruos en el mundo, y todos ellos eran seguidores de Pyhryus, aunque solo los que tenían cierto nivel de aptitud podían convertirse en dragones a través de la bendición de Pyhryus. A ojos de Edward, el grupo de Pyhryus era un arma de doble filo, tenían fuerza suficiente para enfrentarse ellos solos a un ejército, pero también corrían el riesgo de ser detectados por el resto del mundo, al fin y al cabo, ¿cómo explicarían lo que hacían si estuvieran cazando a un monstruo?
 —¿Sabéis lo que hay adentro?
 —Esperábamos que nos lo dijera usted. Pero si ni siquiera su vista de dragón es capaz de atravesar esa barrera...
Tras sus palabras, la capitana negó con la cabeza.
 —Odio a ese puto crío blanco.
En ese momento, la historia transcurría sin que ni siquiera el propio Pyhryus pudiera entrometerse en ella. Y en un lugar lejano, un hurón blanco con ojos rojos miraba tranquilamente hacia la cúpula transparente.

 

Tras enterarse de que Pyhryus y su grupo habían aparecido en el Amazonas, y ni siquiera el era capaz de atravesar la barrera, Edward ordenó que buscaran formas de atravesarla en la base de datos.
 —Magia temporal, dimensional, prohibida, rituales de sangre, voodoo, hechizos chamánicos, rezos a algún dios... lo que sea. ¡Pero quiero a John fuera de ese nido de locos cueste lo que cueste!
Mike apretó los puños, era la primera vez en mucho tiempo que se sentía tan impotente.
Liliana y Videth se miraban pero no hablarían, ellos sabían perfectamente a qué se debía la cúpula, pero no podían precipitarse. Guilea podía crear paradojas tan fácilmente porque conocía la historia desde el inicio hasta el final, sabía qué podía tocar y qué no. Ellos en cambio, solo se atreverían a hacer una paradoja, y aún estaba lejos de que pudieran hacerla.
 —¡He encontrado algo!
Edward y Mike corrieron hacia el tercer operador del lado derecho. En la pantalla había una imagen de una página amarillenta y escrita en hebreo. Mike intentaba traducirla lo más rápido que podía, algunas partes eran ilegibles pero era básicamente un hechizo para crear agujeros espaciotemporales.
Tanto Videth como Liliana no podían creer la suerte que habían tenido... quizá demasiada.
 <Esto no puede ser casualidad, ¿verdad hermano mayor?>
 <En efecto... creo que solo hay tres cosas que podrían atravesar la cúpula, sobretodo si es creada por Ouroboros. El propio John, un arma divina, o la caja de Pandora. Incluso me atrevería a decir que solo un ser a nivel de creación podría crear un hechizo de semejante nivel.>
Ambos se quedaron al margen mientras Mike ordenaba que trajeran varias cosas y Edward miraba su reloj de bolsillo una y otra vez, nervioso.
 <Hermano mayor, ¿tú crees que...?>
Videth miró a Liliana y le habló usando su vínculo.
 <Aunque sean capaces de entrar, es inútil, ya que allí estarán los Tres Gobernadores. Enviarán a John al bosque carmesí porque no resultó como su "dios" quería. Dejarán que muera en el bosque y se olvidarán de él sin saber que es su futura perdición.>
Al hablar del bosque carmesí, Liliana tembló levemente. Ese bosque era una de las pocas cosas que incluso los dioses o ángeles no se atrevían a tocar, ya que allí comenzó un cuento... y terminó la vida del ser más peligroso del universo.
Incluso en otros universos se dieron cuenta de que independientemente de qué dios, ángel o demonio fuera, nadie se atrevía a acercarse a ese bosque. Aunque no sabían donde estaba o lo que había allí, temían a un simple cuento.
En ese momento, Videth miró al frente y las cuencas de sus ojos brillaron. El ritual sobre John comenzó.

 

John no tenía fuerzas ni para mantenerse de pie, solo se dejaba caer y ser sujetado por las cadenas, mirando de reojo a lo que hacían las personas que lo encadenaron.
Todos estaban a su alrededor a excepción de tres, los cuales estaban frente a él.
 —Dios ha hablado. Y este, es su elegido.
Gritos seguían a la voz de la persona, que John creía que era mujer, pero con solo alzar su mano los hizo callar.
 —No obstante, Dios dice que es impuro debido al continuo acercamiento con mortales, por lo que hay que purificarlo. 
La mujer cogió un látigo con púas y se colocó frente a John.
 —Regocíjate. Serás purificado de los males menores del mundo a través de mi látigo, por Dios.
Con sus palabras, John recibió el primer latigazo penetrando a través de los huesos en pecho, haciendo que tosiera sangre en el interior de la máscara.
Tras un incontable número de veces, el cuerpo de John estaba sangrando por todas partes. Cada vez que iba a desmayarse le mantenía despierto otro latigazo, por lo que cuando la mujer dejó el látigo aunque no tuviera fuerzas para mantenerse sereno, pudo sentir como su sangre fluía a través de sus heridas.
<...........>
Fue en ese momento que John escuchó un susurro. Cuando miró la caja plateada en el altar frente a él, pudo ver que la tapa estaba levemente abierta.
<¿Quieres vivir?>
John no podía hablar, e incluso si pudiera, tampoco le saldrían las palabras. El no lo sabía, pero la voz en sus oídos era para los demás una triste melodía que salía de la caja.
Incluso las tres personas miraron la caja con asombro, nunca pensaron que el regalo que les ofreció su Dios se abriría ante el elegido por el mismo, ya que nunca se había abierto antes y mucho menos había provocado un solo ruido.
<Tu mente está llena de un exquisito silencio... hay soledad, tristeza, dolor. Pero también hay motas de amor... no, no amor, más bien... ¿amor incondicional? ¿Cuánto tiempo has amado a esa humana?>
La voz en la mente de John deliberó unos instantes, mientras que para los demás la música se volvió mucho más deprimente.
<Puedo curar tus heridas y ayudarte a escapar... pero solo si así lo quieres... ¿Quieres escapar de tus grilletes mortales?>
Ante esa pregunta, John, a punto de desfallecer, solo pudo contestar en su mente con un simple "sí", aunque esa pregunta poseía cierto significado.
Tras eso, la caja dejó de emitir música y cerró esa leve rendija, mientras que en la sangre de John en el suelo se reflejaba a Ouroboros sonriendo mientras que de la caja salía una mano con forma de sombra que atravesaba el cuerpo de John.




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