Infinidad Parte 3: El Corazón que Olvidó Amar

Capítulo 13

    Mientras el Señor C miraba su puño derecho, el sonido de un trueno crepitante sonaba desde lejos.
   Videth y Liliana miraron el cielo, al mismo lugar en el que el Señor C había mirado.
    <Hermana, no tengas miedo por lo que ocurrirá...>
   Antes de que Liliana pudiera decirle algo a Videth, las nubes comenzaron a abultarse en el cielo a una velocidad abrumadora. Su velocidad fue tal, que al cabo de media hora comenzó a llover intensamente, quedándose a observar el cielo Videth y Liliana así como el Señor C.
   Con el crujir de los truenos, se podía ver una gigantesca sombra, y a ojos de ellos, podían ver las sombras de Pyhryus y Thor intercambiando golpes sin parar.
   —Señor C... ¿estás seguro de que quieres cambiar el futuro tanto?
   Sin responderle a Videth, el Señor C caminó hasta el borde de la azotea antes de dar un salto.
   Viendo cómo actuaba, Videth solo pudo suspirar mentalmente mientras negaba con su cráneo.
   —Sus esfuerzos son en vano. Aunque posea el Registro Akashico, sigue siendo solo un humano.
   —Hermano mayor, ¿crees que ese hombre puede matar a Ouroboros tal y como dijo?
   —No puede, es humano. Ni siquiera existen límites que pueda romper, por lo que está en su máximo poder, no puede crecer más. No hablemos de Ouroboros, incluso un ángel podría matarlo, que pueda usar el registro no significa que sea...
   Antes de que Videth pudiera terminar de hablar, no solo el sintió un escalofrío. Liliana tenía el rostro pálido mientras miraba el cielo.

 

   Pyhryus tenía el hombro izquierdo sangrando, con sus huesos sobresaliendo de el. Miraba a Thor con llamas celestes saliendo de sus fauces.
   Thor, en cambio, sonreía tranquilamente. Aunque tenía unos cortes en el vientre, así como sus piernas que estaban chamuscadas y continuaban sangrando continuamente.
   —¡Venga dragoncito! ¡¿Solo sabes hacer eso?!
   En ese instante, el Señor C pasó entre ellos, mirando a Pyhryus antes de seguir su trayectoria. Al verlo, Pyhryus sonrió y estalló en llamas celestes.
   —Valiente desgraciado hijo de puta... usarme para atraer a esa serpiente...
   Antes de que Thor pudiera decir algo, Pyhryus le cortó la cabeza con su cola en meros segundos. El cuerpo de Thor no expulsó sangre debido a las llamas de Pyhryus, que cauterizaron instantáneamente el corte.
   En ese punto, incluso Pyhryus dejó que el cuerpo de Thor cayera, mirando al Señor C que se dirigía más allá del templo de los dioses solares, adentrándose en el vacío fuera del universo con una sonrisa.
   Sin que nadie se diera cuenta de ello, Mjollnir, al ser sujetado por una mano inerte, se desprendió y continuó su caída hasta la Tierra.

 

   Detrás del Señor C, el universo resplandecía con infinitos colores y brillos. Frente a él, una serpiente negra infinitamente grande lo miraba indiferente.
   —Serpiente de Midgard, la serpiente que rodea el mundo... Jormungandr.
   <Sé quién eres...C... ¿Así te llamas ahora?>
   El Señor C ignoró las palabras de Jormungandr, apretando su puño derecho mientras brillaba intensamente.
   <Mi muerte no supone ningún cambio. Ouroboros está siempre presente en este universo. Y tú... por vez primera... estás acorralado.>
   Sin responderle, el Señor C se lanzó hacia Jormungandr, atravesando su boca y su cuerpo, dividiendo su cuerpo casi infinito, el cual rodeaba el universo, en dos mitades.
   —Divisor Total.
   Dándole la espalda al universo, el Señor C miró a Ouroboros y al hombre con la túnica dorada.
   —Has matado a un juguete... no me gustas.
   El Señor C no respondió a Ouroboros, en cambio, miró al hombre con la túnica dorada.
   —El siguiente podrías acabar siendo tu.
   —Inténtalo, humano.
   —¿Intentarlo? Creo que te equivocas en algo... es lo que haré cuando descubra exactamente quién o qué eres. Respecto a ti, Ouroboros, puedo destruirte en cuestión de minutos incluso si posees el cuerpo de Caín.
   Cruzando los brazos, el Señor C se situaba entre esos dos seres y el universo.

 

   Pyhryus, así como Metatron, los ángeles, dioses, inmortales y guerreros, vieron como el Señor C mató con un puño a Jormungandr, dividiendo su cuerpo a la mitad en cuestión de segundos. No solo era rápido hasta el extremo como para ser capaz de rodear el universo en segundos, también extremadamente fuerte para lograr matar a Jormungandr.
   En la Tierra, Videth miraba al Señor C, actuando de guardián frente a Ouroboros y al hombre con la túnica dorada.
   —Su fuerza respalda su confianza, al parecer. Hermana, corrijo lo dicho... ese hombre tiene un poder que es capaz de desgarrar no solo la realidad, sino la creación misma.
   Liliana no podía gesticular palabra siquiera tras ver el desarrollo de los acontecimientos en poco más de cinco minutos.
   En una esquina, Mike miraba al cielo usando unas gafas metálicas con cristales rojos y varios cables.
   —Interesante... Fuerte, muy fuerte de hecho... Pero "Divisor Total", tsk... pudiendo llamarlo "Gran Destrucción del Centinela Universal", necesita una clase para hacer nombres geniales.
   Tras quitarse las gafas, Mike continuó mirando el cielo con el ceño fruncido.
   —¿Eso es lo que ocurre cuando un ser vivo se deshace de las cadenas de la mortalidad?
   —No, aunque ese fuera el caso, un humano como mucho sería comparable a Hércules. Ese nivel estaría reservado para los titanes, criaturas míticas, o incluso algunos de los dioses, Mike.
Videth habló al escuchar a Mike.

 

   En algún lugar del Amazonas, tres personas miraban la caja de música.
   —El plan de nuestro dios marcha sin complicaciones.
   —Pero ese hombre con la máscara es peligroso, ha logrado matar a Jormungandr.
   —¿Creéis que es posible que sea un artefacto con vida propia al igual que el espejo o la guadaña de la muerte que posee el grupo del dios dragón?
   —Poco importa, hermano Tiempo. Solo hará falta que lo matemos para que deje de incordiar.
   —Pero hermana Dimensión, ya has visto lo que le ha hecho a esa serpiente. Y según nuestro dios, posee el Registro Akashico. ¿Cómo podemos eliminarlo?
   Tras la pregunta del Gobernador Tiempo, la Gobernadora Dimensión se mantuvo en silencio. Aunque el que no habló, el Gobernador Espacio, sonrió.
   —Solo hay que hacer un pequeño sacrificio de sangre, hermanos.
Tras sus palabras, Espacio desapareció.
   —Hermana Dimensión, ¿acaso el hermano Espacio no pensará en usar eso que está en Chernobyl?
   Sin responder a Tiempo, Dimensión se giró, sin importarle lo más mínimo lo que ocurriera.




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