Infinidad Parte 3: El Corazón que Olvidó Amar

Capítulo 16

    Después de que Yue-lao llevara a Allen, el Señor C, a una cama entre las habitaciones del piso cuarenta, varios médicos y curanderos llegaron acompañados por Edward y Mike.
   Cuando le quitaron la ropa, pudieron ver en su cuerpo cientos de cicatrices así como moretones y varios huesos rotos. Los médicos hicieron su trabajo y llenaron su cuerpo con vendas y cosían algunos lugares que poseían una herida demasiado abierta. Una vez que terminaron, le dejaron un gotero con un tranquilizante a su lado, dejando a los curanderos hacer varios ritos.
   —Señor Edward, el Señor C tiene la mayoría de huesos rotos, incluso el cráneo tiene una grieta y la mayoría de sus músculos están desgarrados. Por otra parte ha perdido una ingente cantidad de sangre, incluso podría tener heridas internas. Cómo está vivo incluso después de perder tanta sangre y con tantas heridas, eso no es algo que la ciencia pueda demostrar o explicar.
   Yue-lao miraba a Allen escuchando las palabras del medico mientras seguía jugando con algo en sus manos, acto que no pasó desapercibido de la vista de Mike.
   —Aunque hemos logrado coser la mayor parte de las heridas, no estoy seguro que la brujería, el voodoo, o incluso la magia natural pueda salvar su vida. En mi opinión, debería avisar al señor Lucifer para que traiga su alma del infierno, o se prepare para llegar a un acuerdo con el dios que lo reclame.
   Al escuchar las palabras del médico, Yue-lao se rió muy silenciosamente y miró el hilo rojo en sus manos.
   —No hará falta. Es mucho más duro de lo que aparenta.
   El médico, que no esperaba la respuesta de Yue-lao, tragó saliva antes de ponerse nervioso y no saber qué decirle.
   —Ha pasado por mucho... su hilo sigue siendo tan robusto como cuando lo vi en la asamblea. E incluso escucho los rugidos de su corazón.
   Mike caminó hacia fuera, al corredor, haciéndole gestos a Yue-lao para que lo acompañara, dejando solos a Edward con los médicos y los curanderos junto a Allen.

 

