Eres como el sol del atardecer que no me quema la vista, que me deja una mancha temporal, una mancha de luz rojiza (como una quemadura superficial) que me acompaña a donde vaya, hasta que desaparece con los minutos.
¡Eres una mancha de luz!
Que llega a mis pensamientos y se marcha al rato hasta que vuelvo a mirarte (porque eres como el sol) y vuelves a quemarme.