No sé que responder... Un "jajaja" va a quedar demasiado seco, igual piensa que soy una borde, pero si le pongo un emoticono igual se piensa que estoy muy simpática y que voy detrás de él. ¿Qué hago? Mira, mando un "jajaja" y que sea lo que sea. Total, no creo que me escriba más.
Todavía no entiendo a santo de qué me escribe Julio. Lleva un par de semanas abriéndome por WhatsApp y aunque tenemos conversaciones cortas, él está ahí, escribiéndome, iniciando la conversación siempre.
Nos conocimos el año pasado, en 1º de bachillerato, porque yo me cambié a su instituto. Sin embargo, no íbamos a la misma clase, pero nos conocíamos de vista y de haber hablado dos veces contadas en persona porque teníamos un amigo en común: Mikel. Siempre lo pensé y lo sigo pensando, no entiendo por qué son amigos Julio y Mikel. De hecho, pensándolo mejor, no son amigos de verdad, se llevan bien y tal, hablan frecuentemente y se echan unas risas a menudo, pero no son amigos de verdad, no tienen confianza a penas, no se cuentan sus problemas. Yo lo defino mejor como una relación de compañeros de clase, que se lo pasan bien pero nada más. Pero aún así no entiendo esa relación de colegueo entre ellos, ni cuándo surgió, ni cómo, porque no tienen nada en común. Julio es el típico popular del instituto, simpático y gracioso, también es guapo, aunque no es el más guapo de mi curso ni mucho menos, pero tiene cierto encanto, tiene algo que le hace interesente, que resulta atractivo. Mikel, por el contrario, es más bien tímido y tiene el número justo de amigos, es muy buen chico, es divertido cuando se le coge confianza, pero no es popular para nada.
Aún recuerdo el primer día de clase. Solo conocía a una chica, a Marina Hernán, porque hemos ido juntas a clase desde que tenemos tres años, de hecho cuando teníamos trece y catorce años fuimos inseparables, fuimos las típicas mejores amigas que pasan todo el día juntas y se cuentan absolutamente todo, pero desde hacía casi un año que no teníamos a penas relación. Yo soy súper tímida y estaba muy nerviosa, y cuando llegue a mi aula vi a Mikel. No lo conocía de nada pero intuí que era tímido y que no conocía a nadie, porque estaba sentado solo y sin hablarle a ninguno. Se le notaba nervioso, y eso es lo que me inspiró cierta confianza en él, la suficiente como para armarme del poco valor que tengo y sentarme en la mesa de su lado.
- Hola - dije, intentando parecer más tranquila de lo que estaba. Él levantó la cabeza tímidamente y me dedicó una pequeña sonrisa. Me miró a los ojos y pude ver que los suyos eran grandes y de un color azul muy bonito.
- Hola - dijo amigablemente - me llamo Mikel.
- Yo soy Clara - le sonreí, me inspiraba confianza - y soy nueva este año, no conozco a nadie.
- ¡Anda! Yo también soy nuevo - me sonrió de nuevo, esta vez más relajado aunque no del todo - Me he cambiado de instituto porque en el mío no hay opción a hacer bachillerato, solo la ESO.
- Yo también - en ese momento llegó el tutor y el murmullo general de la clase bajó.
Éramos unos 25 alumnos en total. Recuerdo que mientras el profesor hablaba, yo me dediqué a mirar a la gente de clase en general. Ninguno me llamaba la atención para bien ni para mal, eran todos chicos y chicas de 16 y con características estándard. La mayoría eran tan normales y aburridos que pasé unos cuantos meses pensando que dos chicos diferentes eran la misma persona.
También recuerdo el primer recreo. Los de clase estábamos casi todos por la misma zona del patio y también vi a gente de las otras aulas. Los estuve observando un rato a todos en general, hasta que se me heló la sangre cuando mi mirada se cruzó con la de un chico un poco corpulento y bastante más alto que yo, de pelo corto y negro con una especie de tupé y gafas de pasta de color negro también. Tras unos pocos segundos aparté la mirada, probablemente me sonrojé. La cosa es que recuerdo que no me gustó al instante, no me fijé en él, era más o menos guapo pero no me llamó tanto la atención por eso. Me llamó la atención por la forma en la que se quedaba mirándome en prácticamente todos los recreos en los que coincidíamos. Solo me miraba, nada más, yo ni si quiera sabía cuál era su nombre al principio y dudo mucho que él supiera el mío. Cada día me gustaba más que me mirase, aunque no supiese nada de él.
En poco tiempo, mi relación de amistad con Mikel fue cuajando y nos hicimos casi inseparables. Mikel era tímido al principio, pero tenía un gran sentido del humor y me hacía reír a carcajadas. Además, era muy inteligente, no solo por sus notas, que también, sino por la forma en la que me contaba historias y cualquier cosa que le sucediese, por banal que fuera. Con el tiempo Mikel se ha convertido en un hermano para mí y un apoyo incondicional. Me hace gracia porque parece más pequeño de lo que en realidad es: no es demasiado alto, está bastante delgado, tiene los rasgos faciales un poco redondos y el pelo rizado y negro siempre alborotado, como un niño pequeño.