   En el momento que Yue-lao cerró la puerta, Mike lo agarró de los hombros, haciéndole una llave que empujó a Yue-lao hacia la pared mientras Mike aplastaba su cabeza contra el muro.
   —Seré breve diosecillo. ¿Cómo has sido capaz de decir su nombre sin que aparezca esa cosa?
   —Mike, suéltame. No soy un dios que se especialice en el combate, prácticamente soy un anciano inmortal e indefenso.
   A regañadientes, Mike soltó a Yue-lao, que lo miró sonriente y le hizo una breve reverencia.
   —Gracias. Ahora te explicaré como soy capaz de ello, sígueme.
   Siguiendo a Yue-lao, Mike subió por las escaleras hasta la azotea, acompañándolo hasta llegar al borde donde podían ver toda la ciudad y el sol, que alumbraba desde el horizonte.
   —Su nombre es especial. Incluso yo mismo me forcé a creerlo cuando vi su hilo. Con su hilo pude ver su pasado y también he visto sus diversos futuros.
   —¿Diversos?
   —De donde el procede, es un mundo donde no existen dioses, pero si existen atrocidades y monstruos mucho más aterradores que las criaturas míticas de nuestro mundo.
   Alzando el hilo rojo frente a él, Yue-lao suspiró mientras cerraba los ojos.
   —Se podría decir que su poder es casi lo mismo que el de John... a diferencia que el mismo lo eligió. He visto como lo mataban, he visto como jugaban con el... siempre estuvo solo, es por eso que cuando miré el futuro para saber quién será su compañera de vida, me quedé absorto.
   Mirando a Mike, Yue-lao sonrió y colocó su mano en su nuca.
   —Existen reglas Mike, ahora mismo está perdiendo su poder por estar en un lugar que no debería. Allen no debería haber estado aquí nunca, y ese ser está aprovechándose de ese error para intentar matarlo. Usa su nombre para localizarlo. La clave es no tener miedo de esa criatura al nombrarlo, doblegar su presencia con fuerza de voluntad, es lo que hace Allen cuando dice llamarse "Señor C".
   —¿Qué viste? Su pasado y su futuro... ¿Qué viste?
   Frunciendo levemente el ceño, Yuo-lao suspiró y negó mientras miraba el sol en el horizonte.
   —Está atrapado en una lucha que ni el mismo llegará a comprender nunca. Luz y oscuridad. Bondad y maldad. Prácticamente se podría decir que el es... un santo con un destino despiadado cuyo sendero está cubierto de dolor y sangre.
   Antes de que Mike pudiera pedirle más explicaciones, Yue-lao colocó su índice en sus labios, negando con su cabeza.
   —Es lo máximo que puedo decir, Mike. Pero en mi opinión, su presencia no es algo que deba tomarse a la ligera... Allen tiene cientos de enemigos, tanto del pasado como del futuro, podrían venir a este universo si descubren que está aquí. No hace falta defenderlo, tampoco vigilarlo, sus principios no le permitirán recibir esa protección y antes de que os deis cuenta, habrá desaparecido.
   Mike, resignado, asintió. En ese momento, un médico irrumpió en la azotea a grandes zancadas, casi sin aliento.
   —¡Señor Mike! ¡El Señor C ha despertado! ¡Tiene a un curandero de rehén!
   Con solo esas palabras, Yue-lao sujetó el hombro de Mike y aparecieron en la habitación donde Allen había estado rehabilitándose solo para ver a Edward con las manos en alto mientras un hombre con armadura blanca parecida a la porcelana, sujetaba a un curandero del cuello.
   —¿Eh? Eso es más rápido de lo que puedo ver... y eso que controlo el propio tiempo...
   —Señor C, tranquilícese. Debe tener un pequeño traumatismo que te habrá hecho tener un poco de amnesia, tenías el cráneo roto, los curanderos...
   —Y otra vez con lo mismo... no soy ningún Señor C. ¿Acaso no ves las noticias? Soy un héroe de rango S, Caballero Crono.
   Viendo a las dos nuevas personas que habían aparecido de la nada, Allen los miró intercambiando las miradas entre ambos.
   —Creo que ya lo entiendo... Esto es una trampa hecha por ese bufón loco ¿verdad? Ese payaso no va a dejarme en paz tras matarlo ¿verdad? Habrá visto que es una buena ocasión para matarme cuando ha visto que tras mi lucha con Oscuridad acabé herido por todas partes. ¡Venga Payaso, da la cara, no me engañas!
   Aunque el rostro de Allen era desconocido al llevar el casco, Yue-lao se mostraba tranquilo, y no como los curanderos y médicos que estaban al borde de un ataque de nervios. Al mirar el hilo rojo en su mano, y el hilo rojo del Allen frente a él, abrió los ojos con estupefacción.
   —Allen...
   Yue-lao solo dijo su nombre, fue suficiente para que Allen hiciera aparecer una espada de cristal azul en su mano izquierda y la apuntara hacia Yue-lao.
   —Gracias por confirmarme mi suposición.
   —Tranquilo. Escúchame primero, luego podrás hacer lo que te plazca. Prácticamente eres el más fuerte en esta habitación, ni siquiera Mike podría vencerte en una pelea mientras estás transformado.
   Con la orden de Edward, todos los médicos y curanderos, a excepción del rehén de Allen, se fueron de la habitación. Tras eso, Yue-lao miró a Edward y Mike.
   —Me quedaré el derecho de explicar lo que ocurre. El Señor C es Allen, aquí presente, pero ahora mismo no es el Señor C pero sí que lo será en el futuro.
   —Déjate de explicaciones sin sentido dios chino, ese cabronazo de Ouroboros le ha hecho algo al Señor C.
   Ante las palabras de Edward, Yue-lao negó, y pronto, Mike comprendió lo que ocurría.
   —Era su futuro... El Señor C es el Allen futuro, el que está frente a nosotros es el primero que apareció en nuestro universo.
   —¿Universo? ¿No estoy en una línea temporal alternativa?
   Allen cerró los ojos, ocultado por el casco, intentando sentir algo pero sin ningún tipo de logro. Tras darse cuenta de ello, soltó al curandero y deshizo su transformación, disculpándose por el malentendido.




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