<¿Quién eres? ¿Cómo puedes tener tanto conocimiento?>
El hombre simplemente tocó el hombro de John mientras elevaba parte de su máscara para que pudiera ver su sonrisa y su ojo izquierdo, a la par que miraba a Guilea y al hurón.
—Tú preguntaste antes sobre las necesidades, ahora yo te pregunto ¿el corazón elige a quién ama, o por el contrario es la persona la que elige?
Esa pregunta reverberó en el bosque, y en especial, en el corazón de John que palpitó dolorosamente.
Al ver que la persona con túnica no se atrevía a responder, el hombre se rió y se colocó de nuevo la máscara en su lugar.
—Eres un poco hipócrita, quieres que los demás te respondan pero tú mismo te niegas a responder. La respuesta es sencilla, si dejas que tu corazón sea libre puede enamorarse de cualquiera.
Con un largo suspiro, el hombre miró las copas de los árboles.
—El amor, el simple hecho de amar a alguien, es suficiente para enfrentarse a cualquier peligro, puede ser un arma con suficiente potencia como para destruir estrellas. Aunque después de lo que le ocurrió al Pilar de la Muerte, debería saberlo cualquiera en el multiverso, incluso esos dioses que observan complacientes lo que ocurre sin atreverse a meterse en medio.
El hombre miró a John antes de empezar a acariciarle.
—Nadie debería tener miedo o vergüenza de mostrar sus sentimientos. Así que vas a hacer algo muy sencillo, vas a escribir una carta con todo lo que sientes, y mañana se la entregas. Ahora vete...
Incluso Ouroboros estaba empezando a formar una Hoja de Tinieblas con la intención de lanzarse hacia aquel hombre.
El hombre sonrió oculto por la máscara y abrió una grieta detrás suya, empujando a John por ella.
—Ya estamos solos. ¿Quién es el primero que quiere fiesta? ¿El rarito de la túnica, o tú niño blanco?
<¿Como has podido abrir una grieta aquí?>
—Te sorprendería lo que puedo hacer...
En ese momento, Ouroboros pensó en algo y sonrió hacia el hombre.
—Puedo ofrecerte lo que quieras: dinero, poder, inmortalidad... lo que quieras. A cambio, debes usar tu poder para mi papá.
El hurón no se inmutó en lo más mínimo y miró al hombre, esperando su respuesta.
<Ouroboros, aquí no puedes hacer un trato. Solo por el hecho de que sea capaz de entrar aquí sin estar destinado hace que sea un peligro inconmensurable.>
—De todas formas lo hubiera rechazado. Poseo más poder y riqueza de la que podrías ofrecerme nunca.
Tras un tic nervioso por su rechazo, Ouroboros se lanzó hacia el hombre con una Hoja de Tinieblas en cada mano, sin embargo, cuando atacó con ambas espadas, el hombre las detuvo con sus antebrazos.
—Creo que te lo he dicho... tengo mucho más poder del que podrías darme. Mis sentimientos son mi fuerza, al igual que mi riqueza. ¿Puedes entregarme algo equivalente a ello? ¿Podrías darme una fuerza y riqueza infinita que ocupe todo en este multiverso?
—E-Eso...
—No podrías nunca, esa es la verdad. Ese es tu límite.
El hombre empujó sus brazos, poniendo un poco de distancia entre el y Ouroboros antes de golpearle con una patada y enviándolo junto a la persona de la túnica.
—Este universo es interesante... quizá me quede un tiempo, así aprovecharé también para enseñarle a ese chico cierta forma de pensar.
Tras sus palabras, el hombre se acercó a Guilea y acarició al hurón blanco en sus brazos antes de mirar directamente a Guilea y comprender algo. Oculto por la máscara no se podía ver su rostro, pero su mano derecha empezó a cerrarse en un puño fuertemente apretado.
—Asi que es eso...
El hombre se giró y miró a Ouroboros y a la persona con túnica, que empezaron a sentir una enorme presión con solo esa mirada.
—¿Cómo os atrevéis a hacer algo tan deleznable y ruín?
Pero antes de que pudiera dar un paso, el hurón agarró la parte trasera de su chaqueta con las uñas de sus garras a la par que cacareaba, evitando que el hombre caminara.
—Habéis tenido suerte esta vez... la próxima vez que os vea será mejor que estén ellas...
El hombre formó un agujero a su lado por el que se podía ver la ciudad de John.
—No os preocupéis ninguna de las dos, protegeré a ese chico.
Con sus palabras, se despidió de Guilea y el hurón mientras atravesaba la grieta.
<Una variable muy peligrosa...>
—Da igual, hace falta más que fuerza para evitar el futuro.
Ouroboros respondió a la persona con túnica mientras sonreía.
John despertó atado a una cama, con un gotero a su lado y una pantalla que mostraba sus vitales. Junto a su despertar, Edward y Mike entraron en la habitación.
—Mike, comprueba su estado.
—No hace falta, mi coleguita es de acero, una panda de bastardos no es suficiente para que lo pongan contra la pared.
Tras un suspiro, Edward miró a John con una sonrisa.
—¿Cómo te encuentras?
Antes de que John pudiera responder, Mike le quitó la mascarilla alrededor de su boca la cual le suministraba oxígeno.
—Este es mi abuelo. ¿Te acuerdas de mí? Aunque lo normal sería que no lo hicieras, al fin y al cabo, el borrado de un universo obliga a todos los seres a perder la memoria. Existen excepciones, pero debido a la naturaleza especial de tu "yo" del universo anterior antes de su eliminación, así como otro "tú" que viajó de otro universo, podría ser muy complicado que recordaras lo más mínimo. Además, la teoría multiversal que dejó Guilea me ha servido para aumentar mi comprensión en muchos aspectos...
—Para con tanta palabrería, Mike.
Mike se calló al darse cuenta que había nombrado algo que no debería.
Tras unos minutos, colocaron a John en una silla de ruedas y lo llevaron al ascensor.
—Sótano Cinco.
Como una de las mayores autoridades dentro del rascacielos, las palabras de Mike en la inteligencia artificial eran suficientes para evitar formalidades tales como pedir autentificación o permisión, ya que el sótano cinco era el lugar donde guardaban gran parte del conocimiento que habían acumulado a lo largo de los años. No solo había información respecto a los monstruos tales como puntos débiles o su sistema óseo, también había información confidencial de otros países y oficinas gubernamentales, armas, prototipos creados por Mike, etc... En resumen, había suficiente información y armas como para afrontar una guerra.
Mirando a través de los estantes desde la silla de ruedas, John pudo ver un cráneo humano con unos caninos demasiado largos, en otro estante vio un saltamontes metálico cuyos ojos rojos lo observaban fijamente...
—A ver... John, muy a tu pesar, has sido elegido por cierta criatura como su heraldo. La criatura en cuestión es la que se encuentra en el interior de la caja plateada que poseían los locos que te secuestraron.
Mike pulsó un botón bajo un estante, mostrando varias fotografías de varias personas con una caja plateada la cual se parecía a la que tenían esas personas.
—Al igual que muchos objetos aquí, también tiene nombre, es la caja de Pandora. Según el mito, es un objeto que dio Zeus a la humanidad. En su interior residen todos los males del mundo. Mike, sigue tu.
—Aunque según el mito, la caja fue abierta y por ende, debería estar vacía. Pero en algún momento de la historia, alguien la usó como una cárcel para una criatura. Por "momento de la historia" no me refiero al pasado, eso sería un pensamiento muy endeble e infinitamente rebatible, aquí es donde entran los universos paralelos. Todos los universos provienen de un universo original, un universo donde se originó toda la historia. Aunque ese universo fue destruido hace muchos eones, los dioses así como su historia siguen viviendo tras la caída.
—Cuando la tonta de Pandora la abrió, escaparon todos los males del mundo quedando solo en su interior la "esperanza"... no le veo el sentido, ¡ni siquiera tiene forma! Seguro que el imbécil de Zeus se inventó esa trola... tengo que visitarlo un día de estos.
Pyhryus apareció detrás de ellos llevando a Uriel y a Lucifer en sus hombros, llenos de heridas.
—Por los dioses, Pyhryus. ¿No se te habrá ocurrido enfrentarte contra esos sectarios tú solo?
—No tuve esa suerte. Pero estos ángeles idiotas se metieron en medio... los escuadrones escaparon, pero...
Tras dejar a ambos en el suelo, Pyhryus apretó los puños a la vez que pequeñas llamas celestes se formaban a su alrededor.
—Esos tres son fuertes... podrían matar a un dios si quisieran... me atrevería a decir que solo están por debajo de Ouroboros en ese aspecto.
Edward frunció el ceño mientras se acariciaba la barba, pensando en las palabras de Pyhryus.
En ese instante, todo se congeló y John sintió como pasaba el tiempo segundo a segundo, apareciendo frente a él aquel hombre con traje y máscara.
—Ahora sí que acerté. Lo siento, he estado en varios universos intentando buscarte durante los últimos veinte años, pero siempre encontraba uno diferente. ¿Quieres hablar?
El hombre y John se quedaron mirando unos instantes antes de que el hombre se diera cuenta y le ofreciera su mano.
—Puedes llamarme Señor C, he acabado en este multiverso por casualidad. De hecho, no sé siquiera cómo volver a mi casa. Si no fuera porque tengo varios ases bajo la manga, ya habría muerto hace tiempo... no sabía que este multiverso sería peligroso hasta tal extremo.
—Explícame qué ocurre.
El Señor C asintió y desapareció junto a John, a su vez, el tiempo en el sótano volvió a fluir. Antes de que pudiera decir Edward o Mike algo sobre la desaparición de John en un segundo, Pyhryus negó a la vez que sonreía.
—No hace falta alarmarse. John se encuentra en buenas manos... capaz de detener el tiempo incluso para mí, viajar entre universos, ese Señor C es una caja de sorpresas...
—Supongo que tendremos que confiar en tu palabra, Pyhryus. Mike, prepara el entrenamiento de John para cuando vuelva.
Mike asintió y dejó a su abuelo Edward allí junto a Pyhryus y los inconscientes Lucifer y Uriel. Pero antes de irse, se detuvo al lado de Pyhryus y lo miró.
—Será mejor que sea verdad, lagartija prehistórica... o te juro que te convierto en partículas subatómicas.
Mike no le dio tiempo a Pyhryus a que le respondiera, aunque Pyhryus no tenía ningún motivo para hacerlo y menos cuando vio de dónde apareció el Señor C. Había aparecido de una grieta, y en el interior de la grieta se podía ver algo que recordaba muy bien, fue el último universo, durante la lucha que tuvieron el y John contra Caín controlado por Ouroboros.
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Editado: 13.05.2024